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Hungría desafía a la UE al recibir la visita de Putin

Unos 3.000 manifestantes rechazan en Budapest la presencia del mandatario ruso

Lucía Abellán
Un grupo de manifestantes protestan por la presencia de Putin en Budapest.
Un grupo de manifestantes protestan por la presencia de Putin en Budapest.BALAZS MOHAI (EFE)

El presidente ruso, Vladímir Putin, se exhibe poco por Europa desde que arrancó el conflicto en Ucrania. Ayer hizo una excepción para visitar al único mandatario comunitario que se jacta de tener una buena relación con él, el controvertido primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Aunque oficialmente el objetivo era negociar nuevos contratos de gas, la presencia del líder ruso en Hungría se convirtió en un símbolo que irritó en todo el continente. Unas 3.000 personas salieron a la calle en Budapest bajo el lema “No a Putin, sí a Europa”, informa Efe.

La protesta supuso un alivio para la Unión Europea, que observa con inquietud desde hace años la deriva autoritaria del jefe de Gobierno húngaro. La última muestra de ese distanciamiento se ha manifestado respecto a la relación de la UE con Rusia. Orbán ha aireado sus discrepancias con la política de sanciones hacia Moscú con el argumento de que Europa “se daba un tiro en el pie” al aprobar unas medidas que dañaban la economía del bloque comunitario. Pese a esas tensiones, en la práctica Hungría no ha bloqueado los castigos aplicados hasta ahora.

Vladimir Putin, este martes en su visita a Hungría.Foto: reuters_live

La Comisión Europea estaba al corriente de esta visita de Putin a territorio comunitario, aunque rehúsa hacer comentarios específicos. Una portavoz del servicio diplomático se remite a la línea de actuación que adoptaron los jefes de Estado y de Gobierno hace casi un año, tras la anexión de Crimea por parte de Moscú. En ese documento, los Estados daban por congelada la relación bilateral con Rusia y se reservaban la adopción de medidas más duras —que llegaron en verano, con las sanciones económicas— si la tensión crecía en Ucrania.

Con ese recordatorio, Bruselas alerta de que los países miembros se comprometieron a mantener la distancia con Rusia, algo que no cumple Orbán al recibir con honores a Putin y dejarse fotografiar junto a él. "Estamos convencidos de que dejar a Rusia fuera de Europa no es racional", aseguró el dirigente húngaro, que compareció con Putin tras varias horas de reunión. "Cualquiera que piense que la economía europea puede ser competitiva sin cooperación económica con Rusia, cualquiera que piense que la seguridad del suministro energético puede existir en Europa sin la energía que viene de Rusia está cazando fantasmas", añadió.

Hungría tiene buenos motivos para querer negociar con Rusia. La mitad de su consumo de gas depende de Moscú y los contratos de suministro vencen a finales de año. Además de renovar esos lazos con el gigante energético ruso Gazprom, los mandatarios pretendían hablar ayer de un proyecto más inquietante: la construcción de una planta nuclear en Hungría con financiación rusa.

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Pero más allá de las materias energéticas pendientes, la visita de Putin a Hungría representa un desafío por las dos partes. El mandatario ruso quiere mostrar al mundo que el castigo que le inflige Europa tiene grietas y Orbán, por su parte, ofrece una señal más de desapego hacia el bloque comunitario. El primer ministro húngaro, que fue un fiero opositor al comunismo soviético a finales de los ochenta, hoy recibe con agrado al representante de una Rusia muy diferente de la que renegaba entonces.

La visita de Putin contrasta con la que Orbán recibió hace apenas dos semanas de la canciller alemana Angela Merkel, la mayor representante de la ortodoxia europea y, en los últimos meses, defensora de la firmeza frente a Rusia, aunque la semana pasada medió activamente para los acuerdos de alto el fuego en Ucrania.

Más allá del coqueteo con Moscú, Bruselas ha chocado por otros motivos con Orbán, que gobierna con estilo autoritario desde 2010. Los continuos cambios constitucionales, los ataques a la libertad de prensa, el intento de controlar el banco central y un polémico plan para gravar el uso de Internet —que tuvo que ser retirado— son sólo algunas de sus políticas más contestadas.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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