La seguridad de Stevens estaba en Rota
La base es la sede europea de los marines que protegen legaciones de EE UU
Si un pelotón de marines de la Flota de Seguridad y Antiterrorismo (FAST, en sus siglas en inglés) hubiera estado allí, quizás Christopher Stevens, el veterano embajador norteamericano asesinado por una turba en el Consulado de Bengasi y las otras tres víctimas habrían salvado su vida, pero los soldados de la FAST responsables de la seguridad de la Embajada en Libia se encontraban de guardia en su base de Rota (Cádiz) porque ningún informe de inteligencia había advertido del riesgo de que una vulgar película en la que se ridiculiza a Mahoma y el aniversario del 11-S ponían a Stevens y a sus colegas en varios países árabes en el centro de una gigantesca diana. El error se ha cobrado vidas.
El pasado miércoles sonó la alarma en la base de Rota, una sirena dirigida exclusivamente a la compañía de marines de los FAST, la unidad de Infantería de Marina encargada de la seguridad de las embajadas e instalaciones de los EE UU en todo el planeta. Su base para Europa está en Rota aunque por motivos de seguridad no se publicita, según señalan fuentes de la inteligencia española. El área del Pacífico la cubre otra compañía de la FAST establecida en Japón y Guantánamo, y la Central, una tercera compañía con base en Bahréin, un archipiélago de 33 islas en el golfo Pérsico. Quinientos marines con una misión tan global como ambiciosa que se resume en su logo: Any Time, Anyplace (En cualquier momento, en cualquier lugar).
Cuando la fotografía con el cuerpo inerte del embajador Stevens, de 52 años, ocupaba las portadas digitales de los principales periódicos del mundo, cincuenta marines de la compañía FAST volaban a Bengasi desde Cádiz a bordo de aviones C-130 para hacerse cargo de la seguridad de la legación diplomática norteamericana, donde también murió Glen Doherty, de 42 años, un veterano marine de los Navy SEALS, el cuerpo de élite que acabó con Osama Bin Laden en su refugio paquistaní de Abbottabad, en la sierra de Pir Panjal.
Doherty trabajaba para el Departamento de Estado y, según explicó días antes a las cámaras de la cadena de televisión ABC, su trabajo consistía en localizar y destruir por toda Libia los miles de lanzamisiles portátiles desaparecidos desde la caída del régimen de Muamar el Gadafi. Un ejército de exmercenarios de Gadafi diseminados por Mauritania, Malí y Níger cuenta con lanzagranadas y lanzamisiles portátiles de fabricación rusa SA-7 y SA-24 o manpads por sus siglas en inglés (man-portable air-defense system) un arma capaz de derribar aviones.
El Ejército libio disponía antes de la reciente guerra civil de más de 20.000 unidades. Muchas han desaparecido y el SEAL Doherthy y su equipo las buscaban. Junto al marine falleció también Sean Smith, un militar de las fuerzas aéreas que estaba a cargo del servicio de comunicaciones.
El marine muerto en Bengasi era francotirador y había estado destinado siete años en Irak y Afganistán al igual que varios de los miembros de la FAST que han viajado a Libia desde Rota, alguno de los cuales han cubierto misiones de alto riego en países como Somalia, Liberia, Haití, Panamá, Macedonia y Arabia Saudí, entre otros.
Allí donde hay una crisis o un atentado como el del portaviones USS Cole en Yemen en 2000 o el ataque contra la Embajada de EE UU en Nairobi en 1998 aparecen los soldados de la Flota de Seguridad y Antiterrorismo fundada en 1987, dependiente del jefe de Operaciones Navales y con base en Virginia. “La gente oye equipo especial y al instante lo asocia con Chuck Norris y Rambo, una mala caracterización de la unidad”, contestó el capitán Andrew Petrucci a un reportero de la revista Marine Times.
Las misiones de esta unidad especial son siempre limitadas y se reducen exclusivamente a situaciones de alto riesgo como la que se vivió en Bengasi o las que padecen ahora las embajadas norteamericanas en Yemen, Túnez o Egipto. Los gunslingers (pistoleros), apodo con el que se les conoce por su extraordinaria preparación en tiro de precisión, han sido entrenados en tácticas de guerrilla urbana, contravigilancia, artes marciales y en el manejo de toda clase de armas entre las que se incluye material nuclear de submarinos.
El Convenio de Cooperación de la Defensa entre España y Estados Unidos autoriza la presencia permanente de determinados niveles de fuerza norteamericana en las bases españolas de Rota y Morón. Entre ellas están la FAST, aunque el número exacto de marines se desconoce y mantiene en los límites establecidos en el convenio firmado en 1988 y que presumiblemente se prorrogará durante ocho años más, hasta 2021. El acuerdo permite un máximo de 4.750 soldados norteamericanos, una cifra que no se ha alcanzado.
España ha autorizado al amparo del artículo 25.3 del Convenio de Cooperación la presencia hasta el próximo día 28 de dos aviones C-130 para trasladar a personal y material para reforzar la seguridad de las embajadas de EE UU como consecuencia de los últimos acontecimientos en la región, según asegura un portavoz del Ministerio de Defensa español.
Los marines de la FAST no desarrollan ninguna operación en España, aunque todos los años llevan a cabo maniobras con varios ejércitos europeos y africanos. En las más recientes participaron efectivos de Marruecos. En los ejercicios Lisa Azul y Phoenix Express han compartido ensayos con unidades españolas.
“Somos defensivos por naturaleza. Sitio seguro es nuestro pan y mantequilla”, describía el capitán Petrucci.
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