Perú ajusta cuentas con su pasado con el Lugar de la Memoria
Tras cinco años de trabajo, el museo está dedicado a las 70.000 víctimas de la violencia entre 1980 y 2000
Cerca del mar de Miraflores, en Lima, el edificio de tres plantas de color cemento del Lugar de la memoria, tolerancia e inclusión social ha abierto la noche del miércoles para sus primeras actividades públicas: un festival de música, teatro, exhibición fotográfica y un conversatorio. Se trata de la inauguración no oficial del espacio, dado que la tarea más difícil, el contenido de la museografía, no está terminada. En cada país que ha sufrido violencia -como la que vivió Perú entre 1980 y 2000, por las acciones terroristas del grupo Sendero Luminoso y las operaciones antisubversivas del Estado- hay disputa entre las versiones de lo ocurrido, por ello hay varios borradores de guion museográfico en los últimos dos años. A fin de año las autoridades políticas evaluarán la propuesta que un equipo técnico desarrolla.
El presidente de la Comisión de Alto Nivel del Lugar de la Memoria, Diego García Sayán, declaró el martes a la prensa extranjera que el recinto no presentará cifras del número de víctimas, pues será “algo que busque llevar a la reflexión e inducir a los sentimientos frente a esa tragedia que vivió el Perú".
En 2003, el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación reportó más de 69.000 víctimas del conflicto armado interno, de las cuales el 75% eran quechuahablantes. Sin embargo, ese relato ha sido criticado por las fuerzas armadas y políticos afines al expresidente Alberto Fujimori, quienes discrepan con esa cifra y se resisten a reconocer las responsabilidades de la guerra sucia que aplicó dicho Gobierno para combatir la subversión.
El Registro Único de Víctimas de la Violencia a la fecha ha inscrito a más de 191.000 personas con derecho a alguna reparación del Estado, sea simbólica, monetaria o de servicios.
“El informe de la Comisión de la Verdad es una de las fuentes de información con la que se contará, pero no será la única", precisó García Sayán.
El recinto no presentará cifras del número de víctimas por las acciones terroristas del grupo Sendero Luminoso y las operaciones antisubversivas del Estado
Desde la creación del proyecto del Lugar de la Memoria, con un aporte inicial de dos millones de euros de la cooperación alemana, ha habido tres presidentes de la comisión de alto nivel: el primero fue el escritor Mario Vargas Llosa durante 2009-2010, en el Gobierno de Alan García. En 2011, cuando asume la presidencia Ollanta Humala, comandante del Ejército en retiro que combatió en zonas de emergencia, fue designado García Sayán y al nombre oficial del memorial se le agregó la frase la tolerancia y la inclusión social.
El espacio ha requerido más de 11 millones de dólares para concretarse, “un 80% proviene de la cooperación extranjera, más de cuatro millones de Alemania, y otros aportes de la Unión Europea”, indicó a EL PAÍS, Denise Ledgard, directora del proyecto. Contará con un centro de información digital que, espera, “se convierta en un polo de investigación sobre memoria, discriminación y cultura”.
Ledgard explica que en el proceso de consultas que realizó el equipo con viudas de miembros de las fuerzas armadas, víctimas civiles de la violencia en Ayacucho (el departamento más golpeado por el terrorismo y la contrasubversión) y en Satipo (provincia de población de la etnia asháninka), empresarios e intelectuales, hubo mucha discusión sobre qué exhibir.
"Por ejemplo, los asháninka dijeron que la imagen que se presentará de ellos debe retratarlos como guerreros y resistentes", refiere la abogada. Los indígenas asháninka fueron secuestrados en masa y sometidos a esclavitud por Sendero Luminoso, por ello a inicios de la década de los 90 hubo operaciones del Ejército para rescatarlos. El testimonio gráfico de aquel tiempo, recuperado en 2003 en la muestra fotográfica Yuyanapaq (Para recordar, en quechua) muestra a niños y mujeres desnutridos y temerosos, tras haber dejado los campamentos de los terroristas, y a menores albergados en un orfanato a cargo de la misión franciscana de Puerto Ocopa.
García Sayán anunció que el trabajo museográfico concluirá a fin de año. A la pregunta de si tras ello empezarán las visitas, la directora responde: “No garantizo que el proceso de todos los actores vaya a fluir, hay que reconocer que hay un componente político”. El ministerio de Cultura administrará en el futuro el espacio.
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