Chile: Dilemas del ímpetu reformista
La despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en casos de riesgo de vida de la madre, violación e inviabilidad del feto anunciada por la presidenta Michelle Bachelet en su discurso del 21 del mayo llegará tarde para muchas. Es el caso recientemente conocido de una niña de once años de la región de Los Lagos la que, luego de ser violada sistemáticamente por su padrastro, deberá ser madre. Si bien la medida formaba parte del programa de gobierno sorprendió por lo prematura en momentos en que la mandataria, bajo la idea de un "nuevo ciclo", busca corregir nuestra condición de país más desigual de los treinta y cuatro que componen la OCDE. Demasiados frentes abiertos, advirtieron algunos.
Aunque la presidenta ha señalado que confía en que será aprobada antes de que finalice el año, surgen interrogantes en momentos en que el gobierno inaugura lo que se ha dado en llamar su "segundo tiempo". A ello contribuyen declaraciones como las del actual secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, en su última visita a Chile. Con relación a la Nueva Mayoría, conglomerado de centro-izquierda en el gobierno, ha señalado que "es plural y hay temas valóricos en los que tal vez nunca legislemos".
Súmese a ello que reformas como la tributaria, que se suponía que sería un mero trámite por cuanto había sido previamente ungida por organismos de la talla del FMI y de la CEPAL, ha encontrado obstáculos tanto de contenido como de forma. Luego de un trámite exprés en la Cámara de Diputados, fue desde el Senado, que cuenta con una fuerte bancada DC que se resiste a reconocerse en coalición con el PC, de donde surgió la idea de impulsar un protocolo de acuerdo con la oposición de derecha. Ello ha prendido las luces de alarma, impugnando los intentos de resurrección de la llamada "política de los consensos". Esta, que fuera funcional a las condiciones de los primeros años de la transición, devino en símbolo de arreglos cupulares que habrían hipotecado las aspiraciones de transformación en el origen de la Concertación.
La ralentización de las reformas que alcanza también a una que, en educación, aspira a que Chile deje de ser el país con el sistema más segregado escolarmente dentro de la OCED, se explica también por otros factores de corto plazo: una baja en la estimación del crecimiento y en los índices de inversión así como por los datos más recientes de la encuesta Adimark de julio, donde la aprobación del gobierno y la propia Presidenta caen, así como las expectativas en la concreción de las reformas.
Pero hay factores de mediano plazo, de aquellos días post derrota electoral 2010, situados en el plano argumental que contribuyen, por medio de su repetición- no importa que sus bases empíricas sean febles-a la construcción de realidad. De esta forma, en primer lugar, se señaló que la inexistencia de mayorías en el pasado habría sido la base de la incapacidad para llevar adelante los cambios que la ciudadanía esperaría. Con el debut de las reformas de la nueva era, ello se ha traducido en el dilema mayoría vs. acuerdos. Si bien encierra una disputa hegemónica al interior del propio conglomerado entre la DC, que se autoasigna la función de bisagra de los acuerdos frente al sector progresista, que reclama fidelidad a un programa zanjado por mayoría en las urnas, también se sitúa en el plano de concepciones diferenciadas de democracia: consociativa vs. mayoritaria.
La disyuntiva, que planeará como una sombra durante todo el período, y que ya tiene a los analistas advirtiendo la necesidad de creación de fórmulas de resolución de controversias intracoalición, contiene supuestos no debatidos acerca del valor que se le asigna al rol y la calidad de las elecciones, pero que alcanza también a aspectos importantes de procedimiento. En este plano, cabe la pregunta acerca de cómo considerar la abstención entre elecciones que, en la última elección presidencial, ascendió a 52% así como la importancia de generar espacios de debate público en un país donde la confianza interpersonal asciende solamente a 13%. El resultado electoral es un aspecto, no el único, de la correlación de fuerzas al interior de la sociedad. La propia Bachelet parece consciente de ello por cuanto, en el viaje que se encuentra realizando a diversos países del continente africano, ha señalado que "las sociedades quieren ser consultadas de una manera más compleja y completa que el voto".
Adicionalmente, se complementó la explicación de la inexistencia de mayorías con la idea de que la Concertación no había logrado interpretar el país que había contribuido a cambiar durante dos décadas. Para ello, se encontró una solución: la sintonización con los movimientos sociales que hacen de la calle su territorio, por cuanto no abundan las vías de canalización de demandas entre elecciones, y donde al estudiantil se le otorga un estatuto superior. No en vano, es el que ha ido más lejos en impugnar el orden económico y social de mercado que ha servido como doctrina legitimadora de la elite. Por otra parte, las reformas han brindado la oportunidad, leída por algunos de forma poco compleja como derecha social, para el surgimiento de nuevas organizaciones como emprendedores y padres y apoderados. Como una manera de contrarrestar esta lectura, han surgido sectores que advierten que los chilenos quieren cambios, pero con moderación. De lo contrario, hubieran votado por candidatos más extremos.
La sociedad chilena entrega datos que nutren ambas visiones. Así lo demuestra el Informe de Desarrollo Humano del año 2012 según el cual la subjetividad de los chilenos estaría caracterizada por una disociación: la satisfacción consigo mismos pero, a la par, molestos con la sociedad. La ambivalencia y las paradojas del Chile actual desafían nuestros déficits cognitivos, parcialmente respondidos por informes como el señalado. De paso, le dan la razón al CEO de Enel, vinculado a HidroAysén, desahuciado proyecto hidroeléctrico en la Patagonia chilena, cuando señala: "Chile parece simple, pero es muy complejo. Cada vez me interesa más y lo comprendo menos".
María de los Angeles Fernández R. es analista política y expresidenta Asociación Chilena de Ciencia Política 2000-2002. @Mangeles_HM
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