Bolivia aplaza la ley contra el trabajo infantil tras las protestas de los niños
Los menores exigen poder emplearse para garantizar su subsistencia
Algo más de 30 niños y jóvenes, con la cara brillante y el cabello bien peinado, pero con manos resecas, miraban aún con sorpresa al presidente de Bolivia y el lugar donde se encontraban: el comedor del Palacio Quemado, durante la audiencia con Evo Morales el lunes muy temprano. Solo tres días después de que la policía les disparase gases lacrimógenos para dispersarlos mientras se manifestaban, han logrado que la Asamblea Legislativa Plurinacional haya dejado pendiente hasta enero la aprobación del código de la Niñez y que Morales haya apoyado públicamente su reivindicación: que no se prohíba, como prevé la norma en proyecto, el trabajo infantil entre los cinco y catorce años.
El proyecto del Código de la Niñez y Adolescencia, que prohibía el trabajo a menores de catorce años, se ha elaborado con el fin de garantizar el derecho de los pequeños a estudiar, tener acceso a servicios de salud y educación. El ministerio de Trabajo boliviano difundió recientemente un estudio sobre este segmento de la población que está plenamente incorporado a la fuerza laboral del país. Son 848.000 niños y niñas, con edades de entre cinco y catorce años, que trabajan en el país, muchos de ellos en una veintena de actividades que se consideran peligrosas para los menores de edad. Tanto el ministerio como el Centro Boliviano de Acción Educativa e Investigación explican que la precaria situación de los pequeños trabajadores se origina en la pobreza, la desintegración familiar, el abandono, la falta de empleo para los adultos en la familia y, también, la irresponsabilidad de los padres. En toda América Latina trabajan unos 14 millones de niños de cinco a 14 años, según la OIT.
El delegado nacional del movimiento social independiente, Henry Apaza, de 13 años, que vende cigarrillos en la ciudad de El Alto desde los siete, cuenta que en el desayuno explicaron a Morales sus objeciones. “No pueden dejar sin trabajo a quienes por las circunstancias de la vida tenemos que trabajar. Le hemos dicho que hay chicos y chicas de cinco años que venden chicle y dulce al lado de sus madres o de sus hermanos. El presidente nos ha contado primero de su vida, y del trabajo que tenía de niño, sus anécdotas y, después de escucharnos ha dicho que nos va a apoyar”. Morales afirmó, al término del desayuno, que el trabajo de los niños y jóvenes no puede eliminarse, pero que eso no quiere decir que se vaya a permitir la explotación laboral. “Eliminar el trabajo infantil es eliminar la conciencia social”, declaró el presidente.
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