Rousseff usa la ONU para lanzar un mensaje de tranquilidad sobre Brasil
La presidenta dice que no tolerará la corrupción y que los problemas no son estructurales
Ni la economía de Brasil se hunde ni su gobierno tolerará la corrupción. Ese es el mensaje que lanzó la presidenta Dilma Rousseff este lunes en la Asamblea General de Naciones Unidas que su país abre cada año. Brasil quiere ser un jugador global conforme al peso de su población y economía, y así lo reivindicó una vez más la mandataria. Pero en lugar de apostar por un mensaje internacionalista típico de estos foros, hizo un discurso en clave sobre todo interna para calmar a mercados y electores.
“Brasil no tiene ningún problema estructural serio”, sostuvo Rousseff ante los líderes mundiales (el presidente estadounidense, Barack Obama, habló justo después).
La mandataria reconoció que el gigante brasileño “ha llegado a su límite” en los intentos, en los últimos seis años, de adoptar medidas para impedir un contagio de la crisis internacional. “La lenta recuperación de la economía y el fin del superciclo de las materias primas ha afectado negativamente nuestro crecimiento económico”, admitió.
Pero los problemas de la economía brasileña “se limitan a las circunstancias actuales” ante los que el país está respondiendo con un paquete de medidas que “garantizarán el crecimiento” de nuevo, aseveró.
“La economía brasileña es hoy más fuerte, más sólida y más resiliente que hace algunos años”, subrayó la presidenta brasileña. “Estamos en condiciones de superar las dificultades actuales y avanzar por el camino que lleva al desarrollo”, insistió.
Rousseff también abordó los escándalos de corrupción que han plagado a su gobierno y partido.
“Ni el Gobierno ni la sociedad brasileña toleran la corrupción”, afirmó la mandataria, quien apeló a su pasado de luchadora contra la dictadura militar para reafirmar su respeto por las “leyes y los derechos”.
“Queremos un país donde los gobernantes se comporten estrictamente de acuerdo con sus deberes, sin ceder a los excesos. Un país donde los jueces juzguen con libertad e imparcialidad, sin presiones de ningún tipo y desligados de pasiones políticas, sin comprometer jamás la presunción de inocencia de ningún ciudadano”, acotó.
En un año en que Naciones Unidas celebra su 70 aniversario y que el mundo sigue acosado por amenazas y crisis como las de los refugiados sirios que huyen de la guerra civil de su país y de la amenaza del Estado Islámico, la ONU debe ser capaz de “actuar con rapidez y eficacia contra todo acto de lesa humanidad”, reclamó la brasileña.
Rousseff evocó la imagen de Alan Kurdi, el pequeño sirio de tres años cuya fotografía ahogado en una playa turca conmovió al mundo para reclamar una mayor solidaridad con los refugiados de ese conflicto.
“La profunda indignación causada por la imagen de un niño sirio muerto en las playas de Turquía y de los 71 asfixiados en un camión austriaco deben llevarnos a tomar medidas de solidaridad”, reclamó Rousseff, quien criticó por “absurdo” cualquier intento de “impedir el libre movimiento de las personas”, aunque se abstuvo de señalar directamente a ningún país.
En vez de ello, expuso como ejemplo Brasil, que según su presidenta, es un país “anfitrión” que ha acogido a lo largo de su historia a “millones de europeos, árabes, asiáticos”, porque “tiene los brazos abiertos” y ha sabido “coexistir con las diferencias” para hacerse una nación “más rica y diversa social, cultural y económicamente”.
Durante su discurso que, con 22 minutos fue uno de los más breves de la sesión, Rousseff volvió a citar el histórico reclamo brasileño a favor de una reforma del Consejo de Seguridad que, advirtió, “no puede aplazarse para siempre”.
Para Brasil, otro tema “inaplazable” es la creación de un Estado palestino y, aunque Rousseff saludó el inicio de normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, subrayó la necesidad de que “este proceso se complete con el fin del embargo contra Cuba”.
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