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OBITUARIO

Jerónimo Carrera, el comunista crítico con Hugo Chávez

Aconsejó al expresidente, con quien acabó distanciado

Jerónimo carrera.
Jerónimo carrera.

La muerte sorprendió a Jerónimo Carrera (Cumaná 1922- Caracas 2013) con el espíritu crítico más aguzado que nunca. Era el presidente del Partido Comunista de Venezuela, una mantenía una columna semanal en el diario La Razón muy crítica con la deriva de la llamada revolución bolivariana. Pero sobre todo Carrera fue un hombre que vivió como lo predicó: casi como un asceta, en un apartamento diminuto en el depauperado oeste de Caracas y rodeado de libros y papeles amarillentos.

Tal vez por ello en su velatorio coincidieron quienes lo respetaban o lo criticaban, sus enemigos históricos o los rivales que se granjeó durante su militancia en el PCV, que comenzó en 1936, a sus 14 años. Allí estaba Douglas Bravo, el legendario guerrillero que dividió al PCV y se convirtió en enconado rival del viejo, como lo llamaban los camaradas, por considerarlo casi un reformista. Allí estaba uno de los brazos armados del chavismo, el Movimiento Tupamaro, cuyos militantes rindieron una guardia de honor al lado del féretro.

No son pocos los que explican que el inesperado repunte en las votaciones de la tarjeta del PCV en la presidenciales de 2012, que ganó Hugo Chávez, obedecieron al refugio que la verdadera izquierda, asqueada de la corrupción que rodeaba al comandante presidente, encontró en el proceder del partido dirigido por Carrera. Contra ese entorno oportunista del chavismo cargó Jerónimo en sus escritos. Donde otros solo veían el gozo por el avance indetenible de las expropiaciones ordenadas por el caudillo bolivariano para garantizar el control estatal de los medios de producción, este viejo lobo de mar advertía el fracaso de un modelo elefantiásico que sólo perseguía convertir a los venezolanos en vasallos de un Estado ineficiente.

Carrera se recibió como internacionalista en la Universidad Central de Venezuela y después de la Segunda Guerra Mundial estudió en La Sorbona y viajó por los países de la cortina de hierro. En ese periplo conoció a la que sería su esposa, que sobrevivió a un campo de concentración. A su regreso a Venezuela luchó contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1948-1958) y cayó preso. A la caída del dictador se convirtió en el canciller de facto de los comunistas, encargado de las relaciones con la Cuba revolucionaria y enviado del partido a la Conferencia Tricontinental de La Habana en 1966.

Por sus manos pasó todo el dinero que utilizó la subversión para financiar su insurrección contra el Estado venezolano en la década de 1960. Más que un hombre de acción, lo suyo eran las ideas y la formación. A él acudió Chávez tras salir de la cárcel en marzo de 1994 para formarse en política internacional y botar ese lastre de militarote fascista que se había ganado con la intentona golpista de febrero de 1992. Y fue Carrera uno de los responsables de allanarle el camino con Fidel Castro. Alumno y maestro se separaron en 2007, cuando el comandante presidente quiso barrer con sus aliados y obligarlos a integrarse en un partido único.

Todo eso lo recordaron sus amigos antes de que fuese cremado esta semana en la capital de Venezuela. Con Carrera se fue la conciencia de la izquierda del movimiento bolivariano.

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