Scioli acaricia la victoria a un mes de las elecciones
Macri no remonta porque Sergio Massa, el tercero en discordia, resiste cerca del 20% y evita que agrupe los votos de la oposición
La gran batalla para repartir el poder en Argentina afronta su recta final. Queda un mes para las elecciones presidenciales del 25 de octubre y las encuestas marcan que Daniel Scioli, el hombre designado a regañadientes por Cristina Fernández de Kirchner como su sucesor, es el gran favorito. La clave para él es ganar en primera vuelta, porque en una segunda con todos los votos de la oposición unidos contra él correría muchos más riesgos de derrota. Y las últimas encuestas indican que lo tiene al alcance de la mano, aunque se le puede escapar por unas décimas.
Mauricio Macri, afectado por un escándalo de contratos públicos de uno de sus fichajes estrella, el periodista deportivo Fernando Niembro, pero sobre todo por su imagen de representante de la derecha y de hijo de uno de los empresarios más ricos del país, no consigue subir lo suficiente. Scioli necesita superar el 40% y ganarle a Macri por más de 10 puntos y las encuestas le colocan justo en esa situación.
Macri no está logrando superar la barrera del 30% que necesita, según los sondeos. De los cuatro publicados el fin de semana, tres dan a Scioli ganador en primera vuelta aunque con márgenes mínimos, de unas décimas. El principal responsable es el propio Macri, que no remonta, pero también Sergio Massa, el tercero en discordia, que resiste cerca del 20% y evita que Macri agrupe todos los votos de la oposición.
En este contexto favorable, Scioli, que en realidad apenas ha movido sus apoyos electorales desde las primarias de agosto, donde rozó el 39%, trata de que no pase nada hasta las elecciones y así poder ganar sin hacer ruido. Scioli lo ha pasado muy mal estas semanas, sobre todo con las inundaciones en Buenos Aires —es el gobernador de la provincia— y su polémico viaje a Italia, pero ha resistido y el escándalo en el entorno de Macri, que los macristas ven como una operación del Gobierno, le ha beneficiado.
Scioli no quiere correr ningún riesgo. El Gobierno ha logrado que la economía, su gran preocupación electoral, llegue de forma controlada, sin grandes sobresaltos, hasta este mes clave. Rodeado de países en plena turbulencia, como Brasil o Venezuela, Argentina sigue creciendo aunque solo ligeramente y subiendo los salarios al ritmo de la inflación. La mayoría de los expertos creen que los problemas quedan para el próximo Gobierno, pero la estrategia de llegar hasta las elecciones como sea funciona.
En este contexto, Scioli tiene prácticamente descartada su participación en un debate presidencial que por primera vez en la historia de Argentina se había organizado para el 4 de octubre. Su silla, con toda probabilidad, quedará vacía. Su entorno está ofreciendo todo tipo de excusas públicas pero la realidad es que el candidato no quiere arriesgar.
Aún así, un mes en la política argentina es una eternidad. Los expertos en encuestas señalan que Argentina es uno de los países en los que el voto es más volátil y se decide en los últimos días. La ausencia de partidos fuertes y la mezcla ideológica que se da en muchos candidatos que hace años defendían el neoliberalismo y ahora apuestan por aumentar el papel del Estado, como sucede con Daniel Scioli —que fue un fichaje de Carlos Menem, el gran promotor del neoliberalismo en Argentina en los 90— y Mauricio Macri —que viene de la derecha de este país y criticaba las nacionalizaciones de los Kirchner que ahora defiende— explican esta escasa fidelidad de los votantes.
La incógnita se mantendrá pues hasta el último día y las operaciones políticas para mover unos miles de votos que pueden ser decisivos se van a multiplicar. La economía está relativamente tranquila aunque la situación es compleja y cada semana hay sobresaltos, sobre todo con la cotización del dólar no oficial. El Gobierno se niega a devaluar en plena campaña, por lo que los precios argentinos son los más altos de la región, pero la devaluación de Brasil presiona cada día.
Rechazo al ajuste
En el mundo del poder, sobre todo empresarial, se ha instalado la idea de que Scioli será el próximo presidente. Y la gran incógnita consiste en saber si hará un giro de la política económica seguida por el kirchnerismo. Él, en público, da síntomas de lo contrario. Pero ni siquiera los kirchneristas se fían de un hombre al que han criticado siempre, aunque ahora han optado por defenderle porque era el único con posibilidades de ganar las elecciones.
Por si acaso, la presidenta y su entorno llevan meses preparando un escenario en el que Scioli tenga el mínimo margen posible de deshacer su obra. El pasado miércoles se aprobó en el Congreso un hito en esa estrategia de rodear a Scioli: una ley que impide vender ningún activo empresarial en manos del Estado —algo pensado sobre todo para las empresas nacionalizadas, como YPF, los ferrocarriles, el agua o Aerolíneas Argentinas— si no se cuenta con dos tercios de los diputados.
Fernández de Kirchner lanza además cada día mensajes contra los que estén pensando en hacer un ajuste. "Los que quieren ajustar son los que nunca pasaron hambre", señaló el miércoles. Se refería a Macri, rico desde la cuna —Scioli también lo es, aunque menos, y la propia Kirchner declara ahora una fortuna importante pero no nació en una familia rica— pero el mensaje contra el ajuste también deja claro a su sucesor que cualquier tentación en ese sentido será rechazada por un kirchnerismo que está en fase de salida pero va a conservar un importante número de diputados y está colocando a muchos de sus miembros en cargos intermedios de instituciones clave como el Banco Central.
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