El líder de Al Qaeda capturado en Libia comparece el martes ante un juez federal
Abu Anas al Libi llegó a Nueva York el sábado pasado tras pasar pasar una semana a bordo de un buque de la Armada para ser interrogado
Abu Anas al Libi, el líder de Al Qaeda capturado el pasado 5 de octubre durante una operación de las fuerzas especiales de Estados Unidos en Libia, llegó el pasado sábado a Nueva York, tras pasar más de una semana a bordo de un buque de la Armada donde fue interrogado por miembros del la CIA y el FBI. Al Libi ya está en manos de la justicia ordinaria y está previsto que comparezca este martes ante un juez federal para enfrentarse a los cargos criminales por terrorismo que pesan sobre él desde 2001, según ha informado este martes el fiscal general de Manhattan, Preet Bharara.
Al Libi, de 49 años, también conocido como Nazih Abdul Hamed al Ruqai, fue acusado de conspiración terrorista en 2001 por el tribunal del distrito Sur de Nueva York por su implicación en los atentados a las Embajadas de EE UU en Tanzania y Kenia de 1998. El procurador general de Nueva York solicitó que se le asignara un abogado de oficio a Al Libi, pero el viernes pasado, el juez del Distrito de Manhattan, Lewis Kaplan, se negó a nombrar a ningún letrado para asistir al detenido hasta que no se hubiera procedido a su detención oficial por agentes de la ley.
El sospechoso lleva 10 días bajo custodia militar. Desde su captura, la Administración estadounidense ha evitado ofrecer información sobre el paradero concreto del buque de la armada en el que ha estado retenido. A lo largo de este tiempo, Al Libi ha sido interrogado sin la presencia de un abogado y su testimonio no podrá ser tenido en cuenta a la hora de su acusación judicial. El Pentágono tampoco ha indicado si el detenido ha accedido a cooperar en los interrogatorios o sobre los datos que han conseguido sonsacarle.
La detención de Al Libi desató el malestar de las autoridades libias que exigieron al Gobierno de EE UU explicaciones sobre su captura, a la que calificaron de secuestro y en la que, sostuvieron, no habían tomado parte. El Ejecutivo de Trípoli advirtió de que el incidente podría mermar las ya de por sí, endebles relaciones entre ambos países tras el ataque al consulado de Bengasi en 2011, donde fallecieron cuatro estadounidenses.
El Departamento de Estado desmintió que no se hubiera puesto en conocimiento del Libia la operación de Al Libi y, durante el tiempo que éste permaneció en alta mar, la embajadora de EE UU en Trípoli, Debborah Jones, ha mantenido comunicación constante con varios ministros libios para informarles sobre el estado de salud del detenido. A lo largo de estos días, ambos países han acelerado las negociaciones para permitir que las tropas estadounidenses puedan realizar operaciones sobre territorio libio.
El secretario de Estado, John Kerry, defendió la legalidad de la detención de Al Libi y aseguró que sería juzgado por un tribunal ordinario, alejando cualquier cualquier sospecha de que fuera a ser destinado al centro de detención de Guantánamo. “Al Libi ha sido acusado formalmente por un tribunal y en nuestro sistema legal a un acusado se le reconoce la presunción de inocencia hasta que se demuestre su culpabilidad. Ahora tendrá la oportunidad de defenderse”, señaló Kerry.
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