EE UU condena a un exagente de la CIA por revelar información clasificada
Jeffrey Sterling fue acusado de entregar a un periodista datos de un programa contra el sistema nuclear iraní
El triángulo lo forman un periodista del diario The New York Times, un exagente de los servicios de inteligencia y el Gobierno de Estados Unidos. En el centro, un programa de la CIA para sabotear el sistema nuclear de Irán. Es uno de los nueve casos en los que la Administración del presidente Barack Obama se ha querellado contra un espía por filtrar información a la prensa. Y ha vuelto a ganar.
Jeffrey Sterling fue condenado este lunes por nueve cargos que abarcan desde revelar información relativa a la “seguridad nacional” a James Risen, periodista y escritor del Times, hasta obstrucción a la justicia. El exagente, de 47 años, permanecerá en libertad hasta el 24 de abril, cuando conozca su sentencia, tras pasar los últimos cinco años intentando demostrar su inocencia.
El Fiscal General, Eric Holder, ha calificado la decisión del jurado en contra de Sterling como “justa y apropiada”. Según el responsable del Departamento de Justicia, “las filtraciones pusieron vidas en peligro y constituyeron una grave violación de la confianza depositada por los ciudadanos” en el agente.
El Gobierno ha asegurado durante el desarrollo de este caso que Sterling actuó por despecho tras ser despedido de la CIA en 2003. El exagente habría contactado con Risen para denunciar lo que consideraba un caso de discriminación laboral, aunque después acabó proporcionándole más información sobre el programa en el que había trabajado y que tenía como objetivo sabotear el sistema nuclear iraní.
El debate sobre la protección de reporteros ha llegado hasta el Congreso, donde se debatió la creación de una nueva ley ‘escudo’ para la prensa
El caso de Sterling cobró especial relevancia en EE UU por estar implicado un periodista del diario más importante del país y que declaró estar dispuesto a ingresar en prisión antes que revelar su fuente. Según el Gobierno, la persona de la que recibió datos para su libro ‘State of War’ siempre fue Sterling, quien no sólo dio detalles de las operaciones en las que estuvo implicado, sino que también puso en peligro a otros agentes.
La negativa de Risen reabrió además un debate entre los medios estadounidenses sobre la protección de sus periodistas en casos como éste. El Gobierno no se querelló contra el escritor, pero sí le exigió que revelara su fuente. A pesar de que el derecho a la confidencialidad sobre el origen de la información está reconocido en varios países e instituciones internacionales, el Gobierno federal de EE UU no lo estipula, por lo que Risen podía haber ido a prisión.
El debate sobre la protección de reporteros ha llegado hasta el Congreso, donde se debatió la creación de una nueva ley ‘escudo’ para la prensa. La presión del Gobierno sobre los filtradores y los autores que puedan recibir su información ha aumentado durante la Administración Obama, que ha demandado a más exespías que todos sus predecesores juntos, coincide además con un aumento de las filtraciones. Solo en los últimos cinco años han salido a la luz los documentos revelados por la exsoldado Chelsea Manning a Wikileaks, o los de Edward Snowden a The Guardian y The Washington Post, exponiendo secretos del Departamento de Estado, el Pentágono y la Agencia de Seguridad Nacional.
El Departamento de Justicia anunció finalmente que no sentaría al periodista en el banquillo durante el juicio. El fiscal Holder, centro de la mayoría de las críticas contra la Administración durante este caso, concedía así una de las peticiones tanto de Risen como del Times. “Como demuestra este veredicto, es posible perseguir totalmente las revelaciones de información no autorizadas que dañan nuestra seguridad nacional sin interferir con el trabajo de los periodistas”, dijo Holder en su comunicado. La suerte de Sterling, sin embargo, no fue la misma.
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