El Ejército ruso se refuerza ante la ampliación de la Alianza Atlántica
La nueva doctrina de defensa de Moscú ve necesario aumentar el despliegue en Crimea, Kaliningrado y el océano Ártico
Este año, el Ministerio de Defensa de Rusia concentrará sus esfuerzos en desarrollar las posibilidades combativas y aumentar sus efectivos. Así lo aseguró, este martes, el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, Valeri Guerásimov, quien agregó que “se pondrá especial atención en la península de Crimea, Kalingrado y el Ártico”.
Las declaraciones de Guerásimov vienen a concretar lo que se desprende de la nueva doctrina militar, firmada por el presidente Vladímir Putin a fines del año pasado. Allí, se describían las principales amenazas para Rusia, las mismas que figuraban en el anterior documento, aprobado en 2010 bajo la presidencia de Dmitri Medvédev: el reforzamiento de la OTAN y el acercamiento de su infraestructura a las fronteras de Rusia y el escudo nuclear que despliega EE UU en Europa.
Pero, en la nueva doctrina de 2014, por primera vez, se establece la necesidad de defender los intereses rusos en el Ártico, así como de las relaciones de alianza con Abjazia y Osetia del Sur —cuya independencia Rusia reconoció después de la guerra con Georgia de 2008— y se habla del peligro que, según el Kremlin, representan las compañías militares privadas.
La guerra en el este de Ucrania ha enturbiado las relaciones entre Rusia y Estados Unidos y sus aliados europeos. Estos últimos han impuesto sanciones contra Moscú que, unidas a la caída de los precios del petróleo, están ejerciendo un efecto muy negativo en la economía rusa, por el apoyo que esta presta a los separatistas. En estas nuevas condiciones, el Kremlin considera natural reforzar a sus militares en el enclave de Kaliningrado, que tiene frontera terrestre con países de la OTAN, concretamente con Lituania y Polonia.
El Ártico, mientras tanto, se ha convertido, en los últimos años, en una región por la que muestran un gran interés tanto Rusia, como los otros países cuyos límites convergen en él, todos miembros de la Alianza Atlántica: Canadá, Dinamarca, EE UU y Noruega. En el Ártico, Rusia tiene el polígono nuclear de Nóvaya Zemlá (Nueva Tierra), en el que ha vuelto a desplegar cazas supersónicos interceptores MIG-31 mientras buques de la Flota del Norte patrullan en las cercanías. Y Crimea, que fue reincorporada a Rusia el año pasado provocando duras críticas por parte de Occidente y motivando sanciones, es el tercer frente al que el Kremlin ha decidido dar una relevelancia especial en 2015.
Mientras, en el este de Ucrania la situación ha vuelto a empeorar con frecuentes violaciones del alto el fuego. Los separatistas rusoparlantes temen que los combates puedan recomenzar debido a que Kiev aparentemente no controla a todas sus fuerzas. Así, según dijo este martes el vicepresidente del Parlamento de Donetsk, Víktor Pushilin, el comandante del batallón de la Guardia Nacional ucrania Sich emplazado en los alrededores de la ciudad ha advertido de que no está dispuesto a cumplir las órdenes de Kiev. “La ofensiva [ucrania] puede comenzar en cualquier momento; lo vemos por la cantidad de fuerzas que han concentrado en la línea de contacto”, declaró Pushilin.
A aumentar la tensión contribuye también el fracaso de los esfuerzos diplomáticos por solucionar la crisis. Las conversaciones celebradas en Minsk, en vísperas de Navidad, con la participación de representantes tanto de Ucrania como de los separatistas no dieron resultado y en la reunión del lunes en Berlín de los ministros de Exteriores de Alemania, Francia, Rusia y Ucrania tampoco hubo progreso, lo que determinó el aplazamiento de la cumbre que, el próximo jueves, se pensaba celebrar en Astaná, la capital de Kazajstán.
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