Pacto en las fuentes del Nilo
Egipto, Etiopía y Sudán llegan a un acuerdo sobre la distribución del agua del río
Los líderes de Egipto, Etiopía y Sudán firmaron el lunes en Jartum, la capital sudanesa, una histórica declaración de principios sobre la distribución del agua del río Nilo, un asunto que ha provocado fuertes tensiones entre los tres países durante los últimos años a causa de la construcción de un gran embalse en Etiopía. El acuerdo reconoce, de forma implícita, el derecho de Etiopía a construir la controvertida presa del Renacimiento a cambio de compartir la energía eléctrica que generará. Con una capacidad prevista de 63.000 millones de metros cúbicos, será una de las más grandes del mundo.
“Reafirmo que el gran embalse del Renacimiento no causará ningún daño a los países norteños de la cuenca del Nilo”, declaró el primer ministro etíope, Hailemariam Desalegn, en un nuevo intento de calmar los recelos que ha generado el proyecto en las opiniones públicas de Sudán y, sobre todo, Egipto. “Egipto y el resto de países de la cuenca del Nilo son una familia”, añadió el etíope.
“Vosotros os desarrollaréis y creceréis y yo estaré de vuestro lado, pero tened en cuenta que en Egipto, la gente solo vive del agua que viene de este río”, advirtió el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi. Siendo un país desértico, un 90% de los recursos hídricos de Egipto provienen del Nilo. “Teníamos dos opciones: podíamos cooperar para conseguir grandes cosas, o bien enfrentarnos y hacernos daño... Hemos escogido cooperar”, agregó el general egipcio.
El 90% de los recursos hídricos del país norteafricano procede de su cuenca
A pesar de que el Gobierno etíope ha repetido que el objetivo de la presa es generar energía hidroeléctrica, y no aumentar su consumo de agua destinada al regadío, el proyecto ha suscitado una enorme inquietud en Egipto. De hecho, durante el Gobierno del presidente islamista Mohamed Morsi, algunos de sus aliados llegaron a proponer sabotear la construcción de la presa mediante un bombardeo aéreo. Iniciada en 2011, ya se ha completado el 42% de su construcción, según las autoridades etíopes.
La distribución del agua del Nilo es motivo de una vieja disputa entre los 11 Estados —tras la partición de Sudán— que forman su cuenca. En 1929, con la región bajo control británico, se firmó un tratado internacional que ha regido la gestión de estos recursos hídricos hasta nuestros días. Modificado en 1959, el acuerdo otorga a Egipto una posición privilegiada: más de 50.000 millones de metros cúbicos de un total de 84.000, y el derecho a vetar la construcción de cualquier embalse más allá de sus fronteras.
Con Egipto y Sudán acaparando cerca del 90% del caudal del Nilo, el resto de los países de la cuenca hace tiempo que piden renegociar un reparto que consideran injusto. Sin embargo, El Cairo argumenta que el criterio no deben ser los kilómetros de cauce del río que cada país posee, sino sus necesidades hídricas y la existencia de fuentes de agua alternativas. Según datos de la Agencia de la ONU para el Desarrollo (PNUD), Etiopía cuenta con 123.00 millones de metros cúbicos (entre ríos, lluvia y aguas subterráneas).
La firma del acuerdo ha sido acogido con escepticismo entre algunos expertos egipcios. “El documento indica que Egipto renuncia al principio de notificación previa, así como al de no dañar”, explicó al diario al-Masry al-Youm Hany Raslan, analista del think tank Centro de Estudios Estratégicos Al Ahram. Según Raslan, la aceptación por parte de Egipto del acuerdo, cuyos detalles no han sido hechos públicos, significa un aval a la política de hechos consumados aplicada por Etiopía, lo que podría animar a otros países a seguir sus pasos y comprometer la cuota de agua que recibe el país árabe.
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