El río de la contaminación
Vecinos de Buenos Aires que viven entre la suciedad del Riachuelo sufren graves dolencias
El Riachuelo que separa la ciudad autónoma de Buenos Aires de los suburbios del sur es uno de los diez lugares más contaminados del mundo, según un estudio del norteamericano Blacksmith Institute y la Cruz Verde Suiza. Es el único espacio de Latinoamérica que figura en ese ranking, junto a otros de Ucrania, Rusia, África y Asia. El Riachuelo también aparece en un informe de la organización ecologista WWF como uno de los diez ríos más sucios del planeta, junto al río Bravo, que divide EE UU y México; el Danubio y otros de Asia, África y Oceanía.
En la ribera de El Riachuelo aún viven 17.700 familias, la inmensa mayoría pobres. Una orden judicial dispuso en 2008 que nadie quedara viviendo allí, pero el Estado de momento solo realojó a 578.
“Yo vivía ahí, al lado del árbol y de El Riachuelo, veía los patos en primavera. Cuando baja la marea, huele a podrido, pero cuando sube, ofrece un buen espectáculo, como si fuera Venecia”, añora Guillermo Rivera, boliviano de 53 años que vivió 20 de ellos en la costa del río. Rivera, su esposa y otras 120 familias fueron trasladados en enero pasado de Villa 26 (un barrio de chabolas), que se extiende a lo largo de El Riachuelo, a apartamentos nuevos a 800 metros de allí.
Unas 274 plantas están clausuradas por contaminar el río y otras 782 deben reconvertirse
Pero no todos los vecinos de la 26 tuvieron la suerte de mantenerse sanos, como Rivera y su familia. Josefa Gómez, de 51 años, padece asma desde hace ocho. Lleva 22 años en el barrio. Poco después de mudarse allí le aparecieron ronchas y granos. Su hija, de 22, sufrió el año pasado tuberculosis. Josefa cuenta que, al igual que los demás habitantes de las villas argentinas, soporta la discriminación, “pero lo peor es vivir un lugar contaminado. Lo otro se aguanta”. Bebe mate con una antigua vecina que también se mudó en enero, Marta Gómez, de 48 años. “Desde que me fui tuve dos neumonías. Están viendo si es por haber vivido acá”, comenta Marta.
Al lado de la Villa 26, también sobre la costa, otras 32 familias fueron trasladadas en 2011 desde una chabola en el Barrio Luján hasta apartamentos lejos de allí, en Soldati, pero una de ellas regresó hace dos meses. “Allá había bandas de pibes que les decían a mis hijos que estaban con ellos o contra ellos. Allá hay mucha violencia. Me arriesgué a volver, pero prefiero un lugar contaminado que uno inseguro”, relata Susana, de 43 años, casada y madre de siete hijos. La mayoría de ellos padece asma, e incluso una suele quedar ingresada dos o tres veces al año.
En las costeras villas 26, 21, 24 e Inflamable, uno de cada cuatro niños menores de seis años tiene una cantidad de plomo en la sangre que más que duplica el mínimo aceptable para la salud, según Sergio Federovisky, biólogo, periodista especializado en medio ambiente y candidato a diputado. Villa Inflamable es la más grande y está encastrada en un polo petroquímico en el que está la planta de refino de Royal Dutch Shell y otras fábricas de menor envergadura de Petrobras, YPF o la belga Solvay. “Hay empresas conocidas con doble estándar: en Argentina hacen lo que se les da la gana”, ataca Federovisky.
Hasta marzo pasado había 274 plantas clausuradas en la cuenca de El Riachuelo, entre ellas, las de dos de las principales cadenas de supermercados en Argentina, la local Coto y la chilena Jumbo. Otros 782 establecimientos estaban en vías de reconversión, pero por lo menos llevaban cuatro años en ese estado, incluidas las sucursales de grandes multinacionales del sector alimentario, el transporte o la energía. Otras 503 ya habían completado su reconversión.
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