Rousseff cede poder en Brasil para salvar la presidencia
El Gobierno recorta ocho ministerios y reduce los salarios de los ministros en un 10% El PMDB contará con siete ministros, uno más que ahora
Acosada por la crisis económica, amenazada por los mercados, triturada por las encuestas y hostigada por la oposición, la presidenta brasileña Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), trata de cerrar uno de sus múltiples frentes para salvar su mandato con una medida tajante: dar ministerios a sus volubles aliados parlamentarios, los diputados del ideológicamente ambiguo Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB) a cambio de un apoyo estable en el Congreso. La presidenta compareció hoy solemnemente ante el país para informar que ha decidido reformar el Gabinete y dar siete ministerios a miembros de este movimiento, uno más de los que contaba hasta ahora, incluido el emblemático Ministerio de Sanidad, que goza del mayor presupuesto en el país. El peso del PMDB en el Gabinete es aún mayor si se tiene en cuenta que Rousseff, en una medida de ajuste, ha suprimido ocho ministerios, de 39 a 31. El vicepresidente, Michel Temer, también del PMDB, sigue en su puesto y continuará ejerciendo la difícil labor de puente entre el grupo parlamentario del PMDB, decisivo a la hora de aprobar leyes, y el Gobierno, que necesita con urgencia, precisamente, que el Parlamento dé salida una batería de medidas de ajuste fiscal encaminadas a enderezar la situación económica y a tranquilizar a los inversores y a los mercados. El pasado nueve de septiembre, la agencia de calificación Standard and Poor´s rebajó de la nota de crédito del país al nivel de bono basura en un batacazo mediático que sacudió el país y que le hizo despertarse ya por completo del sueño de prosperidad que envolvió a la sociedad brasileña durante la década anterior.
La reforma ministerial venía incubándose desde hacía un mes, y la clase política, paralizada, se había vuelto, en los últimos días, una marea de rumores y de quinielas, cuando no de ministros que, como el saliente de Sanidad, Arthur Chioro, se enteraban de su destitución de un telefonazo sorpresivo..
Las relaciones entre los diputados del PMDB y el Gobierno han sido, desde que comenzó esta segunda legislatura de Rousseff, ambivalentes. Por una lado, su presencia en el Gobierno y la personalidad pausada y conciliadora de Temer garantizaba cierto apoyo. Por otro, la hostilidad manifiesta del presidente del Congreso brasileño, Eduardo Cunha, enemigo declarado del Gobierno y de Rousseff y con influencia en muchos diputados, hacía temblar todos los pronósticos y, de continuo, colocaba zancadillas en las leyes que Rousseff quería aprobar para reconducir la economía. Cunha, cada vez más cuestionado por sus propios correligionarios, está siendo investigado en el Caso Petrobras y mantiene una sospechosa cuenta de 5 millones de dólares en Suiza. Pero él se dice inocente y asegura que es objeto de una cacería política por parte del Gobierno. Su carrera política depende, de hecho, en que pueda seguir presentándose ante sus parlamentarios afines y la opinión pública como víctima mientras trata de despejar las acusaciones judiciales. La próxima semana Rousseff comprobará si la subasta de ministerios ha sido acertada, en una votación sobre recortes presupuestarios.
La próxima semana Rousseff comprobará si la subasta de ministerios ha sido acertada, en una votación sobre recortes presupuestarios. Pero la reforma ministerial no sólo persigue esa estabilidad. También afecta al partido de Rousseff, el PT. El ministro de la Casa Civil, Aloizio Mercadante, una suerte de primer ministro, fiel escudero de Rousseff, ha sido rebajado a ministro de Educación. En su puesto ha sido nombrado el ministro de Defensa, Jaques Wagner, hombre mucho más de la confianza de Lula. La influencia del carismático ex presidente brasileño en todo este cambio es, según la prensa brasileña, evidente. El periódico O Estado de S. Paulo publicaba hoy al respecto una foto reveladora, en la que se apreciaba, en el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, residencia oficial de Rousseff, al propio Lula conversando mientras camina al lado de un dirigente del PT, unos pasos por detrás de la presidenta.
Rousseff ha anunciado además una batería de medidas para contener el gasto en los ministerios enfocadas a dar impresión de austeridad de cara al resto del país: los ministros se reducen el sueldo en un 10%. Asimismo, se suprimirán 3.000 empleados municipales repartidos en varios municipios y se elaborarán planes para ahorrar en alquileres, gastos de luz, agua y teléfonos.
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