Los sindicatos opositores en Argentina desafían a Fernández con una huelga
La protesta contra la gestión económica de la presidenta paraliza Buenos Aires
El líder de una de las tres centrales sindicales que organizaron una huelga general en Argentina, el peronista opositor Hugo Moyano, aseguró que entre el 80% y el 90% de los trabajadores se adhirió a la protesta de 36 horas que empezó el miércoles a las 12 de la mañana (hora local) y se prolongó hasta este jueves. En cambio, el jefe de Gabinete del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Jorge Capitanich, sostenía que sólo el 25% la apoyó.
Las tres centrales sindicales opositoras, enfrentadas con otras dos fieles al kirchnerismo, fueron a la huelga para pedir al Gobierno de Fernández que prohibiera los despidos y suspensiones de trabajadores por un año y reabriese las negociaciones salariales firmadas en la primera mitad de 2014, dado que consideran que la inflación ha resultado superior a lo esperado.
En Buenos Aires parecía un día festivo, pero en las provincias el paro logró una adhesión dispar, según la prensa local. El líder de la patronal de los pequeños y medianos agricultores, Eduardo Buzzi, opositor al kirchnerismo, declaró: “Hay acatamiento al paro, pero a lo mejor no fue tan contundente como otros”. Fernández ya se ha enfrentado a otras dos huelgas generales, en 2012 y en abril pasado, la última con la adhesión de los autobuses urbanos. Esta vez funcionaron, pero iban casi vacíos. En abril, el kirchnerismo se quejó de que la huelga del transporte había impedido que los trabajadores decidieran si querían sumarse a la protesta. Este jueves, los autobuses holgados de plazas demostraron que los pasajeros, por convicción o temor a incidentes, optaron por quedarse en casa. Unos cinco fueron atacados por activistas en Buenos Aires.
Lo que es indudable es que la situación económica de Argentina ha empeorado respecto a años anteriores —sin llegar al panorama de Venezuela, pero más que en el resto de Sudamérica— que sufre una desaceleración del crecimiento por la bajada de los precios de las materias primas.
El desempleo ha subido al 7,5% por la industria y la construcción. En la debacle de 2002 no se suspendieron los ajustes de personal, pero se duplicó el coste de las indemnizaciones por despido. Claro que en ese tiempo el paro ascendía al 21%.
En cuanto a la inflación, las cifras oficiales la sitúan en el 31,2%, frente a una media pactada por los sindicatos del 29,7%. Los analistas pronostican que la crisis de la deuda abierta hace un mes por un bloqueo judicial de EE UU puede agravar la crisis económica y la subida de precios. Los sindicatos también se quejan del impuesto sobre la renta, que este año no se ha ajustado a la inflación.
Las dos ramas opositoras de la peronista y poderosa Confederación General del Trabajo (CGT) paralizaron trenes, líneas de metro, aviones, camiones, bancos, tribunales y gasolineras. Militantes de la rama opositora de la izquierdista Central de Trabajadores de Argentina (CTA) y de partidos trotskistas —que han expandido su base sindical a medida que el kirchnerismo ha retrocedido— montaron por la mañana seis piquetes en Buenos Aires y sus accesos para dificultar el acceso a oficinas y fábricas. Los policías forcejearon con los manifestantes para desbloquear carriles. En cambio, en provincias, donde también hubo piquetes, el paro fue parcial.
El jefe de Gabinete de Ministros amaneció diciendo que la huelga la apoyaban ocho sindicatos y la rechazaban otros 20, los agrupados en la CGT y la CTA kirchneristas, como maestros y metalúrgicos. “Ese es un chiste más, ¿quién lo dijo, Quico?”, respondió el sindicalista Moyano al comparar al jefe de Gabinete con un personaje del El chavo del 8, la famosa telecomedia mexicana. “Ni un parazo ni un parito”, tituló Clarín que destacaba que el kirchnerismo ha vuelto a seducir a los chóferes de autobús.
El Gobierno ha acusado a los sindicalistas opositores de responder a los intereses de los fondos buitre
“Este un paro político hecho por referentes sindicales opositores que están muy lejos de lo que demandan los argentinos”, opinó el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, uno de los ocho candidatos presidenciales kirchneristas para las primarias de agosto de 2015. Falta solo un año para esos comicios, antesala de las generales de octubre de 2015, y la carrera presidencial se ha alargado en medio del deterioro económico.
Facundo Moyano, hijo del líder sindical y exkirchnerista como su padre, acaba de sumarse al Frente Renovador que impulsa la candidatura del peronista opositor Sergio Massa. El líder de la otra CGT antikirchnerista, Luis Barrionuevo, respalda al gobernador de la provincia de Córdoba, José Manuel de la Sota, que podría enfrentarse a Massa en unas primarias del peronismo opositor. El trotskista Frente de Izquierda, postula a Jorge Altamira, aunque figura por detrás de aspirantes del kirchnerismo, el peronismo opositor, el conservador Partido Propuesta Republicana (PRO) y el Frente Amplio Unen, que abarca desde el centroizquierda hasta la centroderecha.
El Gobierno ha acusado a los sindicalistas opositores de responder a los intereses de los fondos buitre que han conseguido el fallo judicial de EE UU que ha impedido que Argentina pague su deuda reestructurada en 2005 y 2010 hasta saldar lo reclamado por esos inversores y otros.
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