Transparencia Internacional critica la opacidad de la Unión Europea
La ONG reclama a Bruselas un mayor control sobre los ‘lobbies’
Las instituciones europeas, que presumen de figurar entre las más transparentes del mundo, se enfrentan a serios riesgos de corrupción. La opacidad en la toma de decisiones, la actividad de los grupos de presión, los conflictos de intereses y la falta de protección para quienes denuncian irregularidades impiden que las reglas se cumplan de manera eficaz. Este es el diagnóstico de Transparencia Internacional, que este jueves ha publicado el primer informe exhaustivo que se conoce sobre la UE en este terreno.
A lo largo de 246 páginas, la ONG dedicada a examinar los niveles de corrupción de países e instituciones desgrana la abundante y compleja normativa que rige los organismos comunitarios y la contrapone a la práctica. “Hay buenas bases en el sistema para apoyar la integridad y la ética”, admite el texto, “aunque se ven frecuentemente socavadas por malas prácticas, falta de liderazgo político, falta de personal y fondos y falta de claridad sobre a quién se aplican las reglas”.
Una de las principales críticas alude a la toma de decisiones. Para salvar las numerosas críticas sobre la lentitud de los procesos, se ha virado hacia procedimientos más informales. El resultado es que “partes clave del proceso legislativo no reciben un escrutinio adecuado y negociaciones importantes están rodeadas de secretismo”, según el texto. Carl Dolan, director de la organización en Bruselas, abunda en esa idea “Es una tendencia preocupante. Los procesos para llegar a acuerdos son cada vez más informales. Muchas de las reuniones clave se hacen a puerta cerrada, sin que se sepa lo que se negocia”.
El documento plantea objeciones a dos métodos habituales de trabajo: los llamados trílogos (reuniones entre la Comisión, el Parlamento y el Consejo Europeo para pactar las legislaciones) y las cumbres de jefes de Estado y de Gobierno, donde se toman las decisiones clave. La ONG reclama mayor publicidad a estas citas.
El otro elemento que preocupa a Transparencia Internacional es la falta de reglas que rigen los contactos con los grupos de presión. Pese a contar con 15.000 lobbies establecidos en Bruselas, no existen normas que obliguen a los legisladores a revelar sus encuentros con ellos. Además, no hay registro obligatorio de estos grupos; solo uno voluntario, aunque la Comisión Europea lo considera eficaz porque, según sus cálculos, recoge a más lobbistas que el de Estados Unidos, donde sí es necesario identificar a los grupos que defienden intereses. La ONG lamenta, además, que los registros solo afecten a la actividad que se realiza ante el Parlamento Europeo y la Comisión, no en la representación de los Estados miembros, también objeto de presión intensa.
La Comisión Europea dice tomar nota del informe, aunque se siente “orgullosa de ser una de las instituciones más transparentes y escrutadas del mundo”, aseguró ayer un portavoz. Al igual que otras instituciones, el Ejecutivo comunitario ha colaborado con Transparencia Internacional en el informe. Solo la Eurocámara se ha negado a hacerlo, explica Carl Dolan, que echa en falta controles externos en ese órgano.
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