La lucha contra el imperio aún es rentable
La buena marcha de los negocios bilaterales opaca el interés de Washington por Caracas El presidente venezolano sigue basando su discurso en EEUU como el enemigo a batir
Los noticiarios no hablan de él. Los políticos no hablan de él. La gente, en las calles, no habla de él. Pero Hugo Chávez insiste en que los grandes medios, la oposición y el Gobierno de Estados Unidos solo piensan en impedir su reelección para un tercer mandato consecutivo de seis años en las presidenciales de octubre próximo. Como en cada campaña electoral, Chávez se refiere al imperio como el enemigo a derrotar. Y el imperio, resignado ante la posibilidad que el chavismo continúe en el poder y conforme con la marcha de los negocios bilaterales, ya no contraataca.
Tal vez el único trozo de la Unión donde el nombre de Hugo Chávez crispa los ánimos es el sur del Estado de Florida: territorio de emigrados cubanos desde que triunfó la revolución de los Castro y de emigrados venezolanos con la radicalización del Gobierno de Chávez de la última década. En medio de su propia campaña por la reelección, el presidente Barack Obama ha dicho a una cadena de televisión de este Estado: “Chávez no representa un peligro para nuestra seguridad nacional”. El aspirante republicano a la presidencia, Mitt Romney, y otros representantes de su partido en Florida calificaron aquella declaración como una “barbaridad”, considerando los vínculos que mantiene Venezuela con Gobiernos como el del iraní Mahmud Ahmadineyad. Sin embargo, con independencia de quién gane las elecciones estadounidenses de noviembre, nada parece indicar que la relación política y comercial de Estados Unidos y Venezuela cambiará en el futuro inmediato.
A pesar de las grandes diferencias políticas que han mantenido alejados al Departamento de Estado y a la cancillería venezolana durante la última década, los negocios entre ambos países marchan con normalidad. De acuerdo a cifras del Departamento de Energía, Venezuela es el quinto proveedor de petróleo de Estados Unidos. Este año, el mercado estadounidense ha comprado a Petróleos de Venezuela (Pdvsa) hasta 984.000 barriles de petróleo por día, que representan más del 50% de la producción que la estatal venezolana destina a la exportación. Con el otro 50% de sus productos, Pdvsa ha intentado, sin éxito, ampliar su cartera de clientes: le vende a países de América Latina y el Caribe a cambio de alimentos y servicios, a mitad de precio y a créditos con el 1% de interés; y le vendió crudo a China, a futuro, a cambio de préstamos que ya fueron otorgados y gastados. A día de hoy, los únicos clientes que pagan a precio de mercado y a tiempo, son los de Estados Unidos.
“Hay intereses económicos fuertes en Wall Street y en el sector petrolero de Estados Unidos que, pese a sus críticas contra Chávez, se benefician mucho de la relación económica actual y pondrían mucha presión sobre cualquier propuesta para cambiar esa relación”, ha dicho a EL PAÍS Michael Shifter, presidente del centro de análisis político Diálogo Interamericano, con sede en Washington. “A pesar de la tensión política y de la retórica muy fuerte de Chávez, él sabe perfectamente que necesita los recursos del petróleo que provienen de su relación con Estados Unidos para mantenerse en el poder”, agrega Shifter.
De acuerdo al análisis del presidente de Diálogo Interamericano, el discurso de Estados Unidos hacia Venezuela no cambió durante la Administración de Barack Obama, sino a partir del segundo Gobierno del republicano George W. Bush. “Tener enfrentamientos con Chávez ha sido contraproducente en el pasado, y en la segunda Administración de Bush Washington comenzó a corregir su política, en cuanto al tono de su retórica. Eso se ha mantenido hasta ahora y no quiere decir que no se está prestando atención a Venezuela”, dice Shifter. Hay temas, como la relación de Caracas con el Gobierno de Irán o sus supuestos vínculos con las guerrillas marxistas de Colombia, que siguen preocupando a Estados Unidos. Pero ante la fortaleza aparente de Chávez en Venezuela, la Casa Blanca ha optado por asumir una posición “realista”: “Lo que se está viendo en Washington es la gran posibilidad de que Chávez sea reelegido en octubre. No es el escenario ideal pero, de acuerdo a las encuestas, parece lo más probable”, sostiene Shifter.
Chávez "interesa mucho menos de lo que interesaba" en Washington, dice un exdiplomático
Otto Reich cree en cambio que, tanto la política exterior actual de Estados Unidos hacia Venezuela como las encuestas que dan ganador a Hugo Chávez en las elecciones de octubre, se equivocan. “El hecho de que Hugo Chávez no tenga misiles intercontinentales, portaaviones, armas de destrucción masiva, no significa que no represente una amenaza”, opina Reich, exembajador de EEUU en Caracas y ex subsecretario de Estado para los Asuntos del Hemisferio Occidental durante el segundo Gobierno de George W. Bush. “Hay países en América Latina que se consideran a sí mismos enemigos de Estados Unidos. Pero eso el Departamento de Estado no lo toma en serio”, dice el exembajador. Tomárselo en serio significa, para él, dejar de comprarle petróleo a Venezuela.
Tras 24 años de servicio diplomático, Reich sabe que Chávez “interesa mucho menos de lo que interesaba” en Washington. “A mí y a un pequeño grupo nos preocupa. Conozco a estas personas [del Departamento de Estado] que hacen trabajos para el Gobierno sobre Venezuela, pero ellos también están ocupados ahora con otras cosas”. La actual campaña presidencial estadounidense es una medida de ello: en seis meses de debates del Partido Republicano, la palabra Venezuela fue mencionada solo una vez.
Hugo Chávez, en cambio, ha incorporado al aspirante republicano, Mitt Romney, a sus discursos antiimperialistas, desde que Barack Obama declaró que no le considera una amenaza. “Quien mejor pudiera explicar el programa de la burguesía [venezolana] no es ni siquiera Barack Obama sino el candidato de la derecha norteamericana, Mitt Rommey, porque es la derecha más derecha”, vociferó Chávez el 13 de julio, durante un acto de campaña por su reelección. Su meta para octubre, ha dicho, no es derrotar al candidato único de la oposición Henrique Capriles y atornillarse en el poder 20 años, sino “reconquistar la independencia” de su país.
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