EE UU prepara una larga campaña militar
Obama admite que la intervención en Irak no se puede resolver en unas semanas. El Pentágono lanza una nuevas rondas de bombardeos para proteger a los civiles de minorías perseguidas
Estados Unidos se prepara para una intervención militar larga en Irak. Derrotar a los yihadistas del Estado Islámico (EI), que aspiran a crear un califato en el corazón de Oriente Próximo, requerirá la formación de un gobierno multiconfesional en Bagdad. La primera potencia mundial está dispuesta a respaldar, pero no a encabezar, los esfuerzos bélicos en un país que invadió en el 2003 y del que se retiró en 2011.
Nadie —ni el comandante en jefe de EE UU, Barack Obama— sabe cuándo terminará, ni cómo, la primera intervención norteamericana desde los bombardeos en Libia, hace tres años. No existen soluciones rápidas ni fáciles, según el presidente Obama, en una guerra que EE UU intentaba olvidar y que puede acabar definiendo el legado de Obama cuando abandone el poder en enero de 2017.
“No creo que resolvamos este problema en unas semanas. Requerirá algún tiempo”, dijo el sábado Obama en el jardín de la Casa Blanca, antes de volar a la isla de Martha’s Vineyard (Massachusetts), donde la familia presidencial pasará dos semanas de vacaciones. “Este es un proyecto a largo plazo”.
El presidente autorizó el jueves una misión aérea para impedir que los insurgentes conquisten Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, y para proteger a los yazidíes, miembros de una minoría religiosa sitiada y en riesgo de quedarse sin agua y comida en el monte Sinjar en el noroeste de Irak. EE UU excluye el despliegue de tropas.
El objetivo inmediato de la intervención, que cuenta con el acuerdo del Gobierno iraquí, es proteger al personal de EE UU que se encuentra en Erbil y frenar un genocidio que ha resucitado recuerdos de Ruanda y Bosnia.
Pero la misión va más allá. Pretende evitar que el EI establezca un feudo permanente en una de las regiones más inestables del planeta. Esto, sin embargo, requerirá un Gobierno “incluyente” en Irak y un nuevo primer ministro, dijo Obama.
No hay rastro de arrogancia en el regreso de EE UU a Irak, el país donde en la década pasada naufragó la quimera del antecesor de Obama, George W. Bush, de democratizar Oriente Próximo. Al contrario: Obama insiste en los límites del poder de EE UU. “No habrá una solución americana a este problema”, dijo.
La decisión de intervenir no entraba en los planes de Washington. Obama, que en 2009 llegó a la Casa Blanca con la promesa de terminar la guerra de Irak, condicionaba los ataques a una reconciliación de los líderes de Irak. EE UU atribuye al chií Nuri al Maliki, primer ministro desde 2006 y hasta hace unos meses hombre de Washington en Irak, parte de la responsabilidad del conflicto por sus políticas sectarias contra los suníes.
Los avances del EI, que ponían en peligro al Kurdistán iraquí —el Irak más proamericano— y a los militares y diplomáticos norteamericanos destacados allí, alteraron los cálculos. EE UU no quería una repetición en Erbil del asalto en septiembre de 2012 en Bengasi (Libia), donde murieron cuatro norteamericanos, entre ellos el embajador en Libia. Bengasi se ha convertido en sinónimo de las debilidades de la política exterior de Obama.
La amenaza del exterminio de los yazidíes acabó por forzar al presidente a hacer aquello que se ha resistido a hacer hasta ahora: regresar a Irak.
El viernes empezaron los bombardeos con aviones F-18 y drones o aviones no tripulados contra posiciones del EI cerca de Erbil. Los ataques destruyeron armas y equipamiento de los rebeldes, según Obama. Una parte del material en manos del EI es made in USA, armamento que EE UU suministró a las Fuerzas Armadas de Irak y que estas han perdido durante la ofensiva yihadista de los últimos meses.
El sábado las fuerzas norteamericanas lanzaron cuatro rondas de ataques contra posiciones yihadistas con otro fin, proteger a los yazidíes, según un comunicado del Mando Central de Estados Unidos. Aviones y drones bombardearon vehículos armados que disparaban a los civiles cerca de Sinjar.
EE UU ha lanzado varias rondas de ayuda humanitaria —agua y alimentos— a los yazidíes. Reino Unido y Francia se sumarán a esta operación, explicó Obama tras hablar por teléfono con el primer ministro británico, David Cameron, y el presidente francés, François Hollande.
Expertos del Gobierno de EE UU preparan con los aliados y con la ONU la posible creación de un corredor para que los refugiados escapen del monte Sinjar. Las informaciones llegan en cuentagotas.
“No hay agua, nada para comer, ningún lugar donde sentarse, ni siquiera una sombra”, dijo un refugiado, Jalal Shoraf Din, a The New York Times. La agencia Reuters recoge testimonios en los pueblos de Koja, Hatimiya y Qaboshi, en el norte de Irak, que afirman que los yihadistas del EI han amenazado con matar a 300 familias en estos pueblos a menos que se conviertan al islam.
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