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ABRIENDO TROCHA
Columna
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Colombia: despejando el camino

Como lo explicó el domingo Santos, no es este el mejor momento del proceso de paz

Diego García-Sayan

Como lo explicó públicamente el domingo el presidente colombiano Juan Manuel Santos, no es este el mejor momento del proceso de paz. La prolongación de las negociaciones y el ruido del conflicto —incluidos los severos daños ambientales por voladuras de oleoductos producidas por las FARC— fue afectando la legitimidad y el respaldo público al proceso. Y, con ello, poniéndolo en peligro pues difícilmente el proceso de paz podría culminar con el país en contra.

Del mensaje del domingo los medios han resaltado especialmente el anuncio del plazo de cuatro meses para seguir o no con el proceso “dependiendo de si las FARC cumplen” con el cese del fuego al que se han comprometido. Muy importante lo del cese del fuego, y ambicioso lo de los cuatro meses, pues quedan en agenda aspectos difíciles como la justicia, las reparaciones y la desmovilización de las FARC. Pero explicable por la impaciencia del país.

Cada proceso es único y no hay “modelos” a copiar

Me da la impresión, sin embargo, que lo verdaderamente trascendente de lo anunciado es el paso decisivo —concertado entre las partes— de poner en marcha un mecanismo internacional de “monitoreo y verificación” del cese del fuego. De lo que dan cuenta los procesos de paz exitosos es que, si lo que está de por medio son asuntos tan complejos y difíciles como la desmovilización y lo que se ha dado en llamar “la dejación de armas” (desarme) de miles de combatientes y su posterior reinserción en la vida civil, nada de eso fluye sólo ni está exento de enormes amenazas, riesgos y dificultades. Sin un sistema de verificación y observación serio y de peso, mucho de lo firmado puede acabar siendo papel mojado.

Diversas experiencias exitosas dan cuenta de que en el proceso de cumplimiento de un acuerdo de paz y su respectiva desmovilización-entrega de armas-reinserción, la verificación internacional es indispensable. En esto no se puede reinventar la rueda: procede nutrirse de exitosas experiencias en situaciones semejantes.

Sin un sistema de verificación y observación serio y de peso, mucho de lo firmado puede acabar siendo papel mojado
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Un ejemplo. En el caso de El Salvador, que conocí de cerca, la presencia en el terreno de más de 1.500 observadores internacionales —militares, policiales y civiles— dentro del marco de la ONU fue absolutamente crucial para culminar exitosamente la concreción de la paz. Por cierto, que el tamaño del país (21.000 kilómetros cuadrados) permitió que esa presencia internacional tuviera particular significación en el cumplimiento de los acuerdos concertados entre los salvadoreños. En cualquier caso, lo evidente es que sin esa verificación internacional el proceso muy probablemente hubiera encallado.

Sin embargo, Colombia no es El Salvador. Cada proceso es único y no hay “modelos” a copiar. Las particularidades de la verificación en Colombia no han sido escritas aún por las partes, pero es obvio que por la complejidad y duración del conflicto, la solidez de muchas de sus instituciones y su extensión territorial —la mayoría de los 32 departamentos de Colombia es más grande que todo El Salvador—, no se puede “importar”, copiar ni imaginar algo igual a lo de El Salvador. Lo que se sí se desprende sobre el “sistema de verificación y observación internacional” es lo cualitativo; en una perspectiva cuyas características propias tendrán que ir definiendo los colombianos.

El diseño y puesta en funcionamiento del anunciado “sistema” entraña una enorme complejidad institucional, política y presupuestal. Y convoca con urgencia a la imaginación creadora pues, de acuerdo a lo anunciado, empezaría a operar desde ya para monitorear el cese del fuego unilateral anunciado por las FARC y acompañar el también anunciado “desescalamiento” del conflicto. Asunto medular y verdadera prueba de fuego para Colombia y las capacidades internacionales. Se cuenta, felizmente, con ricas y exitosas experiencias de las cuales nutrirse para poder acompañar con vigor este proceso creativo de los colombianos.

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