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EE UU teme que Maduro tense las relaciones para reforzar su imagen

Obama enviará una delegación oficial a los funerales de Chávez

Antonio Caño
El presidente de Bolvia, Evo Morales, y el vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro acompañan el féretro de Hugo Chávez.
El presidente de Bolvia, Evo Morales, y el vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro acompañan el féretro de Hugo Chávez.David Fernández (EFE)

Estados Unidos está dispuesto a favorecer una transición pacífica hacia un nuevo mando en Venezuela y desea abrir cuanto antes un diálogo con las próximas autoridades, pero no renunciará a la defensa de los principios democráticos ni, en realidad, confía en una rápida normalización de las relaciones con ese país tras la muerte de Hugo Chávez.

Más bien al contrario. En Washington, según altos funcionarios, se teme incluso un empeoramiento temporal de las relaciones mientras se resuelva definitivamente la disputa por el poder en Caracas. Ninguno de quienes aspiran a tomar la antorcha dejada por Chávez podría permitirse ahora signos de reconciliación con EE UU sin ser acusado de traidor a la herencia del desaparecido caudillo.

En Washington, según altos funcionarios, se teme incluso un empeoramiento temporal de las relaciones mientras se resuelva definitivamente la disputa por el poder en Caracas

La prueba más reciente de eso fue la intervención del vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro, pocas horas antes del anuncio de la muerte de Chávez, en la que comunicó la expulsión de dos consejeros militares de la embajada norteamericana en Caracas, supuestamente implicados en un complot que habría provocado la enfermedad del presidente.

Esa acusación de Maduro fue calificada el martes por un alto funcionario del Departamento de Estado como “parte de la campaña electoral en marcha en Venezuela”. Maduro dio ese paso para demostrar su autoridad ante sus competidores por el trono de Chávez, lo que, desde el punto de vista de Washington, no permite ser muy optimista sobre un arreglo pronto de las disputas entre los dos países.

EE UU había intentado ya en el pasado aproximaciones sin éxito a Maduro, asumiendo que él sería el hombre del futuro en Venezuela. En noviembre pasado, miembros de la Administración de Barack Obama tuvieron conversaciones telefónicas con él con la esperanza de poder llegar a concretar un encuentro. Pero esas conversaciones jamás dieron resultados precisos y se vieron bruscamente interrumpidas por las declaraciones del martes del vicepresidente.

La Administración norteamericana, no obstante, piensa insistir en la política que ha seguido en los últimos años de evitar el enfrentamiento directo con el régimen venezolano y buscar los posibles puntos de coincidencia

La Administración norteamericana, no obstante, piensa insistir en la política que ha seguido en los últimos años de evitar el enfrentamiento directo con el régimen venezolano y buscar los posibles puntos de coincidencia. “Seguimos aspirando a una relación más productiva y funcional”, declaró un alto funcionario. “Creemos que existen intereses comunes, como el de la lucha contra el narcotráfico, en el que podríamos cooperar”. En esa línea, la misma fuente añadió que EE UU enviará una delegación oficial a los funerales de Chávez, aunque el nivel de esa delegación lo decidirá en las próximas horas la Casa Blanca.

Eso no significa que EE UU vaya a renunciar a “alzar la voz por la democracia cada vez que lo considere necesario”, precisó el funcionario citado. La primera exigencia en este momento es la de la celebración de elecciones libres y abiertas, preferentemente con la participación de observadores internacionales.

En ese sentido, ha causado cierta alarma aquí el hecho de que el ministro de Defensa venezolano, almirante Diego Molero, haya expresado a través de Twitter su apoyo a la candidatura presidencial de Maduro. “Si los militares entran en la campaña a favor de un candidato, obviamente es motivo de preocupación”, afirmó la misma fuente.

La actitud de EE UU tras la muerte de Chávez es de espera prudente, atento a la oportunidad que se abre, pero consciente de las dificultades que puede haber por delante

EE UU se prepara para un tiempo de incertidumbre en Venezuela. Y lo hace desde una posición relativamente cómoda: sin interferir directamente, para evitar ser acusado de intervencionismo, y asegurando sus intereses principales en la región, que no parecen actualmente amenazados por la crisis venezolana.

En cuanto a la seguridad de los ciudadanos norteamericanos en ese país, la Administración explicó este miércoles que, aunque se han tomado precauciones, no existen amenazas ni riesgos particulares en estos días. Por lo que respecta a la agenda política de EE UU en América Latina, la promoción del comercio y del desarrollo económico y el estrechamiento de los lazos políticos con determinados países, tampoco parece condicionada por los acontecimientos en Venezuela.

El otro ámbito de preocupación norteamericana sobre ese país, el del petróleo, se ve, igualmente, en condiciones de cierta estabilidad, aunque el agravamiento de la situación política podría acelerar el deterioro actual de la industria del crudo.

En términos generales, por tanto, la actitud de EE UU tras la muerte de Chávez es de espera prudente, atento a la oportunidad que se abre, pero consciente de las dificultades que puede haber por delante.

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