“Brasil no era tan exitoso como se decía, ni es tan defectuoso como dicen”
La ciudad más turística de Brasil será vigilada durante el Mundial por 20.000 policías, que vigilarán sus playas y las favelas
Río de Janeiro vive un momento turbulento a pocos días de que arranque la Copa del Mundo. Ante la eventualidad de que estallen nuevos focos de violencia 20.000 hombres patrullarán las calles de la ciudad, desde la turística Copacabana hasta las favelas más conflictivas del correoso Complejo do Alemão, en la periferia. El aeropuerto internacional Antonio Carlos Jobim no llegará a la cita mundialista con su reforma culminada y los índices de criminalidad han repuntado de forma preocupante en los últimos meses, según el Instituto de Seguridad Pública de Río.
La población tampoco vive con entusiasmo la llegada del Mundial. La mayoría de los cariocas se muestra crítica con la forma en que las autoridades han manejado la organización del evento. Mientras tanto, el alcalde de la ciudad más turística de Brasil, Eduardo Paes (Río de Janeiro, 1969), garantiza a un reducido grupo de corresponsales extranjeros que la Copa será todo un éxito.
Cuando se decidió que tuviéramos 12 estadios pensé que era un error
Lejos de entonar la autocrítica, Paes culpa a algunos países participantes en el torneo de causar un gran dispositivo de seguridad: “Vamos a tener un evento grande, con muchos jefes de Estado y selecciones nacionales que podrían sufrir atentados por lo que sus países hacen en el mundo”. “La diplomacia brasileña no practica la ocupación”, continúa, “y Brasil no invade países. Aquí tendremos a representantes de EE UU y Rusia, países que tienen sus contradicciones en el plano internacional”, arremete.
La prensa internacional ha sido implacable con Brasil en los últimos meses, sobre todo con el millonario gasto realizado en estadios que tendrán poco uso cuando se apaguen los fuegos del Mundial. “Cuando se decidió que tuviéramos 12 estadios pensé que era un error. Es cierto que ha hecho daño a nuestra imagen no haberlo entregado todo a tiempo”, concede el alcalde. “Brasil no era un país tan exitoso como se decía hace tres años, ni es un país tan defectuoso como dicen que somos ahora. Tenemos una democracia consolidada, nuestra economía funciona, la tasa de paro en Río es del 5%, lo que casi representa el pleno empleo. Lo que sucede es que en esta ciudad no escondemos nuestros problemas”, añade.
Paes, descendiente de españoles, reitera el mantra de que es injusto comparar a Río con ciudades europeas que han albergado grandes eventos deportivos, como Londres. “Lo que hay que hacer es comparar a Río con Río. Londres tiene metro desde hace más de 100 años, cuenta con más infraestructuras y está en otro nivel de desarrollo”.
Los desalojos de favelas cercanas a instalaciones deportivas, como el estadio de Maracaná o el futuro parque olímpico, han abiertos heridas que continúan supurando. “No existe ninguna experiencia en el mundo de una ciudad que haya mejorado y que no haya tenido que enfrentarse a este tipo de críticas. Nosotros también la estamos afrontando”.
En Brasil hemos tratado a la Copa como si fuese la razón de nuestros problemas. No es así
Cuando se le pregunta por el siempre delicado asunto de las protestas ciudadanas, que en muchos casos reclaman un mayor compromiso del Estado, con políticas de primer orden como la educativa o la sanitaria en detrimento de la millonaria inversión realizada en la Copa, Paes asegura que las manifestaciones son un síntoma inequívoco de salud democrática. Y añade: “¿Qué tiene que ver la educación con la Copa del Mundo? Brasil es un país capaz de organizar un Mundial y unos Juegos Olímpicos y ofrecer al mismo tiempo una educación de calidad. Si no tenemos una buena educación es por otros motivos”.
La estrategia de pacificación lanzada en las favelas de Río en 2008 permitió que en los años siguientes los índices de criminalidad cayesen de forma expresiva, pero durante los últimos meses la tendencia se ha invertido y algunos delitos, como los robos, han vuelto a crecer, según datos contrastados. “Habría que comparar lo que era esta ciudad hace cinco años para entender que el crimen ha caído en picado. La ciudad hoy es mucho más segura. Pero esta no es una cuestión de turismo, sino que afecta a la vida cotidiana de nuestros ciudadanos”, insiste Paes antes de volver a la carga contra la prensa crítica de algunos países: “Aquí no tenemos terrorismo ni las amenazas de bomba que existen en otros países considerados desarrollados”.
Entonces, ¿han hecho algo mal en estos últimos años? “Hemos tenido un problema de comunicación. En Brasil hemos tratado la Copa como si fuese la razón de nuestros problemas, y no es así”.
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