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GUERRA EN MALI

Los islamistas usan a los civiles del norte de Malí como escudos humanos

La infiltración de los yihadistas en Diabali complica su reconquista

José Naranjo
Un soldado dirige a dos aviones caza franceses Mirage tras su aterrizaje el jueves en el aeropuerto de Bamako, capital de Malí.
Un soldado dirige a dos aviones caza franceses Mirage tras su aterrizaje el jueves en el aeropuerto de Bamako, capital de Malí.Jeremy Lempin (AP)

La estrategia de camuflarse entre la población y ocupar las casas de los residentes que están usando los yihadistas que controlan el norte de Malí cuando toman una ciudad está dificultando la ofensiva militar francomaliense para recuperar las poblaciones. Un ejemplo de ello está teniendo lugar en Diabali, a solo 400 kilómetros de Bamako. Este viernes, un concejal de esta ciudad aseguró que soldados franceses y malienses habían logrado recuperarla y que los yihadistas habían huido. Sin embargo, horas después, el portavoz del Estado Mayor de la Defensa francés aseguraba que “ninguna acción militar había tenido lugar en ese sector” y que los combatientes radicales estaban “empotrados con la población”.

La estrategia que están desarrollando sobre el terreno los grupos yihadistas Ansar Dine, Muyao (Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental) y AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico) parece cada vez más clara: se infiltran en las ciudades, luego lanzan una ofensiva y, tras lograr expulsar al Ejército maliense, se refugian en las casas de los habitantes con el doble objetivo de camuflarse y evitar los bombardeos aéreos. Sin embargo, en el momento en que se produce la contraofensiva desde el exterior resisten un cierto tiempo y cuando ven que están a punto de perder el control sobre la situación, emprenden la huida hacia el desierto, donde reorganizan sus fuerzas.

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Aún es prematuro asegurar que Diabali esté controlada por el Ejército maliense. Tras los bombardeos de la aviación en las primeras horas, los soldados franceses desplegados sobre el terreno, junto a unidades del Ejército maliense, comenzaron una ofensiva el miércoles que se ha visto ralentizada por la presencia de yihadistas que han usado a la población local como escudos humanos, para evitar ser bombardeados.

Por otra parte, el coronel Dacko, al mando de las fuerzas malienses estacionadas en Sevaré, en el centro del país, sí ha confirmado este viernes que Konna, a unos 70 kilómetros de Mopti, ha sido recuperada el pasado jueves, no sin esfuerzo. En la ofensiva participaron tanto soldados franceses como malienses y los combates fueron “muy duros”, dijo Dacko. “Fueron dos días de ofensiva con el apoyo de la aviación francesa. Hay cuatro heridos entre los nuestros y muchos de los yihadistas huyeron, no parecían tan dispuestos a morir como pensábamos. Quizás se dieron cuenta de que nuestra fuerza era superior”, añadió. “No hemos tomado prisioneros”.

Pese a la recuperación de esta ciudad, al igual que ocurre en Diabali, la zona sigue siendo insegura. “Todavía estamos tomando todas las medidas para asegurar el lugar, no tanto la ciudad sino más bien sus alrededores, donde puede haber aún alguien escondido”, dijo el coronel Dacko. “Con la recuperación de Konna se puede decir que comienza la reconquista del norte. Estamos preparados”, añadió.

Un vecino ha manifestado que “hay civiles que han muerto en los combates”. La carretera que une a esta localidad con Mopti sigue cerrada a la circulación y no se permite el acceso, salvo a militares.

Por su parte, el alcalde de Mopti, Oumar Bathily, ha manifestado su esperanza de que pronto se pueda abrir esta importante vía de comunicación porque “todo ha sido destruido y saqueado en Konna, la población lleva una semana sin aprovisionamiento. Además, hay personas heridas, enfermos y todo tipo de necesidades”, dijo.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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