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El buque encallado en las Galápagos será hundido en mar abierto

Las autoridades anuncian que el material tóxico y los alimentos han sido extraídos, pero advierten de que aún quedan residuos

El Galapaface I.
El Galapaface I.AFP

El buque de carga Galapaface I permanece varado sobre un lecho rocoso y arenoso en la isla San Cristóbal de la Bahía del Naufragio desde hace dos semanas. La nave ha sido estabilizada y el material tóxico descargado, según ha detallado a este periódico Arturo Izurieta, director del Parque Nacional Galápagos.

El paso siguiente es activar la grúa que tiene el barco, para lo que se ha trasladado al sitio un generador eléctrico con capacidad para abastecer a 600 viviendas. También se han enviado planchas de acero y materiales para reparar los daños a la nave y así facilitar su reflotamiento. El proceso se pondrá en marcha en las siguientes semanas, para poder conducir la nave a mar abierto, donde finalmente se hará un hundimiento forzado.

No hay, sin embargo, un tiempo estimado para sacar el Galapaface I fuera de la reserva marina. “Todo depende del clima y del apoyo logístico, que en un sistema insular es difícil”, dice Izurieta.

El barco transportaba 1.600 toneladas de alimentos y materiales de toda índole

La fase de remoción será crítica porque deben soldar los 19 boquetes que se han abierto en el casco del barco y luego bombear el agua que está dentro. Para estas labores hacen falta equipos que se están importando de Chile, Estados Unidos y Holanda. Izurieta dice que lo más alarmante al momento es que en algunas bodegas de carga se ha formado en un “caldo tóxico” que deberá ser colocado en contenedores especiales. “Esta sopa está formada por los remanentes de combustible que quedaron en las cañerías del barco, el aceite de sus partes hidráulicas y los materiales líquidos y sólidos que venían en el buque”, explica Izurieta.

El barco transportaba 1.600 toneladas de alimentos y materiales de toda índole, destinados al abastecimiento normal para las islas San Cristóbal, Santa Cruz, Isabela y Floreana. Lo que más preocupaban eran los 40 tanques de aceite lubricante y los tanques con cloro y otros químicos. Los que se encontraban en buen estado ya han sido extraídos.

De momento no hay señales de contaminación en la reserva marítima. Izurieta asegura que “no se ha hallado ni peces, ni lobos marinos ni ballenas muertas”. Las barreras de contención de derrames y paños absorbentes de hidrocarburos que rodean al buque han sido efectivas.

Dos puntos turísticos de las Islas Galápagos, Punta Carola y el sendero que conduce al cerro Tijeretas, se han cerrado mientras concluyen las labores de rescate. Los otros 143 sitios de visita permanecen abiertos.

El percance del Galapaface I ha evidenciado los riesgos que conlleva el transporte de mercancías dentro de un área protegida. Pero es algo inevitable, toda vez que los 25.000 habitantes de Galápagos dependen del abastecimiento del continente. El Galapaface I entró a servir a las islas hace poco más de un año, pero era el buque más grande. Entre los cuatro buques de carga que quedan tienen una capacidad de almacenamiento de 6.577 toneladas y realizan tres viajes por mes.

El Comité de Operaciones de Emergencia de Galápagos (integrado por 13 instituciones gubernamentales) ha analizado medidas para reducir el riesgo. La creación de un muelle de aguas profundas está en debate. Roque Sevilla, conservacionista y presidente de la mayor red de turismo del país, afirma que la Bahía del Naufragio debe su nombre precisamente a la gran cantidad de percances que ocurren en el área. “Aunque no llegan a ser dramáticos, a menudo hay accidentes porque los barcos tienen que hacer un giro en u para llegar al sitio del anclaje y hay una cantidad de rocas que lamentablemente con los flujos de agua a veces se mueven y pueden afectar o dañar a los barcos”, explica Sevilla.

Este empresario turístico cuestiona que en las islas no haya verdaderos puertos donde descargar con grúas. “La descarga se hace en los sitios de anclaje, primero a unas grandes barcazas que llevan la mercadería al sitio de descarga definitivo y esto es una preocupación, primero porque con la manipulación se afecta la mercadería y luego porque puede caer el agua. Hay necesidad de modernizar y crear puertos de logística, sobre todo en las islas San Cristóbal, Santa Cruz e Isabela”.

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