Un año sin el ‘comandante supremo’
Chávez legó una oportunidad perdida, una economía en quiebra que hoy se sostiene a fuerza de endeudamiento y especulación
Un año después, los dos últimos deseos de Hugo Chávez se cumplen en Venezuela al pie de la letra: Nicolás Maduro gobierna en su nombre, arropado por un número cada vez mayor de militares en funciones ejecutivas; y la devaluación y el establecimiento de mayores controles sobre la economía siguen siendo la respuesta del chavismo a la crisis que atraviesa Venezuela, y que se manifiesta en una altísima inflación, aguda escasez de productos básicos y una creciente conflictividad en las calles. Solo que Maduro, a diferencia de Chávez, enfrenta las protestas a sus políticas con represión.
“Chávez está concentrado en los asuntos económicos del país y estará en Caracas más temprano que tarde”. El vicepresidente Nicolás Maduro ya había sido ungido por Hugo Chávez como su sucesor, cuando afirmó el 4 de enero de 2013, que el comandante seguía gobernando desde su lecho de enfermo en La Habana, tras ser sometido a una cuarta cirugía contra el cáncer que le fue diagnosticado en junio de 2011. Chávez estaba aún en Cuba cuando Maduró ejecutó, un mes después y en su nombre, la primera gran devaluación de la moneda, en casi 32%. “Aquí está la firma del Presidente por si la quieren reconocer”, dijo entonces el ministro de Finanzas, Jorge Giordani, a los escépticos. El 18 de febrero, Maduro anunció el regreso de Chávez a Caracas y dos semanas después, el 5 de marzo, anunció también su fallecimiento, en suelo patrio, a las 4:25 de la tarde.
Junto con el presidente Chávez, desaparecieron de los anaqueles el pollo, el papel sanitario, la leche y otros productos básicos. Largas filas de compradores esperan hasta tres horas al día para adquirir un producto
Chávez legó una oportunidad perdida, una economía en quiebra que hoy se sostiene a fuerza de endeudamiento y especulación, junto con una retórica revolucionaria y polarizante que tradicionalmente ha cohesionado a sus filas en tiempos de apuros y que, al cumplirse un año de su muerte, la estatal Venezolana de Televisión presenta en forma de micros titulados “Memoria anti imperialista”. Durante la última década de su gobierno, el ingreso petrolero de Venezuela fue siete veces mayor que en 1998, cuando asumió el poder. Y sin embargo, el país que le sobrevive a Chávez adolece de problemas de liquidez e inversión. La estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) –el motor de la economía, que financia más del 60% del presupuesto-- produce y exporta menos barriles que hace 10 años y solo cobra a tiempo y en efectivo cerca del 50% de sus envíos que, paradójicamente, van dirigidos a Estados Unidos, de acuerdo a cifras oficiales. Entre enero de 2013 y enero de 2014, las reservas internacionales de Venezuela han decrecido en 25,2%. Antes de morir, antes de que la inflación y la escasez mostraran su peor cara, Chávez atribuyó la responsabilidad del trance a una supuesta “guerra económica” tramada por ‘el imperio’ y sus secuaces venezolanos –la oposición y la empresa privada.
Junto con el presidente Chávez, desaparecieron de los anaqueles el pollo, el papel sanitario, la leche y otros productos de la cesta básica. Largas filas de compradores, que esperan hasta tres horas al día para adquirir un producto, comenzaron a florecer a las puertas de los mercados públicos y privados. En diciembre de 2013, la inflación y el desabastecimiento, que ha sufrido cíclicamente el país durante la última década, alcanzaron picos alarmantes, especialmente entre los sectores más empobrecidos: los precios aumentaron 59% con respecto al año anterior para el estrato I de la población y el índice de escasez fue de 23%, según cifras del Banco Central de Venezuela. La ventas de la red pública de Mercados de Alimentos (Mercal), donde el Estado vende productos importados a precios controlados, cayeron en 9,5%, porque tampoco allí se encuentran las mercancías prioritarias. Las capitales del país más afectadas por el aumento de los precios en 2013 fueron Valencia (60,9%), San Cristóbal (60,5%) y Caracas (52,7%), las tres ciudades donde las protestas callejeras de las últimas semanas han sido más violentas.
Nicolás Maduro, declarado vencedor de la presidenciales de abril de 2013 con un 1,49% de ventaja, decidió enfrentar esta guerra rodeándose de más militares cuando remodeló su tren ministerial con algunos enroques, el 15 de enero de este año. “Lo que está ocurriendo no es que este nuevo Gabinete sea más pragmático o más radical, sino que se hace más militarista. Dentro de los militares la resolución a la problemática está más orientada a implementar más leyes, controles e inspecciones, además de mayor planificación (…) Queda en evidencia que prevalece la creencia de una economía planificada y controlada como propulsor del modelo de desarrollo”, señaló la firma venezolana Ecoanalítica en su informe especial de coyuntura del 16 de enero. Ese mismo día, Maduro anunció el reforzamiento del control de precios y del control de cambio, vigentes desde 2003, y responsables en gran parte de los enormes desequilibrios en la economía venezolana.
Entre la tasa de cambio oficial –de 6,3 bolívares fuertes por dólar—y la del mercado paralelo de divisas, existe un diferencial del 949,2%. En enero de este año, la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), responsable durante la última década de la asignación de cupos en dólares a las personas naturales y al sector privado, fue sustituida por el Sistema Complementario de Divisas (Sicad), que restableció las operaciones de permuta con títulos públicos para la obtención de moneda extranjera. La más reciente subasta fijó en 11 bolívares fuertes por dólar el tipo de cambio y favoreció a empresas que importan insumos para el sector salud, petroquímico y automotriz.
En un contexto de asfixia a la producción privada (de las 11.000 empresas que existían en Venezuela en 1998, 1.200 fueron intervenidas y quedaban 7.000 a finales de 2012), entre el 80% y el 90% de los bienes y servicios que consumen los venezolanos hoy en día son importados y el grueso de esas importaciones –especialmente en el sector de los alimentos-- son directamente administradas por el Ejecutivo. Este sistema ha sido también una enorme fuente de corrupción: según admitió Rafael Ramírez –vicepresidente del área económica, ministro de Energía y Petróleo y presidente de Pdvsa--, el 30% de los dólares baratos otorgados por Cadivi en los últimos 10 años al sector privado fueron desviados.
En diciembre pasado, el presidente Maduro planteó la posibilidad de aumentar el precio de la gasolina –anclado desde 1996 en un precio equivalente a 0,013 centavos de dólar por litro--, con la idea de invertir los ingresos adicionales en viviendas, salud, vialidad, pensiones. Pero esta opción se ha desvanecido frente a las recientes protestas callejeras, que han sido alentadas por los estudiantes universitarios y reprimidas por la Guardia Nacional Bolivariana y grupos parapoliciales afines al oficialismo con una fuerza que Hugo Chávez nunca se arriesgó a emplear en sus 14 años de Gobierno. La última vez que un presidente venezolano implementó un aumento de los combustibles para sortear la crisis económica –Carlos Andrés Pérez, al comienzo de su segundo Gobierno, en 1989—sobrevino un estallido social –‘El Caracazo’, que se desarrolló entre el 27 y 28 de febrero de ese año.
Bajo estas circunstancias, el Gobierno de Maduro recorre el mundo para reunir apoyos políticos y económicos ante lo que ha descrito como un “golpe de Estado continuado”. El canciller Elías Jaua visitó algunos países de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur) y luego viajó a Ginebra para denunciar ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) la supuesta trama urdida por “la derecha fascista”. El vicepresidente del área económica, Rafael Ramírez, estuvo esta semana en Rusia y China, donde acordó “nuevas operaciones de financiamiento” para el país. Ya para mediados de 2013, Venezuela debía a Beijing 38.500 millones de dólares en créditos amarrados con ventas de petróleo a futuro.
La conmemoración del primer aniversario de la muerte de Chávez coincide con el fin de un largo Carnaval, luego de que Maduro decretara seis días de inactividad laboral para acallar las protestas en su contra. “¿Ustedes creen que íbamos a permitir que le quitaran la felicidad a los niños en Carnaval? ¡Jamás!”, dijo este lunes el presidente venezolano. Esta tarde las comparsas de disfraces darán paso en Caracas a un desfile cívico-militar en memoria del ‘comandante supremo’. Nunca un homenaje fue tan alegórico.
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