Snowden asegura que no se llevó documentos de la NSA a Rusia
El extécnico de la Agencia de Seguridad de EE UU dice que protegió la información del espionaje chino
Edward J. Snowden, el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas en inglés), ha afirmado en una extensa entrevista este mes que no se llevó consigo ningún documento secreto de la NSA a Rusia cuando huyó allí en junio, y ha asegurado que los mandos de la inteligencia rusa no podrían acceder a ellos.
Snowden ha explicado que había entregado todos los documentos secretos que había obtenido a los periodistas con los que se reunió en Hong Kong antes de coger el avión a Moscú y que no se guardó ninguna copia. No se llevó los archivos a Rusia “porque no serían útiles para el interés público”, decía.
“¿Qué interés especial podría tener yo en llevar personalmente otra copia de los materiales a partir de ese momento?”, ha añadido.
También ha afirmado que pudo proteger los documentos de los espías chinos porque conocía la capacidad de los servicios secretos de ese país ya que cuando era analista de la NSA había seguido las operaciones chinas y había impartido un curso sobre contrainteligencia cibernética china.
“No existe ninguna posibilidad de que los rusos o los chinos hayan recibido algún documento”, subrayó.
Fuentes de los servicios secretos estadounidenses han expresado su seria preocupación por la posibilidad de que los archivos hayan caído en manos de servicios de inteligencia extranjeros, pero Snowden ha afirmado creer que la NSA sabía que no había cooperado con los rusos o los chinos. Señaló que iba a revelar públicamente que ya no tenía ningún documento del organismo para aclarar por qué estaba seguro de que Rusia no había conseguido acceder a ellos. Explicó que antes se había mostrado reacio a hacer pública esa información por temor a exponer a los periodistas a una mayor vigilancia.
En una extensa entrevista realizada a lo largo de varios días la semana pasada, Snowden ha respondido punto por punto a las acusaciones que las autoridades estadounidenses y otros detractores han vertido contra él, ha proporcionado nuevos detalles sobre la razón por la cual quedó desencantado con la NSA y decidió hacer públicos los documentos, y ha hablado del debate internacional sobre la vigilancia que se produjo tras las revelaciones. La entrevista se realizó mediante comunicaciones por Internet codificadas. Snowden, de 30 años, ha sido elogiado por los defensores de la privacidad y atacado por los funcionarios del Gobierno, que lo consideran un traidor que ha causado daños irreparables, y se enfrenta a varias acusaciones en virtud de la Ley de Espionaje por filtrar documentos de la NSA a los medios de comunicación. En la entrevista, dice que se ve como alguien que ha denunciado la existencia de prácticas ilegales dentro de su organización y que actúa en beneficio de su país al revelar información sobre las operaciones de vigilancia de la NSA y su descomunal recogida de datos de comunicación, entre ellos los de los estadounidenses.
Sostiene que ha hecho una contribución a la seguridad nacional de Estados Unidos al poner sobre la mesa un debate público muy necesario acerca del alcance de los programas de espionaje. “El que estos programas continúen en secreto representa un peligro mucho mayor que su revelación”, afirma. Añade que el hecho de que a los estadounidenses no se les hubiese informado sobre el alcance de la NSA le preocupaba más que cualquier operación de vigilancia concreta.
Sostiene que ha hecho una contribución a la seguridad nacional de Estados Unidos
“Mientras haya un apoyo generalizado por parte de la gente, se puede sostener que hay cierto grado de legitimidad incluso en el programa más invasivo y moralmente erróneo, ya que se trata de una decisión informada y consciente”, dice. “Sin embargo, los programas que se llevan a cabo en secreto, lejos de la supervisión ciudadana, carecen de esa legitimidad, y esto es un problema. También constituyen una normalización peligrosa del “gobierno en la oscuridad”, en el cual se toman decisiones que tienen repercusiones enormes para la ciudadanía sin contar en absoluto con los ciudadanos”.
Snowden afirma que nunca se planteó la deserción mientras estuvo en Hong Kong, ni en Rusia, donde le han permitido quedarse durante un año. Señalaba que tenía la confianza de haber mantenido los documentos a salvo de los espías chinos, y que la NSA sabía que así había sido. Su último objetivo cuando trabajaba como contratista para dicho organismo había sido China y, añade, había tenido “acceso a todos los objetivos, todas las operaciones activas” organizadas por la NSA contra los chinos. “Listas completas”, remacha.
“Si estos hubiesen corrido peligro”, prosigue, “la NSA habría roto la mesa de tanto golpearla al denunciar el daño que eso habría causado. Pero la NSA no ha aportado ni un solo ejemplo de perjuicio debido a las filtraciones. Han sido incapaces de decir nada al respecto salvo ‘creemos’, ‘tal vez’, ‘hay que suponer’, en declaraciones de funcionarios anónimos y exfuncionarios. Nada de ‘China se está volviendo impenetrable’. Nada de "el Ejército chino nos ha dejado fuera".
La decisión de filtrar los documentos se remonta a la época en la que trabajaba en la oficina de la CIA en Ginebra
Una portavoz de la NSA no respondió el jueves a la petición de que comentase las afirmaciones de Snowden.
Snowden explica que la decisión de filtrar los documentos de la NSA la fue tomando poco a poco, y se remonta al menos a la época en la que trabajaba como técnico en la oficina de la CIA en Ginebra. Sus experiencias allí, relata Snowden, alimentaron las dudas que albergaba sobre la comunidad del espionaje y también lo convencieron de que tratar de actuar respetando la cadena de mando no le habría acarreado más que represalias.
Rebate una declaración publicada por The New York Times la semana pasada en la que se afirmaba que el comentario despectivo en su evaluación personal cuando estaba en Ginebra se debía a la sospecha de que estaba intentando acceder a unos archivos confidenciales que no estaba autorizado a ver. (La CIA discrepó posteriormente con la explicación de por qué le habían reprendido). Snowden dice que quien incluyó ese comentario en su informe fue un directivo que intentaba castigarle por tratar de advertir a la CIA de una vulnerabilidad informática.
Se planteó presentar una queja al inspector general de la CIA por lo que consideraba una represalia
Snowden relata que en 2008 y 2009 estuvo trabajando en Ginebra como agente de sistemas de información de telecomunicaciones, encargándose de todo tipo de cosas, desde las tecnologías de la información y las redes informáticas hasta el mantenimiento de los sistemas de calefacción y aire acondicionado. Empezó a exigir un ascenso, pero se metió en lo que él denomina “una discusión por correo electrónico sin importancia” en la que cuestionaba el criterio de un directivo.
Varios meses después, dice Snowden, estaba escribiendo su autoevaluación anual cuando descubrió unos fallos en las aplicaciones web del personal de la CIA que las hacían vulnerables a la piratería informática. Explica que se lo advirtió a su supervisor, pero su jefe le aconsejó que se olvidase del asunto y no mareara la perdiz. Después de que un equipo técnico tampoco le hiciese caso, su jefe accedió finalmente a permitirle poner a prueba el sistema para demostrar que tenía fallos.
Lo hizo añadiendo “sin mala intención” un código y texto en el documento de evaluación que demostraban la existencia de la vulnerabilidad. Dice que su supervisor inmediato lo firmó y lo envió para que siguiese su curso a través del sistema, pero un superior – el hombre al que Snowden se había enfrentado antes — se exasperó y añadió un comentario crítico de Snowden en el expediente de personal.
Dice que se planteó presentar una queja al inspector general de la CIA por lo que consideraba una represalia, y añade que no recuerda si lo hizo o si un supervisor le disuadió de hacerlo. Un portavoz de la CIA no ha querido hacer comentarios sobre el relato que hace Snowden del episodio, ni sobre si efectivamente presentó la queja.
Pero el incidente, declara Snowden, le convenció de que intentar resolver las cosas siguiendo las normas solo le acarrearía castigos. Dice que sabe de otros que sufrieron represalias por lo que sacaron a la luz, entre ellos Thomas A. Drake, juzgado por revelar los abusos contractuales de la NSA con The Baltimore Sun. (Se reunió con Snowden en Moscú la semana pasada para entregarle un premio que le habían concedido por sus actos). Y conoce a otros empleados de la NSA que se metieron en líos por avergonzar a un alto cargo en una cadena de mensajes electrónicos que incluía una frase, referida al Ejército chino, que decía: “¿Esto es el Ejército Popular de Liberación o la NSA?”.
Snowden añade que dentro del organismo de espionaje “hay mucha disensión; incluso palpable en algunos casos”. Pero añade que mantienen a raya a la gente mediante “el miedo y una falsa imagen de patriotismo”, algo que él describe como “obediencia a la autoridad”.
Dice que cree que si hubiese intentado cuestionar las operaciones de vigilancia de la NSA desde dentro, sus intentos “habrían sido enterrados para siempre” y le habrían “desacreditado y arruinado”. Afirma que “el sistema no funciona” y añade que “hay que informar de los actos inmorales a aquellos que son más responsables de ellos”.
Snowden dice que finalmente se decidió a actuar cuando descubrió una copia de un informe confidencial de 2009 de un inspector general sobre el programa de pinchazos telefónicos no autorizados de la NSA durante el gobierno de Bush. Dice que encontró el documento haciendo una “búsqueda de palabras obscenas”, algo que describe como un intento de un administrador de sistemas por revisar un sistema informático en busca de cosas que no deberían estar ahí, a fin de borrarlas y limpiar el sistema.
“Era algo demasiado confidencial para estar donde estaba”, dice a propósito del informe. Abrió el documento para asegurarse de que no debía estar ahí y, tras ver lo que contenía, “la curiosidad se impuso”, declara.
Después de leer acerca del programa, que se saltaba las leyes sobre vigilancia en vigor, llegó a la conclusión de que había sido ilegal, afirma. “Si los funcionarios de más alto rango de la Administración pueden infringir la ley sin miedo al castigo o a que ello tenga repercusión alguna”, dice, “los poderes secretos se vuelven tremendamente peligrosos”.
Se niega a decir en qué momento exacto leyó el informe, o a hablar sobre cuándo tuvieron lugar sus posteriores actos de recopilación de documentos de la NSA con el propósito de filtrarlos. Pero asegura que el hecho de leer aquel informe le ayudó a tomar la decisión. “No se puede leer algo así y no darse cuenta de lo que significa para todos estos sistemas que tenemos”, afirma.
Snowden reconoce que el impacto de su decisión de revelar información sobre la NSA ha sido mayor de lo que él había imaginado. Añade que no controló lo que escribieron los periodistas que tenían los documentos. Afirma que les pasó los documentos porque quería que sus propios perjuicios “no influyesen en la decisión de publicar los documentos” y que “no fuese posible interferir en las soluciones técnicas que existían para garantizar el trabajo de los periodistas”.
Snowden no quiere dar detalles sobre sus condiciones de vida en Moscú, salvo para decir que no está bajo el control del Gobierno ruso y que puede moverse con libertad.
© The New York Times Company, 2013.
Traducción de News Clips.
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