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Tribuna
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Los gobiernos tienen la camiseta pero no se atreven a iniciar el partido

Los negociadores se olvidaron de que llegaron a Lima para resolver una emergencia planetaria, no están demostrando coraje necesario

Instalación en Voces por el Clima, la exposición que acompaña a la COP20
Instalación en Voces por el Clima, la exposición que acompaña a la COP20 EFE

Hoy cumplimos seis días desde que se iniciaron las negociaciones de cambio climático en Lima, Perú. La buena noticia es que por fin los negociadores se pusieron la camiseta contra el cambio climático y están trabajando para preparar un nuevo acuerdo global que será adoptado en Paris 2015.

La mala noticia es que ninguno se atreve a iniciar el partido. Problemático.

Los negociadores llegaron a Lima con esperanza y optimismo. Los diálogos iniciaron con el anuncio de que China, Estados Unidos y la Unión Europea se van a comprometer a reducir sus emisiones. Los compromisos financieros hechos por diversos países al comienzo de este mes le dieron un empujón a las negociaciones. Y por último, la manifestación de miles de personas en más de 160 países del mundo por el cambio climático se sumaron a la coyuntura.

Desafortunadamente, parece que ahora los negociadores se olvidaron de que llegaron a Lima para resolver una emergencia planetaria. No están demostrando el coraje necesario para abarcar asuntos políticamente difíciles.

Sobre todo, no están tomando las decisiones necesarias para reducir las emisiones antes de 2020. Esto ha salido del radar político a pesar de que la ciencia es clara al afirmar que para evitar un cambio climático de consecuencias graves e irreversibles las emisiones deben llegar a su pico en esta década y luego disminuir rápidamente. Mientras el edificio se quema, los negociadores se enfocan en arreglar la alarma contra incendios.

Un acuerdo que olvide tomar medidas para que las emisiones lleguen a su pico antes de 2020 nos condenará a las arenas movedizas de los letales impactos del cambio climático.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático –máxima autoridad científica en el tema– ha sido enfático al afirmar que entre más nos tardemos en llegar a un pico de emisiones será más difícil reducir las emisiones a niveles que nos mantengan entre 1.5 y 2 grados centígrados de calentamiento en relación con la temperatura preindustrial, el limite que nos protege de un desajuste climático peligroso. De hecho, para alcanzar esta meta, las emisiones deben llegar a su pico antes de 2020 a pesar de que el nuevo acuerdo global solo entraría en vigor en 2020.

Los malos del paseo están en Lima buscando a toda costa llevarnos a un resultado político que sacrifique la ciencia, la equidad y el planeta. Esto tiene que cambiar o pagaremos las consecuencias a largo plazo.

Esta semana se publicó el reporte de adaptación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Este reporte nos da un vistazo hacia la pesadilla de futuro que nos espera: la economía global se quiebra y las desventajas de los países más vulnerables aumentan. Actualmente, esperamos que los costos para adaptarnos al cambio climático estén entre 70 a 100 miles de millones de dólares para el año 2050. Según el informe, los costos pueden llegar a ser entre dos a tres veces más inclusive si logramos reducir las emisiones lo suficiente para no sobrepasar el límite de 2 grados. Los compromisos financieros que se han puesto sobre la mesa demuestran que la brecha entre lo que tenemos y lo que necesitamos es abismal. Y nos estamos quedando cortos de tiempo.

La región de América Latina y el Caribe será gravemente afectada por esta brecha financiera que desestabilizará los esfuerzos de desarrollo de muchos de estos países. No se puede construir prosperidad estando en la quiebra e intentando adaptarse al cambio climático. Tan solo fuera de las salas de negociación en Perú, el cambio climático ya está teniendo impactos. Por ejemplo, las comunidades indígenas enfrentan escasez de alimentos debido a la variabilidad climática que afecta los patrones migratorios de los animales y la agricultura.

En Paris no podemos sacrificar un acuerdo basado en la ciencia y la equidad que nos proteja y conformarnos un resultado políticamente débil. Para lograr lo que el mundo necesita, nuestros líderes tienen que ponerse la camiseta, iniciar el partido y meterle un gol al cambio climático.

Tasneem Essop es jefe de la delegacion de WWF para la COP20.

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