Egipto garantiza a Israel que el despliegue en el Sinaí no amenaza su seguridad
El gesto llega tras una semana plagada de rumores en la prensa israelí sobre las verdaderas intenciones del Gobierno egipcio
El despliegue militar egipcio en la península del Sinaí en el marco de su lucha contra las células yihadistas ha incrementado la tensión entre Israel y Egipto en las últimas semanas. Por ese motivo, el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, recibió ayer una llamada de su homólogo egipcio, Abdel Fatah al Sisi, en la que este le reiteraba el compromiso de su país con los Acuerdos de Camp David, firmados en 1979, según informó ayer el diario árabe con sede en Londres Al Hayat.
Este gesto llega tras una semana plagada de rumores en la prensa israelí sobre la auténtica intencionalidad del despliegue egipcio en el Sinaí. Mientras algunos editorialistas locales ven en las maniobras militares de Egipto el ejercicio de un Gobierno legítimo en su lucha contra las redes yihadistas que operan en la región, otros interpretan que el nuevo Ejecutivo de Mohamed Morsi pretende, con esa presencia militar, renegociar al alza el número de efectivos y el tipo de armamento del que dispone en la Península, muy restringido por el mencionado tratado de paz.
El ministro israelí de Asuntos Exteriores, Avigdor Liberman, había insistido con anterioridad en la obligación de Egipto de aplicar estrictamente tanto el espíritu como la letra de los acuerdos, posición que ha sido cuestionada por varios expertos en seguridad israelíes, entre ellos el exjefe de Inteligencia Militar y actual director del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, Amos Yadlin, quien ha apelado al pragmatismo y dicho públicamente que Israel debe aceptar el despliegue militar de su vecino, “en tanto en cuanto se trata exclusivamente de una operación contra el terrorismo”.
El detonante de esta operación, denominada Águila, fue el incidente transfronterizo registrado el pasado 5 de agosto cuando un comando yihadista atacó el paso de Kerem Shalom —situado en el vértice entre Israel, Egipto y la franja de Gaza— causando la muerte a 16 guardias de fronteras egipcios. Ello desencadenó la ira del recién investido presidente egipcio, quien dio orden de intervenir al Ejército a pesar de que su presencia en el Sinaí quedara explícitamente prohibida en el tratado de 1979, que solo la contempla en casos de extrema necesidad y previo acuerdo con Israel, y que permite únicamente la actividad de la guardia de fronteras y la policía.
Desde entonces, y a medida que aumentaba el número de tanques, helicópteros artillados e incluso aviones de combate en la zona, el Gobierno israelí ha ido poniéndose progresivamente nervioso, solicitando incluso la intermediación de EE UU, principal donante de ayuda militar a Egipto, para mejorar la coordinación. El ministro de Defensa egipcio asegura que el despliegue se ha llevado a cabo con el consentimiento de Israel en aras de combatir el terrorismo, enemigo común de ambos países.
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