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La tragedia sacude a Pemex

La explosión en la sede central de la petrolera mexicana calienta el debate sobre la reforma energética

Imagen de la torre de Pemex golpeada por la explosión.
Imagen de la torre de Pemex golpeada por la explosión.EFE

La tragedia vivida en la tarde del jueves en la capital mexicana con la pavorosa explosión en la sede central de Pemex marcará probablemente un antes y un después en la historia de la petrolera al producirse cuando el nuevo Gobierno del PRI ha lanzado ya el debate sobre la reforma energética, de la cual depende el futuro de la compañía.

El director general de Pemex, Emilio Lozoya, recién llegado de Corea del Sur donde se encontraba en viaje de trabajo, declaró este viernes que la empresa continúa sus actividades “sin disfunción alguna”, que “cumple con sus obligaciones financieras y con sus obligaciones con la sociedad”, y que el suministro de gasolina está garantizado. Pero sus tranquilizadoras palabras en este momento de conmoción nacional no pueden ocultar que la producción ha caído en los últimos años –de 3,4 millones de barriles diarios a 2,5 millones- y que México necesita importar buena parte de la gasolina que consume por falta de capacidad de refino.

Nacionalizada en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas y pieza angular del viejo Estado corporativo mexicano, Pemex atraviesa desde hace décadas una crisis de gestión y resultados. La mayor compañía de México y la séptima petrolera del mundo, -es la número 13 en reservas de petróleo y la 15 en reservas de gas- destina al fisco el 70% de sus beneficios y representa más de la tercera parte de los ingresos del Estado.

La compañía arrastra una histórica escasez de recursos para actividades de explotación y exploración y está atenazada por un sindicato –emplea a más de 150.000 trabajadores- y un conjunto de contratistas y comisionistas corruptos que constituyen un verdadero obstáculo para su modernización. Sus instalaciones han quedado obsoletas por falta de inversión, lo que ha causado diversos accidentes mortales recientemente, el último el pasado septiembre cuando la explosión de una planta de gas en el Estado de Tamaulipas (noreste del país) causó 30 muertos.

En el caso de la Torre Pemex de la capital mexicana, un rascacielos construido en los años setenta del siglo pasado, la empresa había solicitado desde 2010 a la Secretaría de Hacienda apoyo económico para renovar los sistemas de aire acondicionado, calefacción y contra incendios del edificio, en el que trabajan diariamente unas 10.000 personas.

En estas circunstancias, y ya desde la pasada campaña electoral, el presidente Enrique Peña Nieto hizo bandera de la necesidad de modernizar la petrolera y anunció que la abriría a la inversión privada con el objetivo de mejorar los capítulos de investigación, prospección y comercialización. La reforma energética, de la que es parte el futuro de Pemex, es uno de los compromisos del Pacto por México, el acuerdo firmado por las principales fuerzas políticas mexicanas el pasado diciembre, ha desatado en las últimas semanas un fuerte debate público.

La apertura de Pemex a la inversión privada, que exige una reforma constitucional y por tanto una mayoría de dos tercios en el Congreso, suscita el temor entre la izquierda mexicana de que en la práctica suponga la privatización de la empresa. El presidente, su secretario de Hacienda, Luis de Videgaray, y el director general de Pemex han reiterado que no existe tal intención de privatización, mucho menos aún de las reservas de crudo del país, sino tan solo de modernizarla. El nuevo Gobierno ha puesto como modelos los casos de Noruega y Brasil y en la reciente cumbre de la Celac-UE celebrada en Chile, Peña Nieto y la presidenta Dilma Rousseff, exploraron la posibilidad de una futura colaboración entre Pemex y Petrobras.

Sin embargo, el debate en el Congreso sobre la reforma energética que debía comenzar este viernes ha quedado aplazado así omo la prometida reforma fiscal al segundo semestre del año. El analista financiero José Vélez Suárez considera “desafortunado” ese retraso y cree que la explosión del jueves debería “acelerar” la puesta en marcha de dos proyectos vitales para la transformación del país. “La reforma energética, que no solo es la de Pemex, debe hacerse ya, es impostergable. Me consta que hay empresas extranjeras esperando a saber si tendrán energía suficiente para instalarse en México”, subraya.

El experto en petróleo, David Sheer, opina, por el contrario, que la tragedia puede “inhibir” el debate. “Creo que lo ocurrido es muy malo para la imagen de Pemex, pero hay que tener en cuenta que su reforma se centra en la posibilidad de inversiones extranjeras, no en temas de seguridad”. Sheer afirma que habrá que esperar a conocer las causas de la explosión y no descarta la posibilidad de un atentado. “Ya los hubo en los últimos años contra los oleoductos de la compañía”.

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