Biden reivindica su política en Oriente Próximo con el alto el fuego en Líbano
El cese de los combates entrará en vigor a partir de las 4 de la madrugada, hora libanesa, ha anunciado el presidente de EEUU, que sostiene que en los próximos días se abrirá otra ronda de negociación sobre Gaza
“La paz es posible”. Con una satisfacción que no se esforzaba en ocultar, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha confirmado el acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hezbolá que, bajo la mediación de Washington, entrará en vigor a las 4 de la madrugada de este miércoles, hora libanesa, y que la idea es que la tregua se convierta en permanente. “Estamos decididos a que este conflicto no sea simplemente otro ciclo de violencia y por tanto Estados Unidos, con el total apoyo de Francia y otros aliados, ha prometido colaborar con Israel y Líbano para garantizar que el acuerdo queda aplicado por completo”, ha señalado el presidente estadounidense, en la primera gran buena noticia que puede proclamar en casi catorce meses de conflicto.
En paralelo, un comunicado conjunto entre la Casa Blanca y la presidencia de Francia indicaba que el alto el fuego “verá el fin de los combates en Líbano y protegerá a Israel de la amenaza que representan Hezbolá y el resto de las organizaciones terroristas que operan desde Líbano. La tregua creará las condiciones necesarias para el restablecimiento duradero de la paz y permitirá el regreso a sus hogares en completa seguridad de los residentes de ambos lados de la Línea Azul”, que demarca la frontera no oficial entre los dos países.
Estados Unidos aspira a que el acuerdo para Líbano pueda suponer un primer paso para conseguir también un alto el fuego en Gaza. A lo largo de los próximos días, ha anunciado Biden, Estados Unidos y los mediadores Turquía, Qatar y Egipto lanzarán una nueva ronda de negociación sobre la Franja. Washington sigue dispuesto, ha asegurado el jefe de Estado saliente, a abordar conversaciones con Arabia Saudí para un pacto de seguridad, y “una ruta creíble para establecer un Estado palestino y la completa normalización de relaciones entre Arabia Saudí e Israel que ambos desean tener”.
Es un proyecto muy ambicioso para una Administración a la que le quedan apenas 54 días en el poder, y que a lo largo de casi cuatro años no ha podido conseguir una meta, la de la normalización entre Arabia Saudí e Israel, que se había fijado desde los primeros momentos. Pero un alto cargo estadounidense que habló bajo la condición del anonimato matiza que el alto el fuego en Líbano ha cambiado la situación sobre el terreno. De un lado, en Gaza la milicia radical palestina Hamás podría “darse cuenta de que Hezbolá ha decidido desligarse de ellos y que nadie va a venir en su auxilio”.
“En las conversaciones que hemos mantenido en las últimas 24 horas hemos llegado a la conclusión de que se ha abierto una oportunidad, si conseguirmos cambios en Gaza, para alcanzar la normalización. Las estrellas geopolíticas están alineadas, y vamos a ver lo que podemos conseguir en los próximos cincuenta días”, agregaba.
Para la Casa Blanca el acuerdo supone un importante triunfo, cuando le quedan menos de dos meses para entregar las llaves al presidente electo Donald Trump, a cuyo equipo mantuvo informado sobre los acontecimientos después de las elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos. “Se mostraron a favor del acuerdo: es algo bueno para Israel, bueno para Líbano y bueno para nuestra seguridad nacional. Firmarlo ahora salvaba innumerables vidas”, apuntaba el alto cargo.
Para Biden, el anuncio de este martes representa una reivindicación y un impulso a su legado, después de que todos sus intentos previos de conseguir un alto el fuego en Líbano y en Gaza se estrellaran una y otra vez contra diversas objeciones y el deseo expresado por el Gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de lograr la “victoria total”. El fracaso en lograr una tregua en la Franja le ha perseguido durante su último año de mandato y bien puede haber costado las elecciones al Partido Demócrata.
La diplomacia estadounidense, preocupada por que el frente libanés acabara implicando a Irán en el conflicto, había intensificado sus esfuerzos en favor de una tregua en las últimas semanas. Si durante la cumbre del G-20 en Brasil el secretario de Estado, Antony Blinken, se reunía con el ministro saudí de Exteriores, el príncipe Faisal bin Farhan, el mediador estadounidense en el conflicto, Amos Hochstein, se desplazaba a Líbano para presionar en las conversaciones.
Esas negociaciones se toparon con un escollo la semana pasada, después de que la Corte Penal Internacional emitiera una orden de arresto contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y el primer ministro israelí montara en cólera, algo que puso en peligro los avances en las negociaciones. Francia, que Líbano quería como uno de los países del comité de seguimiento del acuerdo, declaraba que aplicaría la orden del tribunal. El propio Biden dialogaba con el presidente francés, Emmanuel Macron, el viernes, para reencauzar el proceso. El comunicado oficial de la Casa Blanca sobre ese diálogo menciona que ambos líderes abordaron “los esfuerzos para alcanzar un acuerdo de alto el fuego en Líbano que permita a los residentes de ambos lados de la línea azul regresar a sus hogares sanos y salvos”. Inmediatamente antes del anuncio, Biden hablaba en sendas conversaciones telefónicas con Netanyahu y con el primer ministro libanés, Najib Mikati.
Entre sus cartas para presionar al Gobierno de Netanyahu, Estados Unidos parece haber jugado la amenaza de no vetar una resolución de la ONU que impusiera un alto el fuego en condiciones perjudiciales para Israel. El medio Axios informaba este fin de semana de que Hochstein había dado un ultimátum al país aliado para que aceptara el pacto o él se retiraría como mediador.
El acuerdo, que se rozaba desde hacía días, prevé que durante esa primera fase las tropas israelíes continuarán en el lado libanés de la frontera pero regresarán gradualmente a su país. Su adversaria, la golpeada milicia chií Hezbolá, debería retirarse al norte del río Litani, a treinta kilómetros de la frontera. Pasados esos sesenta días, si todo transcurre como previsto en el texto, miles de soldados de las fuerzas libanesas se desplegarán en la zona fronteriza para garantizar el cumplimiento de la resolución 1701 de la ONU, que detuvo la guerra de 2006 también entre Israel y Hezbolá.
El pacto se ha cerrado formalmente de manera indirecta entre Israel y Líbano, dos vecinos que carecen de relaciones diplomáticas, bajo la mediación de Estados Unidos. En la práctica, se trata de un acuerdo entre Israel y la milicia Hezbolá, dado que las Fuerzas Armadas libanesas han procurado mantenerse al margen del conflicto durante los trece meses de hostilidades que Israel convirtió en guerra abierta en septiembre al bombardear Líbano y entrar con sus tropas en ese país el 1 de octubre.
El último escollo se relacionaba con el comité de seguimiento del acuerdo. Estará encabezado por Estados Unidos, el gran aliado de Israel y mediador en la negociación, y formarán parte de él otros cuatro países. Estados Unidos colaborará con las Fuerzas Armadas libanesas para impedir posibles violaciones al alto el fuego, pero descarta enviar tropas a la zona, indicaba el alto cargo del Gobierno en Washington.
Israel mantuvo sus bombardeos hasta última hora. Este mismo martes atacaba de nuevo barrios en el centro de Beirut y en el sur de la capital libanesa.
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