_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Despolitizar el Mercosur?

El acuerdo sudamericano se encuentra empantanado en conflictos políticos entre los mismos miembros que lo componen

Juan Arias

El Mercosur nació como un gran proyecto de integración de América del Sur. Su finalidad última era una integración económica de los países que lo componían. Aquel proyecto hizo nacer el primer esbozo de ley que convirtiera el español en la segunda lengua de Brasil, ya que siendo el miembro de mayor peso, era el único país del grupo que no hablaba la lengua de América Latina.

Desde entonces, el Mercosur ha pasado por mil vicisitudes, unas más gloriosas y otras menos. A veces, en estos últimos años, ha dado la impresión de que se trataba de un enfermo al que los médicos no conseguían hacer un diagnóstico acertado. Lo cierto es que, a pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo, el Mercosur se encuentra empantanado en conflictos entre los mismos miembros que lo componen.

A principios de mes, en una reunión entre Argentina y Brasil, éste último reclamó, por ejemplo, que Argentina se hacía el remolón en la elaboración de la lista de productos que junto con los de Brasil, Paraguay y Uruguay deberán ser entregados a la Unión Europea, en un  intento de llegar a una colaboración.

Después de 12 años de infinitas reuniones y discusiones, aún no se ha conseguido llegar a un acuerdo de libre comercio entre los componentes del Mercosur. Desde que se inició aquella aventura el mundo y el continente han cambiado. Países latinoamericanos como Colombia, México o Perú han sabido rubricar acuerdos comerciales importantes, por ejemplo, con los Estados Unidos que acabaron mostrándose positivos. También Brasil ha cambiado y se ha abierto más a otros mercados como los de Asia y África

Mientras tanto, el Mercosur ha conseguido hacer acuerdos sólo con Israel, Egipto y las Autoridades Palestinas. Podríamos preguntarnos cuál es la verdadera enfermedad que impide al Mercosur despegar con nuevos instrumentos y nuevos acuerdos para que sea capaz de responder a los desafios del momento en un mundo en plena transformación incluso de alianzas globales.

Una respuesta- que podría no ser la única- la ha dado hoy en el diario O Globo, Rubens Barbosa, presidente del Consejo de Comercio Exterior de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp). Según Barbosa, un fino analista de los procesos económicos brasileños, lo que aqueja al Mercosur sería su excesiva “politización”. El Mercosur habría acabado según él, olvidándose de su objetivo fundacional que era el “comercial” para transformarse más bien en un “foro de discusiones, debates y reflexiones políticas y sociales”.

Lleva razón el experto en que la esencia del Mercosur era un acuerdo económico, como lo fue en un principio el de la Unión Europea. Ello no impedía que se tratara también de un acuerdo político, ya que no es posible separar ambos aspectos como nos está demostrando la crisis europea. El problema es dónde se puso el acento y no cabe duda que lo que más ha llamado la atención en las crónicas del Mercosur en los últimos años han sido sobretodo las discusiones y, a veces, hasta las divergencias políticas.

Es posible que el Partido de los Trabajadores (PT) vuelva a ganar las elecciones el año próximo. En ese caso, debería recordarse que el Mercosur fue uno de los grandes desafios del expresidente Lula da Silva que colocó a Brasil como el corazón del proyecto. Hoy, a 12 años de distancia, quizás la nueva coyuntura mundial esté exigiendo una reestructuración a fondo de aquel proyecto esperanzador llamado a integrar el sur del continente. La papeleta le va a tocar esta vez a la mandataria Dilma Rousseff si fuera reelegida.

No se trataría sólo de retoques. El Mercosur, según el parecer de no pocos analistas políticos, está agonizando y podría acabar perdiéndose en excesivas discusiones polìticas. El proyecto necesita ser repensado, y como en todas las transformaciones, no existe mejor medicina que volver a las raíces. Y el Mercosur nació para unir e integrar económicamente a América del Sur y desde allí, quizás a otras geografías latinoamericanas. Olvidarse de dichas raíces podría significar vaciar de sentido y contenido aquel proyecto que está enfermo, pero no muerto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_