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Rusia abre una guerra comercial contra Lituania

En juego está la pugna entre Moscú y la Unión Europea por atraer a Ucrania bajo su influencia

Vladimir Putin, presidente ruso.
Vladimir Putin, presidente ruso.Kommersant (Kommersant via Getty Images)

Rusia ha suspendido las importaciones de los productos lácteos desde Lituania, una medida que algunos observadores califican de "política", y la interpretan como la demostración del malestar de Moscú por, entre otras cosas, el hecho de que Vilna ha estado impulsando activamente un tratado de libre comercio entre Ucrania y la Unión Europea.

El Kremlin utiliza periódicamente a Rosprotrebdnadzor, la oficina estatal que se ocupa de controlar la importación de productos, como arma de castigo contra los antiguos miembros de la desaparecida Unión Soviética. Así, en los últimos años han estado prohibidos el vino de Moldavia (2006 y 2013) y Georgia (2006-junio de 2013), así como también las aguas minerales de este último país, y a fines de julio pasado le tocó el turno a los caramelos Roshen importados desde Ucrania.

El Kremlin utilila el comercio para presionar a las antiguas repúblicas soviéticas

Vilna será la sede de la próxima cumbre de la Unión Europea, en la que, en principio, se debe concretar la firma del tratado de libre comercio entre esta y Ucrania. Lituania, como presidente semestral de la UE, ha trabajado con entusiasmo para que el tratado sea suscrito en noviembre.

Moscú ha intervenido públicamente en contra de

esa firma y ha advertido a Kiev de las consecuencias que tendrá en las relaciones económicas con Bielorrusia, Kazajstán y Rusia, países que han formado una Unión Aduanera en la que quisieran ver también a Ucrania.

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Sin embargo, Kiev, que mantiene tensas relaciones con Moscú debido principalmente a los precios del gas que consideran excesivos, ha apostado por acelerar su integración con Europa y, además del tratado de libre comercio, se espera que firme en la cumbre de Vilna un acuerdo de asociación política con la UE.

Bruselas, aparentemente, está dispuesta a cerrar los ojos ante la situación, que ha condenado, de la exprimera ministra ucrania Yulia Timoshenko, encarcelada por el régimen de Víktor Yanukóvich. A pesar de las críticas y las exigencias hechas por los europeos, Timoshenko, que era la líder indiscutible de la oposición a Yanukóvich, continúa tras las rejas. La ex primera ministra fue procesada por haber firmado en 2009, cuando estaba en el poder, los contratos de gas con Vladímir Putin, su por entonces homólogo ruso, que el actual régimen ucranio considera desfavorables para el país. El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo dictaminó en abril pasado que Timoshenko fue detenida y confinada en prisión de forma arbitraria e ilegal.

Rusia, naturalmente, no da razones geopolíticas para su prohibición de los productos lituanos, sino que alega problemas sanitarios y de calidad. Guennadi Oníshchenko, el jefe de Rosprotrebnadzor, ha declarado que durante las inspecciones hechas por su oficina han registrado «numerosas violaciones» a las normas de calidad y a los estándares sanitarios de los productos lituanos, particularmente en los quesos y yogures.

Oníshchenko afirmó en la televisión rusa que han sido detectados diversos microbios y bacterias, incluidas las del género Salmonella, agente de la salmonelosis, en dosis muy superiores a las normales.

Además de la prohibición de los productos lácteos, los aduaneros de Kaliningrado, enclave ruso que tiene frontera con Lituania, han endurecido sus registros, creando durante las últimas semanas grandes colas de camiones que han causado pérdidas importantes a los transportistas de cargas de ese país. Y ahora se ha informado de chequeos extraordinarios del pescado y la carne procedentes de Lituania. Oníshchenko, mientras tanto, denuncia que Rusia está «viendo un agudo debilitamiento de la protección y seguridad de los consumidores por parte de Lituania».

La presidenta del país báltico, Dalia Grybauskaite, ha advertido que la paciencia de Vilna se está terminando y que es necesario prepararse para elevar las protestas correspondientes ante la Organización Mundial de Comercio. La Comisión Europea ha declarado tener «completa confianza» en los productos lituanos y ha llamado a mantener conversaciones con Moscú para solucionar el problema.

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