Nobel libre, Nobel preso
Liu Xiaobo, que obtuvo en 2010 el galardón de la Paz, languidece en una prisión china, mientras el escritor Mo Yan, premiado este año con el de Literatura recibe las loas del Gobierno de Pekín
La polémica provocada por el premio Nobel de Literatura concedido este año al escritor chino Mo Yan ha revelado la diferencia de reacción del Gobierno de Pekín en función del posicionamiento político en el que se encuentran los escritores e intelectuales de este país de régimen de partido único que reciben un galardón internacional de prestigio.
Si hace dos años el Gobierno respondió con furia a la concesión del Nobel de la Paz al escritor y disidente Liu Xiaobo -sentenciado en 2009 a 11 años de cárcel por su defensa de la democracia- y tildó la elección de profanación de la tradición de los Nobel y confabulación de Occidente contra China, ahora ha reaccionado con entusiasmo y ha calificado la designación de Mo Yan de “hito de reconocimiento” y “victoria histórica”.
Mo Yan –de 57 años, miembro del Partido Comunista Chino (PCCh) y vicepresidente de la Asociación de Escritores de China, organización respaldada por el Gobierno- ha sido loado por el estamento oficial porque su obra “refleja la prosperidad y el progreso de la literatura china, así como la fortaleza nacional y la creciente influencia internacional de China”, según reza la felicitación que le ha enviado Li Changchun, máximo responsable de propaganda del PCCh y miembro del Comité Permanente del Politburó. Mientras tanto, Liu Xiaobo, de 56 años, languidece en prisión y su esposa, la poeta y fotógrafa Liu Xia, de 53 años, se encuentra bajo detención domiciliaria, a pesar de que no hay ningún cargo oficial contra ella.
La organización de defensa de la libertad de información Reporteros Sin Fronteras (RSF) hizo público el viernes pasado un vídeo que muestra la silueta de una mujer sola, que identifica como Liu Xia, fumando por la noche junto a la ventana en su apartamento, en Pekín, donde se encuentra incomunicada desde el anuncio del Nobel a su marido en octubre de 2010. El grupo no ha aclarado cómo consiguió las imágenes, pero ha dicho que fue complicado y que muestra al aislamiento impuesto a Liu Xia y la casi imposibilidad de acercarse a ella. “Fumar un cigarrillo a su ventana es una de las pocas libertades que le quedan”, señala RSF, que pide la inmediata liberación del matrimonio.
“El contraste absoluto de la reacción del Gobierno chino ante ambos premios muestra que solo da la bienvenida al reconocimiento internacional, pero no a las críticas. Como nación grande, es una vergüenza que sea tan estrecha de miras e intolerante ante las críticas”, asegura Patrick Poon, secretario ejecutivo de Independent Chinese PEN Center (ICPC), organización miembro de PEN International, grupo que defiende en todo el mundo la libertad de expresión y a los escritores que sufren represión gubernamental. Liu Xiaobo es miembro fundador y antiguo presidente del ICPC. Actualmente, es presidente honorario.
Nada más conocerse el galardón a Mo Yan –apodo que significa ‘no hables’-, comenzaron a llover las críticas, tanto dentro como fuera de China, por parte de autores, disidentes y artistas que consideran al premiado un hombre del régimen. Afirman que, independientemente de la calidad de su literatura, Mo Yan ha comprometido su independencia artística e intelectual al unirse al PCCh y ha descuidado la responsabilidad, como persona influyente, de defender la libertad de expresión y a los intelectuales y presos políticos.
El galardonado se ha defendido y ha asegurado que él escribe “en una China bajo la dirección del Partido Comunista”, pero que sus obras “no pueden ser restringidas por partidismos”. “Hace tiempo que he trascendido las limitaciones políticas y de clases”. Al día siguiente de lograr el Nobel, Mo Yan -cuyo nombre real es Guan Moye- fue más allá y habló en defensa de Liu Xiaobo, para sorpresa de muchos y enojo de las autoridades. “Espero que pueda recuperar la libertad tan pronto como sea posible”, y que, entonces, pueda dedicarse a investigar “sus políticas y su sistema social”, dijo del Nobel encarcelado.
Los críticos, entre ellos Independent Chinese PEN Center, han dado la bienvenida y agradecido sus palabras. Pero aseguran que no es suficiente. “Creo que Mo Yan, con este premio y su posición oficial, debería hablar más por otros escritores y convencer a las autoridades chinas de que liberen a los escritores presos, además de a Liu Xiaobo”, afirma Poon. La Asociación de Escritores de China, también reconocida como el centro PEN en China, es miembro de PEN International.
“Lo que ha ocurrido en las últimas 24 horas le ha cambiado. Un premio Nobel, sea de la Paz o de Literatura, le otorga a uno el sentido de lo que es erróneo y lo que es correcto”, aseguró el viernes pasado a la agencia Reuters el destacado disidente Hu Jia, que en junio de 2011 salió de la cárcel, donde estuvo tres años y medio por “incitar a la subversión del poder del Estado”.
En China, hay más de 30 escritores y periodistas en prisión “por sus palabras” y “un número mucho mayor sufren violaciones de sus derechos humanos por sus obras”, según PEN. Entre ellos, cita, además de Liu Xiaobo y Liu Xia, a Zhu Yufu –condenado este año a siete años de cárcel, “principalmente por un poema que escribió tras ser liberado después de nueve años preso”-, Yang Tongyan –un novelista y poeta que está cumpliendo una pena de 12 años, tras una anterior de 10 años-, Shi Tao –un periodista y poeta, sentenciado a 10 años-, Hada -un escritor de la etnia mongola, “cuyo paradero se desconoce después de 15 años de encarcelamiento”-, y otros intelectuales obligados a exiliarse como Yu Jie o Liao Yiwu.
Tras la concesión del galardón a Liu Xiaobo por parte del comité noruego del Nobel por “su larga y pacífica lucha por los derechos humanos fundamentales en China”, Pekín prácticamente congeló las relaciones con Noruega. El galardón de la Paz se concede en este país escandinavo, no en Suecia como el de Literatura, pero el Gobierno noruego no tiene nada que ver en la decisión. “Los negocios bilaterales siguen resintiéndose. China quiere que nuestro Gobierno se disculpe por aquello, pero es algo que nunca va a hacer”, afirmaba hace unas semanas a este periódico un directivo noruego de una multinacional que vive en Pekín.
Liu Xiaobo fue condenado el día de Navidad de 2009 a 11 años de cárcel por “incitar a la subversión del poder del Estado”. Los jueces le acusaron de haber publicado en Internet escritos críticos con el Partido Comunista Chino y haber liderado la redacción de la Carta 08, un manifiesto político que pide profundas reformas democráticas, hecho público en diciembre de 2008. El cargo de “incitar a la subversión del poder del Estado” es utilizado habitualmente por Pekín para silenciar a quienes se oponen al Gobierno de partido único.
La Carta 08 pide, entre otros, una democracia legislativa, la separación de poderes, un sistema judicial independiente, y libertad de asociación, religión y prensa. “La democratización de China no puede ser aplazada más tiempo”, señala el manifiesto, que está inspirado en la Carta 77, redactada en la antigua Checoslovaquia, que conduciría años después, en 1989, a la Revolución Terciopelo, que barrió al régimen comunista.
El impacto del documento chino entre la élite intelectual causó un gran nerviosismo a las autoridades, que, con la dureza de la sentencia a Liu, quisieron lanzar una dura advertencia a cualquiera que desafíe al partido. Muchos de los signatarios de la Carta fueron interrogados por la policía, y algunos fueron expulsados de sus trabajos en organismos públicos.
Liu Xiaobo, escritor y antiguo profesor universitario, pasó 20 meses preso por su papel en las protestas a favor de la democracia de la plaza Tiananmen (Pekín, 1989), en las que murieron cientos de personas, según algunas fuentes –miles, según otras-, tras la intervención del Ejército. Más tarde, fue internado tres años en un campo de reeducación por el trabajo.
Mo Yan y Liu Xiaobo estudiaron en el mismo centro -el Instituto de Literatura Luxun de la Universidad Normal de Pekín-, con 10 años de diferencia, pero sus vidas ha seguido caminos distintos. Aunque Mo Yan ha tratado a menudo los fracasos del régimen comunista y otros temas sensibles, y algunas de sus obras han sido incluso prohibidas, lo ha hecho desde dentro del sistema. “(El Nobel que me ha sido otorgado) es una victoria para la literatura, no una victoria para la corrección política”, ha afirmado.
¿Contribuirá su galardón a la libertad de expresión y de los escritores en China? El Gobierno ha vuelto a repetir estos días las críticas al premio a Liu Xiaobo, del que el portavoz de Exteriores Hong Lei ha insistido que fue “una grave intromisión en los asuntos internos y la soberanía judicial de China”. Poon asegura que las obras de Mo Yan “tocan muchos temas sensibles, aunque ha utilizado el ‘realismo mágico’ para evitar la censura”, pero cree que su Nobel “ayudará a que más escritores chinos aborden temas sensibles, aunque, por supuesto, temas como la reforma política siguen siendo tabú”. Mo Yan es el único miembro del Partido Comunista Chino que ha recibido un premio Nobel. Liu Xiaobo es el único galardonado con un Nobel en todo el mundo que se encuentra en prisión.
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