El colombiano que puso contra las cuerdas al presidente de Guatemala
Iván Velásquez, que en su país investigó los nexos de Uribe con los paramilitares, ha liderado las investigaciones sobre Otto Pérez Molina
A Iván Velásquez (Medellín, 1955) le tomó poco tiempo cambiar la historia de Guatemala. Desde que llegó en octubre de 2013 a la Comisión internacional contra la Impunidad de ese país (CICIG), quienes conocían al que en Colombia es llamado el “magistrado estrella” sabían que pronto destaparía algún escándalo. Y así fue. El pasado 16 de abril, la CICIG publicaba la investigación del caso La Línea, que demostró una red de corrupción en las aduanas de ese país, que involucraba a varios altos funcionarios del Gobierno. Guatemala estalló entonces. Las protestas se tomaron las calles y en menos de un mes, la vicepresidenta Roxana Baldetti Elías fue obligada a renunciar. En cabeza de Velásquez, la CICIG también comprometió al Instituto Guatemalteco de la Seguridad Social, que adjudicó tratamientos de hemodiálisis a una empresa que no tenía los requisitos para realizarlos. Hoy los guatemaltecos no se miden en halagos frente a la labor del colombiano. Por primera vez en la historia de Guatemala un presidente tras perder su inmunidad de ve obligado a dimitir. Las investigaciones de Velásquez no le dejaron más salida.
Gerson Sotomayor, analista del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, considera el papel de Velásquez como fundamental en lo que hoy tiene a su país siendo testigo del mayor caso de corrupción que involucra a altos funcionarios con consecuencias jurídicas. “El comisionado (Velásquez) ha venido a impulsar casos que nadie más hubiera podido. Es muy difícil dar seguimiento a los delitos de cuello blanco, a la corrupción dentro del Estado, pero él lo pudo hacer porque no tiene ataduras que condicionen su actuar en este país, debido a que él no es de acá”, dice Sotomayor.
Para quienes conocen su trabajo en Colombia, las apreciaciones que dan analistas como Sotomayor tienen gran valor. Paradójicamente, en su país, Iván Velásquez probó el sabor amargo de lo que significa un poder judicial “intimidado”, como señala el Congresista Alirio Uribe, quien conoció de cerca el labor de Velásquez como magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
“Parece que nadie es profeta en su tierra. Cuando él intentó consolidar un equipo especial para adelantar las investigaciones que llevaba sobre los vínculos entre políticos, empresarios y grupos paramilitares, empezó a ser perseguido por el propio presidente de esa época, Álvaro Uribe, quien lo señaló de comprar testigos y de hacer de hacer montajes para acusar falsamente”, cuenta el congresista. Se refiere a la ‘parapolítica’, un escándalo destapado por Velásquez y que llevó a más de una veintena de políticos y empresarios a la cárcel, incluido Mario Uribe, primo del entonces presidente y actual senador del Centro Democrático.
Su labor en este caso lo llevó a ser perseguido y ser una víctima más de las llamadas ‘chuzadas’, como se conoce a las interceptaciones ilegales que desde el departamento de seguridad y altos mandos del gobierno eran ordenadas para espiar a magistrados, periodistas y líderes de oposición. Fue perseguido, amenazado, intimidado.
“Nada de lo que se intentó decir contra él se comprobó, pero al final sí perdimos la posibilidad de ver qué hubiera pasado en Colombia si sus investigaciones hubieran continuado. Es bueno saber que en Guatemala lo respaldaron, le dieron la oportunidad y está contribuyendo a construir un país justo”, asegura el congresista Alirio Uribe, también víctima de ‘chuzadas’.
Helen Mack, reconocida activista en la lucha contra la impunidad en Guatemala, destaca el valor de Velásquez para destapar redes de corrupción que parecían inquebrantables. “Comprende muy bien cómo funcionan y por eso logró desenmascararlas. Las ha perseguido en Colombia, y acá ha venido con el impulso de hacerlo también”, dice Mack, una de las impulsoras para la creación de la CICIG, que reconoce también las características personales de Velásquez ,“se le valora su sencillez y su nulo deseo de cobrar protagonismo. Su objetividad logró que los guatemaltecos que siempre supimos de esas redes de corrupción, viéramos por fin un caso sólido”.
Mientras en Colombia aún recuerdan cómo en el año 2012 lo relevaron sorpresivamente del cargo como coordinador de la unidad de investigación de parapolítica, en Guatemala su imagen es la de un héroe. “El San Iván de la justicia”, se lee en uno de los tantos mensajes que acompañaron ayer la noticia de que Guatemala había amanecido sin presidente.
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