Rousseff cede ante los manifestantes para frenar las protestas antes del Mundial
El Gobierno atiende las principales reivindicaciones del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo
A dos días de que empiece el Mundial de 2014 en São Paulo, el Gobierno brasileño anunció la noche de este lunes que atenderá las reivindicaciones del movimiento que ha organizado durante estos meses las mayores protestas contra los gastos de la Copa. El acuerdo alcanzado con el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) se supone que desinflará las protestas durante la celebración del campeonato, un alivio para la presidenta Dilma Rousseff, que en los últimos días ha visto cómo las huelgas y las marchas han convertido en un caos algunas de las principales ciudades del país.
Después de este primer acuerdo aún está por ver qué pasará con la huelga de metro, que este lunes provocó en São Paulo uno de los peores días de tráfico que se recuerdan. Los funcionarios del suburbano también decidieron suspender el paro a última hora de la tarde, pero solo durante un día y con condiciones. El miércoles, víspera del comienzo del Mundial, volverán los paros si el Gobierno del Estado de São Paulo no readmite a los 42 funcionarios que despidió horas antes por su participación en piquetes para exigir mejoras salariales. Si no hay acuerdo, la huelga puede paralizar la metrópoli el día que empiece a rodar el balón.
Desde las protestas multitudinarias que comenzaron en junio del año pasado a causa del aumento de los billetes del transporte público, el Movimiento de los Sin Techo ha seguido organizando protestas en las calles contra los gastos del evento. Creen que el Gobierno debería invertir en educación, salud y vivienda de la misma forma que ha invertido en las infraestructuras del Mundial. El MTST lideró la ocupación de 2.000 familias de un terreno próximo al Arena Corinthians, que será este jueves el escenario de apertura del campeonato. Su lema es que "si se tiene dinero para la Copa de la FIFA, se tiene que tener para la Copa del pueblo".
La ocupación de los terrenos fue bautizada como la Copa del Pueblo. La construcción del Corinthians en la lejana zona de Itaquera revalorizó el lugar, que sufrió un aumento de los alquileres del 165% en los últimos seis años, según la organización, lo que ha expulsado a parte de la población. Una de las principales exigencias del MTST era la construcción de viviendas para sus habitantes. El Gobierno se ha comprometido este lunes a construir 2.000 casas para ellos.
El movimiento también ha logrado que se amplíe y mejoren las condiciones de un programa social de vivienda y el Gobierno se ha comprometido a estudiar entre varios ministerios cómo mejorar la resolución de conflictos en las calles. El objetivo del MTST es que se limite el uso de la fuerza en las actuaciones de la Policía Militar durante los desalojos de zonas ocupadas.
Rousseff ha dado su brazo a torcer para tratar de garantizar la paz durante el campeonato, ahora que el calendario ya corre en contra y después de las amenazas del líder del Movimiento, Guillerme Boulos, que días atrás prometió una "radicalización" de las protestas si el Gobierno no cedía.
El otro frente abierto, el de la huelga del suburbano, va más al límite. Este lunes, un nuevo choque entre la policía y los trabajadores de metro elevó la tensión en São Paulo. El incidente, que se originó en la estación de Ana Rosa, una de las principales de la capital paulista, terminó con la detención de 13 manifestantes. El choque se produjo antes del amanecer. Los huelguistas, que cuentan con el apoyo de otros grupos como el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) o el Movimiento por el Pase Libre (MPL), habían convocado una manifestación en ese lugar a las siete de la mañana. El conflicto se extendió hasta la calle Vergueiro, una concurrida vía cerca de la Avenida Paulista y por la que se accede a la estación de metro. En la calle, los manifestantes levantaron barricadas con los contenedores de basura a los que prendieron fuego. La Policía Militar utilizó gases lacrimógenos contra los manifestantes.
La protesta colapsó el tráfico de la ciudad. A las 10.30 hora local, se registraron 170 kilómetros de atascos. “He tardado dos horas para hacer un recorrido que suelo hacer en 30 minutos”, aseguraba el taxista Dorivaldo Aguiar. Si el tráfico sigue igual el próximo jueves, cuando empiece el Mundial, el recorrido desde el centro hasta el estadio Itaquerão, sede del partido de inauguración entre Brasil y Croacia, será de dos horas y media de viaje y a un coste de 150 reales (67 dólares), según sus cálculos. En días normales, este mismo recorrido se puede hacer en 50 minutos y por 90 reales (40 dólares).
El secretario de Transportes del Estado de São Paulo, Jurandir Fernandes, cumplió la amenaza de despedir a los trabajadores que participaran en la huelga. Fernandes notificó el despido a 42 empleados por medio de un telegrama. Si no hay marcha atrás, conductores y revisores prometen convertir en un caos la inauguración del Mundial.
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