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Rousseff resiste la oleada de popularidad de Marina Silva

La presidenta brasileña rebate las acusaciones de corrupción y remonta en los sondeos

Antonio Jiménez Barca
Dilma Rousseff el jueves pasado en un acto de campaña
Dilma Rousseff el jueves pasado en un acto de campañaLeo Correa (AP)

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), haciendo gala de una aleación incombustible, comienza a remontar poco a poco en los sondeos, dando la vuelta a una situación en la que todo, hace una semana, parecía jugar en su contra. La irrupción meteórica y sorpresiva de la candidata Marina Silva, del Partido Socialista Brasileño (PSB), que pronto se colocó a la par (cuando no por encima) de la actual presidenta, hizo temblar a los dirigentes del PT. Nada parecía detener la figura ascendente de Silva. Y sin embargo, el ataque frontal de la presidenta a la candidata, a la que acusa, entre otras cosas, de servir y servirse de los bancos y de no aclarar muchas partes oscuras de su programa, parece que comienza a surtir efecto.

Una encuesta hecha pública el miércoles presentaba una tímida remontada de la actual mandataria brasileña y, en términos generales, un empate técnico entre las dos mujeres, tanto en la primera ronda como en la segunda. Este viernes otro sondeo muestra que Dilma Rousseff sería la candidata más votada en esa primera ronda, con un 39%: Marina Silva obtendría un 31% y el tercero en discordia, cada vez más relegado a su papel de comparsa, Aécio Neves, del  conservador Partido Socialdemócrata Brasileño (PSDB), se quedaría en un 15%. En el segundo turno, por ahora, Dilma Rousseff y Silva están prácticamente empatadas, con un 42% y un 43%, respectivamente.

El sondeo también arroja datos sobre los seguidores de unos y otros: Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente con Lula, alejada posteriormente del PT, es la preferida de la clase media emergente y de los habitantes de las grandes ciudades como São Paulo o Río; mientras, Rousseff mantiene entre su electorado a la franja más pobre de la población y de las zonas rurales.

A la irrupción y avance de Marina Silva se le sumó el sábado pasado un problema más añadido a Rousseff: la existencia de una enmarañada y gigantesca red de corrupción creada a expensas de la mayor empresa pública brasileña, la petrolera Petrobras. La revista Veja revelaba ese día que, a cambio de una rebaja en la pena por un asunto de blanqueo de dinero, Roberto Costa, exdirector de abastecimiento de Petrobras, donde entró a trabajar 35 años atrás, había entregado una lista al juez de decenas de nombres de políticos brasileños que se han beneficiado de los sobornos que las constructoras versaban a la petrolera para adjudicarse obras.

Según el semanario, en la lista del delator hay desde ministros a diputados federales. Los políticos aparentemente envueltos pertenecen a varios partidos pero el escándalo, que sacudió la ya de por sí convulsa campaña política brasileña, golpeaba de lleno en Dilma Rousseff, responsable última de la empresa pública. El miércoles, el exdirectivo testificará ante una comisión de investigación parlamentaria que puede convertirse en otro bombazo informativo.

El episodio hizo temer a los miembros de la campaña de Dilma Rousseff un nuevo desplome de la candidatura de la presidenta. No ha sido así, a juzgar por los datos de los sondeos. Rousseff, además de emplearse a conciencia contra Silva, endureciendo la campaña, tomándola ya como único blanco a batir, ha aprovechado sus múltiples comparecencias públicas (la campaña monopoliza todo el espacio mediático brasileño) para alejarse del foco del escándalo y repetir que siempre ha luchado contra ese tipo de prácticas corruptas y abogado por su persecución: “Nunca, durante toda mi vida política, nadie me ha visto tratar de esconder cosas debajo de la alfombra. Estamos combatiendo la corrupción no con palabras vacías sino con acciones concretas”. Desde el otro lado, Marina Silva le lanza una acusación también muy concreta: “El PT colocó al director de Petrobas para asaltarla”.

De aquí al final del primer turno, todo va a ser así: las dos mujeres acusándose mutuamente mientras Aécio Neves pierde relevancia paulatinamente. Paradójicamente, recobrará importancia cuando, si las encuestas se confirman, quede eliminado y su formación aconseje a sus electores por quién votar. Su 15% se antojará entonces crucial. Todo apunta a que optará por Silva, pero aún es pronto para asegurarlo.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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