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La muerte acecha a las tortugas marinas

Los habitantes de Baja California Sur protegen a esta especie en peligro de extinción que se reproduce en las costas mexicanas

Sonia Corona
Una tortuga recién nacida, en el Golfo de California.
Una tortuga recién nacida, en el Golfo de California. Alianza WWF-Telcel

Noé Araiza va todas las mañanas de julio a noviembre a la playa de Los Barriles (Estado de Baja California Sur, noroeste de México). Se pone unos guantes de látex y revisa si en su corral han nacido tortugas marinas. Son las siete de la mañana y dos centenares de estos reptiles ya han roto el cascarón. Noé les ayuda a salir de su nido y les acerca al mar. Suena su teléfono y, luego de asegurarse de que las tortugas han entrado al agua, se va en moto a dejar a su hija a la escuela para después acudir a su trabajo como parrillero en un restaurante. Así como Noé, algunos vecinos del Golfo de California (también conocido como Mar de Cortés) han comenzado a proteger a las miles de tortugas marinas que nacen en sus playas. De la mano de ONGs y por iniciativa propia han logrado garantizar la reproducción en México de esta especie en peligro de extinción.

Durante todo su ciclo de vida las tortugas marinas están expuestas al peligro de morir. Una vez que las adultas dejan enterrados en la playa sus nidos, el riesgo de que la crías no nazcan aumenta ante la presencia de animales depredadores, actividad humana en la playa y el robo de huevos para su comercialización. Después, cuando logran entrar al mar, y mientras ganan peso y tamaño son presas de cientos de animales marinos. Incluso ya como adultas continúan siendo alimento de otras especies y objetivos de la pesca . “Los números empiezan a ir hacia arriba, sobre todo por ser una especie con un ciclo de vida tan complejo. Realmente enfrentan una gran cantidad de obstáculos para sobrevivir”, explica Georgina Saad, coordinadora del Programa de Conservación de Especies Marinas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Noé Araiza abre un nido de tortugas para llevarlas al mar.
Noé Araiza abre un nido de tortugas para llevarlas al mar.Alianza WWF-Telcel

En el Golfo de California viven cinco de las siete especies de tortuga marina del mundo, pero solo tres --golfina, laúd y negra-- depositan sus huevos en las playas de la Península de Baja California. En los últimos 13 años, los habitantes de la región han logrado vigilar 150 kilómetros del litoral, proteger 19.000 nidos y liberar más 1,5 millones de crías al mar. Los vecinos, con ayuda económica del gobierno municipal y ONGs como la Alianza de WWF con la telefónica Telcel, han montado corrales en la costa, en donde concentran los nidos que recolectan durante las noches cuando las tortugas adultas salen del agua para desovar unos 100 huevos cada una.

En una de esas noches, hace cuatro años, Noé Araiza se convenció de unirse a la conservación de la tortuga marina y montar un corral en la costa. “Nunca había visto, a mis 30 años, una tortuga desovar”, cuenta con sorpresa. Su pequeña hija Noelia le acompañó y le animó a contribuir con tanta insistencia que el padre no pudo negarse.“La siguiente noche casi me exigió que fuéramos a ver otra”. Ahora se han unido a su proyecto su hermano y su cuñada que le ayudan a vigilar 19 kilómetros --unos 350 nidos-- de la costa todas las noches para impedir el robo tanto de huevos como de tortugas.

La conservación de esta especie también ha implicado el cambio de costumbres de los habitantes de la Península de Baja California. Habituados a preparar platillos con la carne de la tortuga, como birria (una especie de estofado) y su carne asada, los vecinos han dejado este hábito, usado en ocasiones especiales, para convertirse en protectores de la especie. Aún así es posible encontrar una tortuga marina adulta para cocinar en ciudades como Tijuana (Baja California Norte) por 700 dólares. “La carne de la tortuga es muy roja. Tener aquí ganado es muy costoso y la gente está acostumbrada a comer del mar”, advierte Saad, “Y el problema sigue siendo pesquero”. El consumo de cualquier producto obtenido de la tortuga marina está prohibido en México desde 1990.

A las dificultades para el nacimiento de la tortuga marina en la Península de Baja California también se han sumado las condiciones climáticas. Apenas en septiembre, el huracán Odile, que alcanzó la categoría cuatro de la escala Saffir-Simpson, tocó tierra en la región causando grandes daños. Uno de ellos fue la pérdida de nidos que en las playas cumplían su periodo de incubación (45 a 60 días aproximadamente), ya que la tormenta modificó la línea costera y en muchos casos arrasó con los grupos de huevos. También está el cambio climático que ha hecho que la región sufra de temperaturas más altas. “No están naciendo crías porque hay temperaturas de más de 37 grados”, señala la bióloga e investigadora Graciela Tiburcio.

Un grupo de tortugas marinas caminan hacia el Golfo de California.
Un grupo de tortugas marinas caminan hacia el Golfo de California.Alianza WWF-Telcel

Tiburcio se ha encargado de estudiar los hábitos de las tortugas tanto para alimentarse como para reproducirse en el Golfo de California, particularmente los de la tortuga golfina. En los últimos cinco años las ONGs, la iniciativa privada, el Gobierno local y el sector hotelero han rastreado en conjunto a ocho tortugas marinas a través de un marcaje satelital. Así han comprobado que esta especie se mantiene cerca de las costas mexicanas y se alimenta en regiones marinas frente a los estados de Sinaloa, Jalisco y Nayarit. También han identificado sus principales zonas de anidación en las playas de Baja California Sur y Sinaloa. En otras regiones de México como las costas de Oaxaca, Michoacán, y Quintana Roo también se han detectado la anidación y nacimiento de diferentes especies de tortugas marinas.

Acompañado de su hija, Noé vuelve a la playa al atardecer para liberar a más tortugas recién nacidas. Un nutrido grupo de turistas estadounidenses se acercan a él para conocer más sobre la especie y los motivos por los que ha emprendido la conservación de la especie en la región. Al terminar la temporada Noé habrá ayudado a unas 35.000 crías a sumergirse al mar, en el mejor de los casos unas 35 de este grupo llegarán a adultas, las hembras volverán por instinto a las playas de Los Barriles para depositar sus huevos y seguir con el ciclo de vida.

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Sobre la firma

Sonia Corona
Es la jefa de la redacción de EL PAÍS en México. Cubre temas de Política, Economía, Tecnología y Medio Ambiente. Fue enviada especial para las elecciones presidenciales de 2020 en EE UU. Trabajó en Reforma y El Huffington Post. Es licenciada en Comunicación por la Universidad de las Américas Puebla y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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