Una explosión en Río de Janeiro afecta 50 inmuebles y deja ocho heridos
El derrumbe se ha producido la madrugada de este lunes en un edificio de dos pisos
Una explosión en un edificio de dos pisos ha creado un escenario de caos en el barrio de São Cristóvão, en Río de Janeiro, durante la madrugada de este lunes. Ocho heridos, entre ellas un niño, han sido rescatados de entre los escombros, y más de 50 inmuebles están afectados. Los bomberos continúan en la zona buscando más víctimas con perros de rescate. Cuatro de las víctimas, trasladadas al Hospital Municipal Souza Aguiar, ya han sido dados de alta.
Todavía se desconocen las causas de la explosión en el edificio donde funcionaba un restaurante, que ha quedado totalmente destruido. La Policía Militar ha afirmado que va a investigar una denuncia de un supuesto depósito clandestino de bombonas de gas en la parte trasera del edificio. “No puedo confirmar que se comerciaba con gas en la parte trasera del edificio, pero lo cierto es que, entre el restaurante, la farmacia y la pizzería, había una gran concentración de bombonas, porque nadie tenía instalación de gas”, ha explicado Marcio Motta, subsecretario municipal de Salud y Defensa Civil. A pesar de ser ilegal, según Gas Natural y el cuerpo de bomberos, los inmuebles no utilizaban la red de gas canalizado.
La explosión ha sorprendido por su fuerza: el estruendo se ha oído a dos kilómetros del lugar, en el barrio vecino de Benfica. Además del edificio, 11 apartamentos cercanos también han quedado destruidos y varios inmuebles vecinos se han visto afectados. Las ventanas de un edificio residencial a cien metros del origen de la explosión han quedado destrozadas, así como el techo y las persianas. Las puertas metálicas de las tiendas alrededor también han quedado dañadas. En 25 de los inmuebles afectados está prohibido el acceso.
Itamar José Lopes vivía en uno de los estudios que han quedado destrozados. Estaba durmiendo cuando oyó el estruendo y varias maderas le cayeron encima. “Primero pensé que era un atraco, y me quedé quieto. No me pongo nervioso fácilmente”, cuenta. Itamar se encuentra ahora en la calle observando el trabajo de las autoridades, con una camisa blanca sucia y unas bermudas: su pijama. Sabe que se ha quedado sin casa. “El problema no es solo adónde voy a ir... He perdido todo lo que tenía. La tele, la nevera... Y no me van a indemnizar, porque no tenía contrato de alquiler”.
Jadson Neves Dahora, mecánico naval de 31 años, se despertó en plena oscuridad. “Estaba todo oscuro y lleno de polvo, y oíamos gritos de socorro. Hemos podido coger el móvil para alumbrar. Hemos saltado encima del tejado y hemos salido por el lateral”, cuenta. Jadson vivía con dos compañeros que trabajan con él en el barco y cree que la empresa los ayudará. “Nuestro estudio es de los pocos en que las paredes se mantienen en pie”.
Una unidad que el Ayuntamiento ha instalado en la zona continúa recibiendo a los vecinos afectados. Las autoridades todavía no saben cuántas personas van a tener que abandonar sus hogares debido a la explosión y, como consecuencia, qué tipo de ayuda se les ofrecerá.
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