_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El final de la calle

Nadie creía en estas nuevas conversaciones de paz entre Israel y Palestina cuando empezaron hace nueve meses con el propósito de alcanzar el acuerdo definitivo a mitad de 2014

Lluís Bassets
El presidente palestino, Mahmud Abás, pide la adhesión a 15 organismos internacionales en el seno de la ONU.
El presidente palestino, Mahmud Abás, pide la adhesión a 15 organismos internacionales en el seno de la ONU. ATEF SAFADI (EFE)

Nadie creía en estas nuevas conversaciones de paz cuando empezaron hace nueve meses con el propósito de alcanzar el acuerdo definitivo a mitad de 2014; nadie ha creído en ellas mientras se ha mantenido la apariencia de que se negociaba; y cuando están a punto de romperse definitivamente, apenas el secretario de Estado John Kerry cree todavía en la posibilidad de que israelíes y palestinos prorroguen las conversaciones más allá de la fecha del 29 de abril, y menos que sean capaces de alcanzar un acuerdo ni ahora ni nunca sobre el reconocimiento de los dos Estados, uno para los palestinos y otro para los judíos, viviendo en paz y seguridad.

Es el final de la calle. Lo que viene después no se conoce. Las circunstancias serán distintas. Rusia juega con otro reglamento y otras ambiciones tras la anexión de Crimea: poco se puede esperar del futuro en la región del Cuarteto, la formación diplomática que la incluye junto a Estados Unidos, Unión Europea y Reino Unido. El mundo árabe ha mutado, fruto de la primavera y luego del invierno militar. Los occidentales disminuyen en peso e influencia a ojos vista. Con un Irán reconocido internacionalmente como ya se atisba, perderán pie los radicales palestinos. El presidente palestino Mahmud Abbas, con 80 años a cuestas y sin legitimidad (las últimas elecciones presidenciales fueron en 2005) prepara el portazo que salve su dignidad.

Israelíes y palestinos se enfrentan al naufragio quizás definitivo de las conversaciones de paz

El motivo de la actual ruptura afecta a los únicos resultados tangibles obtenidos. Israel no ha liberado el último grupo de 26 presos palestinos de los 104 a los que se había comprometido y la Autoridad Palestina ha incumplido su compromiso de aplazar la firma de las convenciones y tratados de Naciones Unidas que le permitirán acudir al Tribunal Internacional de La Haya para acusar a Israel por la ocupación ilegal de Cisjordania. Ambas medidas, la salida de presos condenados por crímenes de sangre anteriores a los acuerdos de Oslo y la renuncia a llevar a Israel ante la justicia internacional, fueron las bazas de confianza entregadas al empezar las conversaciones y son lo único que quedará de ellas: la libertad de unos veteranos palestinos y el tiempo comprado por Israel para eludir a la justicia internacional.

Kerry quería un acuerdo definitivo; luego se conformó con unos parámetros para seguir negociando; y ahora lucha a brazo partido para que las dos partes sigan sentadas hasta 2015 aunque no exista sustancia sobre la que quieran negociar. Al borde del fracaso, ha mostrado la carta de la desesperación: la liberación de Jonathan Pollard, uno de los mayores espías de la historia, que vendió diez metros cúbicos de papeles secretos a Israel entre 1981 y 1985 y cumple una condena de 30 años. Israel podría incluir en el regalo a 400 presos palestinos más y una congelación de los asentamientos que excluyera Jerusalén. Mucho para un puñado de tiempo sin horizonte.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_