El expresidente francés Sarkozy pide la suspensión de Schengen
El político conservador reivindica el motor franco-alemán frente a "las derivas" de Bruselas
Nicolas Sarkozy ha salido de su retiro y ha entrado en el debate de la campaña para las elecciones europeas con un artículo publicado hoy en la revista Le Point en el que reclama una renovación profunda de la Unión Europea y la suspensión inmediata del Acuerdo de Schengen, que garantiza la libre circulación de personas entre 26 países europeos. El expresidente francés hace profesión de fe europeísta, llama a defender "ese tesoro" para contener "la explosión populista", y afirma: "Hace falta suspender inmediatamente Schengen I y aprobar un Schengen II al que los países podrían adherirse solo después de haber adoptado por adelantado la misma política de inmigración".
La idea de Sarkozy es "impedir que los extranjeros puedan retorcer los procedimientos que les permiten penetrar en Schengen para elegir el país donde las prestaciones sociales son más generosas". El argumento es parecido al que ha utilizado Alemania recientemente, y que ha sido avalado de forma preventiva por un tribunal de la Unión Europea. El Acuerdo de Schengen, firmado en 1985, suprimió las fronteras interiores en 25 países europeos (22 de la UE y tres extracomunitarios) y trasladó los controles aduaneros a las fronteras exteriores.
La tribuna del expresidente parece devolver al lector a los tiempos en que Sarkozy formaba con la canciller Angela Merkel la pareja Merkozy. Como entonces, el exlíder conservador se declara favorable a una Europa a dos velocidades: "Tenemos que dejar de creer en el mito de la igualdad de derechos y responsabilidades entre todos los países miembros", afirma Sarkozy, que reclama una mayor colaboración del motor franco-alemán y la creación de una gran zona económica bilateral: "Eso nos permitirá defender mejor nuestros intereses frente a la competencia alemana superando nuestras desventajas fiscales y sociales", y "tomar el liderazgo de los 18 países que componen la Unión Monetaria", afirma Sarkozy.
Aunque su intención declarada es combatir la eclosión de la extrema derecha, que parte como favorita a la victoria en varios países, entre otros en Francia, Sarkozy afirma que la UE "debe ser preservada", y al mismo tiempo subraya que "sus derivas deben ser corregidas". La contradicción repite lo ocurrido entre los dos turnos de la campaña electoral de 2012, cuando el exlíder de la UMP trató de combatir al Frente Nacional en el terreno de la inmigración utilizando ideas muy parecidas a las que preconiza Marine Le Pen. Sarkozy señala que "Europa ha fracasado sin remisión en la cuestión esencial de los flujos migratorios", y llama a "refundar las reglas comunes europeas para controlar mejor la inmigración ilegal". Lo mismo que dice Le Pen.
Intentando conquistar el "voto patriota" que aglutina el Frente Nacional, Sarkozy promete además que "la cultura y el modo de vida francés no se diluirán en Europa", y añade: "Es preciso luchar a la vez por Europa y por la defensa de nuestra identidad para salvaguardar las particularidades nacionales". La presidenta del FN, Marine Le Pen, ha reaccionado al artículo diciendo que Sarkozy es un "cómico de repetición" y acusándole de copiarle sus recetas.
Curiosamente, Sarkozy no nombra una sola vez a su partido, la UMP, y tampoco pide el voto a sus seguidores. Es su forma de colocarse fuera de la melé, por encima de la lucha partidaria, y de recordar que habla como expresidente de la República. El mensaje implícito en esa actitud es que Sarkozy prepara su regreso a la arena política con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 2017.
Los sondeos predicen una victoria del Frente Nacional codo a codo con el centroderecha de la dividida UMP el próximo domingo. Ambos partidos rozarían el 23%. Los socialistas serían la tercera fuerza con apenas el 18,5% de los votos. Y la abstención rondará el 60%. En los últimos días, el primer ministro, Manuel Valls, ha intentado una estrategia del sálvese quién pueda y ha multiplicado los mítines y prometido una bajada de impuestos para las clases más bajas en otoño. Según las encuestas, la imagen de la UE se ha degradado en Francia hasta límites inéditos, y hoy solo un 39% tiene una opinión positiva sobre Europa. Un 75% de los franceses afirma que conoce mal las instituciones europeas.
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