Desaparecer en la cárcel: el horror en La Modelo
La Fiscalía de Colombia investiga más de 100 asesinatos dentro de una prisión de Bogotá
Entraban y nunca más se volvía a saber de ellos. Desde el año 1998 hasta 2003, en la cárcel La Modelo de Bogotá hubo más de 100 desapariciones. Envenenamientos, torturas, palazos. La Fiscalía colombiana ha logrado documentar cuáles fueron las prácticas que se usaron para asesinar a reclusos y visitantes del penal. Carlos Villamil, director de justicia transicional de la entidad, cuenta que en el proceso de verdad al que sometieron a los paramilitares se escucharon testimonios que desempolvaron las investigaciones que se abrieron hace algunos años sobre estos casos. Gracias en parte también a la labor de Jineth Bedoya, periodista colombiana que en el año 2000, cuando elaboraba una investigación sobre este centro y el horror que allí se vivía, fue secuestrada y violada.
“Desde el año 2014, cuando iniciamos un proceso de cierre de los juicios de los desmovilizados del paramilitarismo, hemos oído los relatos de las personas que estuvieron recluidas en La Modelo y que fueron testigos de las atrocidades que ocurrieron en ese lugar”, dice el fiscal. La idea de los paramilitares de controlar las prisiones del país llevó a que en varias de ellas se impusieran y llegaran a tener cárceles dentro de las mismas cárceles, según la teoría de esta institución. “Tenían sus propios espacios para encerrar y torturar a quienes quisieran”. El investigador afirma que con estos testimonios se abre un nuevo capítulo del paramilitarismo, cuyo proceso de desmovilización empezó en 2003.
Según las pesquisas adelantadas, los paramilitares reinaron en varios penales ante el supuesto desconocimiento de las autoridades competentes. ¿Cómo era posible esta impunidad? La Fiscalía asegura que hubo algunas denuncias e investigaciones, como las que llevó a cabo Bedoya, pero al mismo tiempo considera que pudo haber un silencio acordado por el personal de la cárcel. Por miedo o por complicidad. La indagación también apunta a que durante esa época hubo pocos intentos de fuga, debido al interés de los paramilitares de tener el control del penal y trasladar allí la lucha subversiva que sostenían con las FARC. La Modelo tenía en ese momento una capacidad para 1.800 reclusos, pero alcanzó a tener más de 5.000.
Caterine Heyck Puyana, del área de fiscalías especializadas, aseguró que los casos que se han documentado se han basado principalmente en inspecciones a la cárcel, testimonios e investigaciones que en su momento se abrieron. “Se ha conocido que en la cárcel Modelo de Bogotá ocurrió un fenómeno oscuro de desaparición de personas, pero no solo de presos y familiares de presos, sino también de visitantes que eran ajenos al penal”, ha afirmado. “Al parecer no solo habría ocurrido en una sola cárcel del país, pero a La Picota llevaron a un buen número de paramilitares en la etapa de proceso judicial, y podemos evidenciar que allí ocurrió en mayor proporción”, agrega el investigador Villamil.
La periodista Bedoya ha asegurado que en el desarrollo de su trabajo encontró testimonios que darían cuenta de que allí hubo personas desmembradas que después fueron arrojadas a las cañerías de la cárcel. La periodista ha descrito el penal como “la oficina desde donde se manejaba la criminalidad más grande del país. Allí además de los jefes paramilitares más poderosos y de la delincuencia organizada, todavía había rezagos del Cartel del Norte del Valle y entre todos se disputaban el poder”. Varios paramilitares en sus testimonios a las autoridades reiteran el horror que en La Modelo se vivió. La revista Semana reveló uno de esos relatos. En él, un exparamilitar cuenta cómo eliminaban a las personas. “Primero le metían corriente a la gente. Al que no moría en los tanques de la corriente lo sacaban y lo desaparecían en canecas de aguamasa (residuos de comida)”, publicó la revista.
La Fiscalía espera avanzar en la investigación hasta determinar las identidades de las víctimas y hacer justicia. “Los horrores de lo que aconteció en la cárcel Modelo deben ser analizados en profundidad por la Fiscalía desde su responsabilidad penal, pero también ameritan una reflexión profunda de la sociedad colombiana”, señaló la fiscal Caterina Heyck.
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