Tres millones de papeletas en el aire
La iniciativa de Moscú siembra el desconcierto en la autoproclamada República de Donetsk
Papel mojado en un día radiante de sol. Las papeletas que con tanto ahínco cortaban este miércoles a guillotina varios voluntarios en la sede de la Administración Provincial de Donetsk, cuartel general de la autoproclamada República homónima, se convirtieron momentáneamente en preguntas sin respuesta tras el llamamiento del presidente ruso, Vladímir Putin, a posponer el referéndum convocado para el próximo domingo en esta provincia y la de Lugansk, en las que viven cerca de 6,5 millones de ucranios. La apelación, pendiente de ser sometida este jueves a debate por la dirección colegiada rebelde, cogió con el pie cambiado a los prorrusos, que desde el 6 de abril echan un pulso al Gobierno interino con la ocupación de edificios oficiales y, desde el fin de semana, intentan repeler por la fuerza la ofensiva de Kiev para rendirlos.
Kiril Rudenko, miembro del directorio político de la República de Donetsk, se permitió cuestionar la pertinencia de la propuesta. “Independientemente de lo que diga [Putin], el referéndum debe ser celebrado en la fecha prevista. No hay nada que negociar con Kiev, primero porque es una Junta salida de un golpe [la revolución del Maidán] y, segundo, porque está matando a nuestra gente. Tal vez Putin sepa algo que nosotros no sabemos; si no, no consigo explicarme por qué ha propuesto esto”, contaba Rudenko por teléfono mientras permanecía acantonado en la planta 11º del edificio ocupado con el resto de líderes rebeldes.
En la explanada, entre hornacinas de flores, velas e iconos en memoria de las víctimas de Odesa, los partidarios de la revuelta se encogían de hombros. “Cosas de alta política, quién sabe”, bromeaba Yuri, jubilado; “pero ya que estábamos, por lo menos que nos dejen votar; me hacía ilusión”. “¡No puede ser, es una puñalada!”, clamaba su amigo Igor. El estupor por lo que algunos calificaron de traición cundía por momentos, pese a las proclamas patrióticas que escupían los altavoces.
“Pero si ya están impresos tres millones de papeletas…”, exclamaba un tanto contrariado Kiril Cherkasev, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Donetsk, tras conocer la propuesta de Putin. Aunque la dirección revolucionaria subrayó la importancia que le merece el presidente ruso, Cherkasev, federalista confeso, no creía que este fuese capaz de cambiar el rumbo de los hechos. “De ninguna manera, el referéndum tendrá lugar el domingo como estaba previsto, estoy convencido”, aseguraba. En una encuesta realizada por su departamento entre 550 vecinos de la ciudad de Donetsk al inicio de la revuelta, el índice de aprobación del ‘zar’ ruso alcanzaba el 59%, frente al 16% del expresidente ucranio Víctor Yanukóvich, prorruso, desalojado del poder en febrero por el Maidán. Alrededor del cuitado Cherkasev el campus se desperezaba al sol de media tarde, ajeno por completo a la revuelta que tiene en pie de guerra al país, así como a la imposibilidad del referéndum.
Tres millones de papeletas, 800 colegios electorales —de los 2.500 previstos inicialmente, reagrupados por cuestiones de seguridad y logística— y una sola opción para el votante, manifestarse a favor o en contra de la declaración de la República nacional de Donetsk. A esos pocos datos, suministrados por Cherkasev, pareció quedar reducida de repente una consulta “muy bien organizada” para la que ya se han acreditado más de 200 medios de comunicación. “El 70% de los ciudadanos de Donetsk apoyaban la idea del referéndum ya hace un mes, cuando empezó todo. El porcentaje ha subido ligeramente tras el lanzamiento de la operación militar contra Slaviansk”, el bastión rebelde, explicaba Cherkasev tirando de legitimidad estadística, como si tratara de convencer a Putin. “El 80% de los encuestados, sin diferencias étnicas [tanto ucranios como rusos], cree que en Kiev se produjo en febrero un golpe de Estado, y defienden ampliamente una solución federal para el Este. Son datos concluyentes con los que no se puede jugar. Si Putin supiera que el 46% de los habitantes de Donetsk apoya su incorporación a la Federación Rusa, no habría dicho esto”.
De la miniencuesta de coyuntura realizada por su equipo, se deducen otra serie de datos interesantes de cara a las elecciones presidenciales del 25 de mayo, por completo ausentes de la realidad cotidiana y la agenda política del Este. El presidente interino, Alexandr Turchínov, goza entre la población de Donetsk de una popularidad del 11%, tres veces menos que su antecesor —y nativo de la provincia— Yanukóvich. Y otro aviso para navegantes: “No tiene ningún sentido celebrar esas elecciones [presidenciales] en Donetsk y Lugansk, porque son ilegales. Kiev no representa los intereses de la gente que vive en el Este, conviene que lo tenga muy claro”.
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