Los médicos, la materia prima exportable de Cuba
Tras perder a su gran aliado, Hugo Chávez, La Habana planea enviar 6.000 médicos a Brasil como política internacional
Los médicos son para Cuba lo que el petróleo para Venezuela: la materia prima de exportación que financia el grueso de su presupuesto y que sostiene su política internacional. Durante más de 50 años, la isla ha intercambiado asistencia médica internacional por ayudas económicas, créditos y arreglos comerciales con 107 países de todo el mundo. En la última década, la alianza con Venezuela ha jugado un papel fundamental en la expansión de la diplomacia médica cubana y en el sostenimiento de la economía de la isla. Pero ahora que ha muerto Hugo Chávez, su gran aliado, La Habana se ha propuesto diversificar sus mercados; concretar el envío de unos 6.000 médicos a Brasil forma parte de ese objetivo.
La última vez Hugo Chávez se refirió al tema, en febrero de 2012, dijo que en Venezuela había 44.804 profesionales cubanos de la medicina –doctores, terapistas, oftalmólogos, enfermeras-, trabajando en siete programas sociales de salud, llamados “misiones” e ideados por Fidel Castro cuando el Gobierno de Chávez atravesaba una crisis política en 2003. Caracas aún paga este servicio y otras exportaciones con el envío a La Habana de 105.000 barriles diarios petróleo. A través de este esquema de cooperación, el intercambio comercial entre ambos países llegó a superar los 8.334 millones de dólares en 2011, de acuerdo a las cifras más recientes publicadas por la Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba (Onei); de ellos, alrededor de 5.000 millones corresponden al pago de la misión médica.
Como paciente y como político, Chávez creyó fervientemente en la medicina cubana hasta el último de sus días. Por eso su Gobierno financió también la expansión de las “misiones” hacia varios de los países que integran la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba). Primero a Bolivia, donde fueron enviados 1.100 médicos en 2006; y luego a Argentina, Nicaragua, Ecuador, Haití, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Perú, Honduras, Paraguay, Uruguay, Perú, Surinam, Santa Lucía y San Vicente. Se calcula que unos 42.000 médicos prestan actualmente servicio en el extranjero y que las universidades cubanas están en capacidad de graduar a otros 5.000 cada año para suplir la demanda internacional.
Durante más de 20 años, la socióloga Julie M. Feinsilver ha estudiado el tema de la diplomacia médica cubana, que comenzó en 1960, con el envío de un contingente de médicos a Chile, sacudido por un fuerte terremoto. “Lo que empezó como la ejecución de uno de los valores esenciales de la revolución, es decir, la salud como un derecho humano básico para todas las personas, ha continuado siendo un objetivo, tanto en términos idealistas como pragmáticos”, escribió Feinsilver, en su ensayo “Cincuenta años de diplomacia médica cubana: del idealismo al pragmatismo”, publicado en 2010. “En los años recientes, la diplomacia médica ha sido instrumental en la adquisición de capital material considerable –ayuda, créditos y comercio--, como lo demuestra el arreglo con Venezuela de doctores por petróleo. Esto ha ayudado a que la revolución sobreviva en momento económicos muy difíciles”, afirma en su ensayo. Este tipo de cooperación, afirma la investigadora, también ha sumado votos en Naciones Unidas a favor de que se levante embargo que mantiene Estados Unidos contra Cuba desde los años sesenta del siglo XX.
Luego de 13 años de cooperación sostenida, el futuro económico de Cuba está íntimamente ligado al de Venezuela, atenazada hoy en día por una crisis financiera y política, consecuencia del decaimiento de la industria petrolera y de la muerte de Hugo Chávez. Susceptible a repetir la amarga experiencia del periodo especial que siguió al colapso de la Unión Soviética en 1991, Cuba ha procurado desde 2009 diversificar sus sociedades comerciales: buscar financiamiento en Rusia y reforzar sus exportaciones en la región. Ese mismo año, sus ventas de medicamentos a los países del Alba crecieron 22% respecto al año anterior; en esas operaciones, Brasil ya se perfilaba como uno de sus clientes más prometedores y hoy en día, es el segundo receptor de sus medicinas y vacunas.
La semana pasada, Brasil anunció su interés de llevar las misiones médicas cubanas a las zonas más deprimidas del país. “Se está pensando algo en torno a 6.000 o poco más de 6.000 médicos, aún estamos finalizando los entendimientos para que puedan desempeñar su actividad profesional”, explicó este 8 de mayo el canciller Antonio Patriota, durante la visita a Brasilia del canciller cubano Bruno Rodríguez. La propuesta desató una polémica en Brasil que aún se mantiene. El Consejo Federal de Medicina de ese país tildó de “irresponsable” la propuesta y cuestionó la “calidad técnica y ética” de los profesionales cubanos, a través de un comunicado. De acuerdo a cifras del consejo, 94% de los médicos cubanos y bolivianos que en 2012 se sometieron a pruebas de validación de sus títulos para ejercer la medicina en Brasil, reprobaron los exámenes.
“Están graduando médicos en tiempo récord para suplir la necesidad de exportarlos y esto ha ido en detrimento de calidad de la formación de los médicos y de la medicina de Cuba, que solía ser de primera. Eso está ocurriendo desde que comenzó el programa en Venezuela, entre los años 2003 y 2004”. Al menos esa es la teoría de Julio César Alfonzo para explicar lo que ocurre. Él es médico cubano, graduado en 1992 en la Universidad de La Habana, y actual director de la organización Solidaridad Sin Fronteras, con sede en Miami, que se encarga de brindar apoyo logístico y económico a los cubanos que planean desertar de las misiones médicas internacionales.
“Esas misiones son un negocio redondo para el régimen cubano y una forma de esclavitud moderna. El Gobierno cubano puede recibir entre 2.000 y 3.000 dólares por los servicios de cada médico, sin contar el beneficio del petróleo. Y a los médicos les pagan alrededor de 250 a 300 dólares, cuando les pagan”, sostiene Alfonzo, quien estuvo poco más de un año detenido en Cuba por organizar protestas contra la política de salud de los hermanos Castro y a favor de la práctica médica independiente. En 1999, viajó a Estados Unidos como refugiado político.
En los últimos 10 años, unos 5.000 médicos, enfermeras y terapistas cubanos han desertado de las misiones internacionales; la mayoría de ellos ha ido a parar al sur del Estado de Florida. Cada semana Solidaridad Sin Fronteras recibe entre siete u ocho llamadas de Venezuela, de Nicaragua, de Bolivia, de personal médico cubano que quiere desertar. “El 95% de ellos llama desde Venezuela. Allá viven en muy malas condiciones, los envían a los peores lugares, donde están todos los delincuentes, sin ninguna garantía para su vida”, dice Alfonzo.
Hasta abril de 2010, 68 médicos cubanos habían muerto en Venezuela y para conmemorarlo, el Ministerio del Poder Popular para la Salud desveló una placa en su honor. “A los colaboradores de la salud fallecidos en tierras bolivarianas durante el cumplimiento de su deber”, dice el bronce empotrado en un centro de salud de Caracas, como si hubiesen caído en batalla. La mayoría de ellos fueron asesinados por la violencia callejera, que solo en 2012 ha matado a más 12.000 personas en todo el país.
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