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La Cumbre de París allana el camino para que EEUU firme el acuerdo

El borrador suprime la vinculación jurídica de la reducción de emisiones para que Washington pueda suscribir el pacto contra el calentamiento global

Manuel Planelles

Un acuerdo contra el cambio climático sin EE UU, el segundo mayor emisor de CO2 del mundo, sería de nuevo ineficaz. John Kerry, secretario de EE UU, ha señalado este miércoles en París que se necesita un pacto "inclusivo, ambicioso y sostenible". Pero su país tiene problemas con la vinculación jurídica: no puede aceptar que los objetivos de reducción de emisiones que debe acometer le vengan impuestos desde un tratado internacional. Del último borrador que se ha difundido este miércoles en la Cumbre del Clima se ha eliminado el artículo que fijaba esa vinculación legal.

Meses antes de la Cumbre de París, donde se intenta cerrar un acuerdo global contra el cambio climático, se sabía que habría que hacer piruetas en la redacción del texto. Entre los muchos problemas que están sobre la mesa está la imposibilidad, reconocida por EE UU, de firmar un acuerdo en el que legalmente se le obligue a un recorte concreto de emisiones de gases de efecto invernadero.

Esto no quiere decir que la Administración de Barack Obama no esté dispuesta a reducirlas. Como otros 185 países, EE UU ha presentado ante la ONU un plan concreto. Se compromete a recortar sus emisiones entre un 26% y un 28% en 2025.

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El problema para la Administración de Obama reside en que no puede asumir —entre otras cosas, porque no controla el Senado— que los objetivos de ese plan de recorte figuren como "legalmente vinculantes" en el acuerdo de París. Del borrador del pacto sobre el que se trabajaba este miércoles se había eliminado el artículo que hacía referencia a esa vinculación de los planes nacionales.

"Hace tiempo se sabía que el único aspecto que no podía ser legalmente vinculante eran las contribuciones nacionales", explica Teresa Ribera, directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales de París. Era un problema para EE UU, pero también para China e India, añade Ribera.

Pero la Unión Europea había fijado como línea roja que los objetivos de recorte —que cada país ha presentado voluntariamente— figuraran como vinculantes. Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Clima y Energía, reconoce que esa batalla está prácticamente perdida. Pero sostiene que "a cambio" se ha conseguido que EE UU apoye que figuren en el texto metas intermedias de recorte mundiales en 2050 —algo que no gusta a China y los países petroleros— y que los esfuerzos de cada país se revisen cada cinco años para lograr que la temperatura media del planeta en 2100 no aumente más de dos grados respecto a los niveles preindustriales. Con los planes que han presentado ya 186 países (solo faltan nueve por hacerlo de los 195 que están negociando en París), la temperatura en 2100 aumentaría alrededor de tres grados. De ahí, la importancia de las revisiones al alza cada cinco años de los esfuerzos, algo que sí figura en el borrador de este miércoles. En el texto se apunta también a la posibilidad de bajar la meta a 1,5 grados.

Posiciones más claras

Del borrador se han limpiado muchos corchetes y las posiciones están más claras. Pero la discusión más importante sigue latente: la "diferenciación", por la que son los países desarrollados los que deben asumir la mayor parte de las obligaciones contra el cambio climático. Si se sigue a rajatabla la convención marco de la ONU sobre cambio climático, China e India no estarían dentro de los Estados obligados a asumir los mayores esfuerzos en reducción de emisiones y en financiación. Esa convención es de 1992 y en el listado de países desarrollados no aparecían estas dos economías, que hoy están entre los cuatro países más contaminantes del mundo.

EE UU y Europa quieren que la diferenciación se vaya diluyendo. Pero China intenta mantenerla, por ejemplo, en los mecanismos de control y revisión de los recortes de emisiones. Europa, según Arias, aspira a que en un plazo de cinco a 10 años los controles sean iguales para todos. "Para frenar el cambio climático no pueden luchar solos los países desarrollados, que ahora representan solo el 35% de las emisiones", dice.

El otro problema, también ligado a la diferenciación, es el de la financiación que se debe aportar para que los países más pobres puedan adaptarse. Los desarrollados admiten que están dispuestos a poner 100.000 millones de dólares en 2020. Pero a partir de entonces quieren ampliar la base de donantes y que aporten todos los países "en condiciones de hacerlo". Pero la ministra sudafricana de Medio Ambiente, Edna Mowo Bolema, ha afirmado este miércoles que la "diferenciación" debe continuar en financiación y en transferencia de tecnología. Habló en nombre del grupo G77 más China, que agrupa a alrededor de 130 naciones.

Nueva alianza

Tras presentarse el borrador del acuerdo, la Unión Europea, Estados Unidos, México, Colombia y varias decenas de países desarrollados y en desarrollo anunciaron una alianza en París para lograr un acuerdo "ambicioso". Con este acto, se pretendía romper con la imagen de otras cumbres, en la que parecía que todo se reducía a un enfrentamiento entre países desarrollados y pobres. En la cumbre de Copenhague, en 2009, este enfrentamiento entre los dos grandes bloques fue una de las razones que hizo fracasar el acuerdo. "Esto ya no es un enfrentamiento entre ricos y pobres, sino entre los que quieren actuar y no", indica un diplomático europeo que está encima de las negociaciones.

"Somos tanto países grandes como pequeños, ricos como pobres, y no vamos a aceptar un acuerdo que no cumpla su cometido", ha afirmado el comisario europeo de Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, tras anunciar el acuerdo.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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