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Los cinco grandes puntos de fricción que lastran la relación EE UU-China

Ambos países celebran el Diálogo Estratégico y Económico bilateral en Washington

Macarena Vidal Liy
Kerry con la viceprimer ministra de China, ayer en Washington.
Kerry con la viceprimer ministra de China, ayer en Washington.M. REYNOLDS (EFE)

Las nunca fáciles relaciones entre EE UU y China se someten esta semana al “debate franco” -ese eufemismo diplomático que generalmente describe unas acaloradas discusiones- entre sus dos Gobiernos. Cerca de 400 altos funcionarios chinos y ocho secretarios del Ejecutivo estadounidense participan en el Diálogo Económico y Estratégico bilateral, el foro anual de alto nivel en el que las dos principales potencias abordan los escollos en la relación internacional más importante del mundo.

En esta séptima edición, que se desarrolla en Washington durante tres días, los participantes prepararán la visita del presidente chino, Xi Jinping, a la capital estadounidense el próximo septiembre. Pero también intercambiarán opiniones sobre desacuerdos como el ciberespionaje, el mar del Sur de China, el banco asiático de inversiones que promueve Pekín o los derechos humanos.

Estos son algunos de los principales asuntos que han generado roces más recientemente entre ambos:

Ciberespionaje

Estados Unidos todavía está intentando descubrir el alcance exacto del último ataque informático contra la Oficina de Gestión de Personal, el departamento de recursos humanos del Gobierno estadounidense. Los piratas tuvieron acceso a los datos de cuatro millones de funcionarios. Washington sospecha de la responsabilidad de Pekín y que China aproveche la información obtenida para tratar de captar espías.

Este es tan solo el último episodio en una larga cadena de reproches mutuos sobre ataques informáticos, y que el año pasado llevó al Gobierno chino a suspender las conversaciones bilaterales sobre ciberseguridad. Antes del comienzo del diálogo en Washington, Pekín ha sostenido que retomarlas “dependerá de que EE UU cree las condiciones necesarias”. El asunto dominó el inicio de las conversaciones en una cena privada entre el secretario de Estado, John Kerry, y el consejero de Estado chino, Yang Jiechi, el lunes, así como los discursos formales de apertura del diálogo el martes.

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EEUU exige que China ponga fin a la construcción de estas islas artificiales en aguas en disputa, y en las que Washington calcula que Pekín ha creado más de 800 hectáreas de tierra firme en apenas un año y medio. China anunció la semana pasada que ha concluido las obras en algunos de los arrecifes en los que trabajaba en las islas Spratly y ahora iniciará la próxima fase, la construcción de instalaciones con fines militares y civiles. Pekín considera que esas islas, como las Paracel y los bancos de Scarborough, son parte de su territorio y ha exigido a un avión espía estadounidense que dejara de sobrevolar las áreas en disputa. EE UU, que considera que se trata de aguas internacionales, insiste en que seguirá esos vuelos.

En los últimos días, Pekín se ha mostrado más conciliadora y esta semana ha asegurado que “el desarrollo de la Historia muestra que la cooperación sobrepasa de lejos las disputas” entre los dos países.

Derechos humanos

EE UU ve con preocupación lo que parece constituir un endurecimiento del control de Pekín sobre la sociedad civil, mediante leyes como las propuestas contra las ONG extranjeras o sobre la Seguridad Nacional. También se ha manifestado contra las recientes condenas o detenciones de prominentes defensores de los derechos humanos como el profesor uigur Ilham Tohti, condenado a cadena perpetua, o Xu Zhiyong, fundador del Movimiento Nuevo Ciudadano.

El Banco Asiático de Inversión

Tras haberse opuesto públicamente a la creación del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (BAAI) propuesto por China, Washington parece ahora resignado a que la institución se convierta en realidad este año. Más de 50 países, entre ellos los principales europeos pero con la notable ausencia de Japón, se han adherido como miembros fundadores, tras unas reticencias iniciales, y participan en las negociaciones para establecer los principios de funcionamiento de la entidad financiera, que tendrá su sede en Pekín.

El renminbi

China aspira a que el renminbi o yuan, su divisa, se convierta en la quinta moneda que componen la cesta del Fondo Monetario Internacional (FMI). En el pasado, EE UU ha denunciado reiteradamente que el yuan contaba con una cotización manipulada que proporcionaba a Pekín ventajas comerciales, aunque el mes pasado el Fondo declaró que la divisa china ya no cotiza por debajo de su valor real.

No todo son fricciones

Pese a sus desacuerdos, las dos potencias, que mantienen una relación comercial en torno a los 550.000 millones de euros, insisten públicamente en destacar las numerosas áreas en las que colaboran de modo fructífero, desde el medio ambiente hasta los programas nucleares de Corea del Norte o Irán.

En el inicio este martes de las sesiones formales de trabajo del diálogo, ambas delegaciones aseguraron que buscan una relación "sincera" y sin enfrentamientos. "Esta relación es simplemente demasiado importante. No solo nosotros, sino el mundo entero depende de nuestro éxito mutuo", declaró el vicepresidente estadounidense, Joe Biden. La viceprimer ministra china Liu Yandong le replicaba que las diferencias se pueden solventar si ambas partes "respetan y tienen en cuenta los intereses clave del otro y se comprometen a una actitud constructiva para reducir los malos entendidos y los errores de cálculo".

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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