Túnez se resquebraja entre la depresión económica y la crisis política
El presidente pide la formación de un nuevo Gobierno
El país que abrió las puertas a la primavera árabe sigue atrapado entre los mismos muros que hace casi dos años ahogaron en la desesperación al joven Mohamed Buazizi, primera víctima de la revolución tunecina: el desempleo y la falta de esperanza. Bouazizi murió en la localidad de Sidi Bouzid, en el interior deprimido de Túnez. Un poco más al norte, en Siliana (235.000 habitantes), cinco días de protestas y violentos choques en las calles, con más de 300 heridos, han puesto en jaque al actual Gobierno.
El presidente, Moncef Marzuki, instó el viernes al primer ministro, el islamista Hamadi Jebali, a que nombre un nuevo gabinete de tecnócratas por no cumplir las “expectativas de la gente”. Este, por su parte, obtuvo ayer una prórroga al pactar con el sindicato UGTT —uno de los actores sociales más respetados en Túnez— la marcha del gobernador de Siliana, Ahmed Ezzine Mahjoubi. Su destitución era una de las principales proclamas de las marchas, junto a la creación de empleo y la inversión del Gobierno en una región empobrecida.
“Túnez se encuentra hoy en un cruce de caminos”, manifestó el viernes Marzuki en un mensaje a la nación. “Si los enfrentamientos continúan y el Gobierno no responde adecuadadamente, [nos meteremos] en un callejón sin salida”. Pese a que sólo el primer ministro Jebali puede activar la renovación del Ejecutivo, las palabras del presidente no caen en saco roto: Marzuki lidera el partido de centro-izquierda Congreso para la República, uno de los tres que, junto al socialista Ettakatol y el islamista Ennahda, coaligan en el Gobierno.
El llamamiento de Marzuki a la formación de un nuevo gabinete no es, sin embargo, el primero que se hace desde la presidencia. Ya en junio, varios de sus consejeros pidieron la disolución del Gobierno islamista tras rebajar la agencia S&P la nota de la deuda tunecina al nivel de bono basura por las “incertidumbres” de una recuperación económica “lenta”. La tasa de desempleo, que golpea con especial virulencia a los licenciados, se mantiene por encima del 17%, un índice que lejos del próspero norte, en regiones interiores como Siliana, se dispara hasta el 26%.
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