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MIEDO A LA LIBERTAD
Columna
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América: el nuevo mapa

Muchas instituciones se verán afectadas por la vuelta de EE UU a un papel protagonista en la región

Barack Obama ha entendido en el tramo final de su mandato —seguramente, el más productivo— que, como reza la Biblia, “antes de decir sí, hay que decir no”. Es necesario cerrar carpetas y acabar con creencias y comportamientos que ya no caben en el mundo que vivimos.

Raúl Castro y Barack Obama se dieron la mano. Efectivamente, fue el certificado de defunción de la vieja Guerra Fría. El gesto va mucho más allá de la repercusión entre los dos países que, simbólicamente, es mucha. Es un mensaje que —de golpe— crea un nuevo mapa y nuevas realidades para todos los jugadores.

Hay un montón de instituciones que se verán afectadas por la vuelta de Estados Unidos a un papel protagonista en el presente y futuro de América Latina. Venezuela, Argentina, Brasil, México y todos los nuevos escenarios económicos en los que estamos inmersos deben entenderse a la luz de la nueva realidad. Y esta no es la que se crea sólo por la restauración de las relaciones entre la isla y el gran imperio, sino la que entrelaza todo el juego de intereses que se dieron cita en la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá y lleva al acuerdo con Teherán, que, de momento, es aún más una intención que una realidad.

Así como en el viejo mundo los misiles de Nikita Kruschev colocaron a Cuba como protagonista singular de la historia reciente, la nueva realidad de la penetración iraní en el continente latinoamericano a través de Argentina, Brasil, Venezuela y México sitúa el acuerdo con Teherán y la cita de Panamá en el corazón de los nuevos equilibrios.

Hay un mundo que reordenar y que reinventar. En esta nueva realidad americana en la que Estados Unidos no solo regresa con sus armas, su software y su dinero, sino también con su capacidad de rectificar y hacer política, ¿qué papel queda para el resto de los países de la zona?

Por ejemplo, en materia de seguridad ¿dónde será más fácil entenderse y acabar con el lioso asunto de la situación venezolana? Y obviamente, como pasa con las FARC en Colombia, todo eso es más sencillo solucionarlo en La Habana que en Caracas o Bogotá.

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Barack Obama, que no verá terminar lo que ha empezado, ha puesto en evidencia y con valor que es capaz de superar viejos tabúes: más de 50 años de embargo no han servido para nada, excepto para que el pueblo cubano sufriera mucho en una doble tenaza, la que le impuso Fidel Castro y los Gobiernos de Estados Unidos.

Sin embargo, la gran fuerza de Cuba hoy está en que se ha convertido en una pieza fundamental del rompecabezas de la solución, en cierto sentido continental. Por ello, hay que ir pensando para qué sirven ahora todas esas organizaciones regionales tal y como las hemos conocido, desde la OEA hasta las cumbres iberoamericanas. ¿Dónde quedan en esta nueva dinámica y qué sentido tienen instituciones como Unasur o el ALBA en una realidad económica completamente diferente y con un nuevo jugador central en el tablero que se llama Estados Unidos?

Este año hay elecciones en Argentina, votaciones en México, negociaciones de paz en Colombia…, pero lo importante, sobre todo, será descubrir cuál es el nuevo instrumento que sirve para solucionar los conflictos de la América actual. En este sentido, es muy representativo que un grupo de expresidentes se hayan constituido en una fuerza de choque para cambiar la situación del enfrentamiento profundo entre Venezuela y Estados Unidos, a partir de la intervención cubana.

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