Caracas ve un móvil político en el asesinato de un diputado
El Gobierno destaca la intencionalidad en la muerte del chavista Robert Serra, de 27 años y uno de los legisladores más jóvenes
El asesinato de un diputado chavista ha puesto de nuevo en evidencia la inseguridad endémica de Venezuela. Los cadáveres de Robert Serra, de 27 años, diputado a la Asamblea Nacional por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y de su compañera, María Herrera, fueron hallados la noche del miércoles en su residencia del barrio de La Pastora, uno de los escasos sectores coloniales que restan en Caracas.
Serra se convirtió en el diputado más joven en la historia política venezolana en 2010. Tres años antes, su carrera política había despegado como parte de la contestación chavista a la rebelión juvenil que ese año se urdió desde las universidades privadas y las autónomas del Estado contra el cierre, ordenado por Hugo Chávez, del canal de televisión RCTV. Entonces Serra estudiaba en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), un centro de la Compañía de Jesús. Como una voz disidente en el seno de una universidad privada, el chavismo supo detectar su valor político. Luego, la locuacidad de Serra lo convirtió en uno de los portavoces progubernamentales de mayor exposición mediática.
Es el cuarto cargo electo fallecido violentamente este año en Venezuela
Los cuerpos de Serra y Herrera fueron localizados en niveles distintos de su residencia, maniatados, amordazados y con decenas de heridas de arma blanca. Todavía resistiéndose a la tentación de atribuir el crimen a un móvil político, el ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, aseguró en rueda de prensa este jueves que el asesinato correspondía a “una macabra encomienda”, cuyas características permitían inferir a los investigadores que se trataba de un crimen “intencional, planificado, con mucho detalle y técnica”.
Otras personalidades del oficialismo no fueron tan cautas. Apenas transcurridos unos minutos del hallazgo de los cadáveres, la vicepresidenta de la Asamblea Nacional, la diputada del PSUV Blanca Eekhout, señaló en Twitter a “la burguesía cobarde y asesina” como autora de un nuevo derramamiento “de sangre de jóvenes patriotas”.
La misma noche del miércoles dirigentes como Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y número dos del oficialismo, y Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador de Caracas, pidieron calma a sus partidarios. Rodríguez reclamó en un mensaje televisivo “cohesión alrededor de la dirigencia de la revolución” y evitar hacerle el juego a “sectores siniestros que pueden querer usar este asesinato para provocar estallidos”.
El de Serra es el cuarto asesinato de un cargo electo este año en Venezuela. Aunque no puedan ser atribuidos a la violencia política, en el caso de Eliécer Otaiza —exmilitar, compañero de asonadas golpistas de Hugo Chávez, y exdirector de la policía política— el propio presidente Nicolás Maduro llegó a insinuar que obedecía a un crimen “preparado desde Miami” por sectores contrarrevolucionarios. Sin embargo, las pesquisas policiales responsabilizaron del crimen a un grupo de delincuentes juveniles del sureste de Caracas, la segunda ciudad más violenta del mundo.
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