Libia se queda sin munición frente al Estado Islámico
Los avances del Califato elevan la presión sobre los dos Gobiernos enfrentados
Las banderas negras del Estado Islámico comienzan a extenderse como una mancha letal sobre el mapa de Libia. La mancha ocupa puertos, aeropuertos (como el de Sirte), autopistas y yacimientos petroleros vitales para la economía del país. Y, mientras los yihadistas afianzan su posición, los dos Gobiernos enfrentados —el de Tobruk, en el este, reconocido por la comunidad internacional, y el de Trípoli, formado por la alianza de varias milicias islamistas— no consiguen ponerse de acuerdo para pactar un acuerdo de unidad nacional.
La última noticia sobre la precariedad de la situación la ofreció un portavoz del Gobierno de Tobruk, quien aseguró este martes que los militares que combaten al Estado Islámico en la ciudad de Bengazi, la segunda mayor del país, se están quedando sin municiones. “Estamos enfrentando al terrorismo en nombre de todo el mundo”, señaló el citado portavoz antes de reclamar la ayuda internacional. Pero la ayuda se resiste a llegar mientras no haya un acuerdo entre Trípoli y Tobruk.
“La condición indispensable para combatir al Estado Islámico”, explica un diplomático europeo que mantiene una relación estrecha con las partes en discordia, “es que los dos Gobiernos dejen de matarse”. “Sin un acuerdo entre ellos no habrá ayuda de la comunidad internacional. Y sin ayuda, el EI seguirá extendiéndose. Los yihadistas tienen armas y dinero. Mientras que los Gobiernos de Trípoli y Tobruk cada vez están más desgastados por la guerra civil que mantienen. Estamos hartos de decirles a Trípoli y Tobruk que en estos días se juegan el futuro del país para las próximas décadas, que tienen que llegar a un acuerdo y ese acuerdo debería firmarse la próxima semana en la ciudad marroquí de Sjirat”, apunta.
En Sjirat, a unos 20 minutos en coche desde Rabat, se han desarrollado en los últimos meses tres rondas de negociaciones. A principios de la próxima semana deberían reunirse de nuevo las delegaciones de los Gobiernos de Trípoli y Tobruk. Hasta el momento, solo ha confirmado su asistencia la delegación de Tobruk. La de Trípoli debe decidirla entre este miércoles y este jueves. Si acudieran ambas partes tendrían que firmar el acuerdo de unidad nacional. Y una vez firmado, deberán volver a Libia y presentarlos ante sus Parlamentos para buscar la aprobación. No será un camino de rosas. Pero, hoy por hoy, parece el único posible.
El objetivo de la ONU y de su enviado especial como mediador en el conflicto libio, Bernardino León, es que se selle el acuerdo antes del inicio de Ramadán, a mediados de junio. León se muestra optimista y cree que el 75% de los responsables políticos libios son partidarios de firmar la paz. El enviado especial ha advertido a ambas partes que el acuerdo no será perfecto, que siempre habrá cesiones dolorosas. Pero esas cesiones serán mucho más beneficiosas para el país, que las que se están haciendo día a día ante el avance del Estado Islámico.
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