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La alternativa bolivariana pierde protagonismo en Latinoamérica

Chávez descarta ir a la cumbre de Cartagena de Indias por recomendación médica

Chávez abraza a su hija Rosa, ayer en Caracas.
Chávez abraza a su hija Rosa, ayer en Caracas.JUAN BARRETO (AFP)

Hace tres años en la Cumbre de las Américas celebrada en Trinidad y Tobago, el presidente venezolano, Hugo Chávez, regaló a Barack Obama el libro Las venas abiertas de América Latina, la obra de Eduardo Galeano que durante décadas conquistó tantos corazones antiliberales en la región. Aquel gesto marcó en cierta forma la cúspide de la influencia continental del líder bolivariano de igual manera que su enfermedad actual es casi una metáfora de la debilidad de su alternativa política cuando la mayoría de los países latinoamericanos vive un momento de confianza y optimismo económico.

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Estaba previsto que Chávez aterrizara al mediodía del viernes en Cartagena de Indias (Colombia) para asistir a la VI Cumbre de las Américas. En lugar de eso pronunció un discurso en el balcón del palacio presidencial de Caracas en el que anunció que el sábado viajaba "de nuevo a La Habana para un nuevo ciclo de radioterapia" para tratarse el cáncer que padece, dejando en el aire la posibilidad de detenerse brevemente en la capital del Caribe colombiano. Teatralmente, el presidente venezolano llegó incluso a someter a votación entre los miles de partidarios que le escuchaban si debía asistir o no a la cumbre. Una abrumadora mayoría le pidió que se quedase en Caracas.

La ausencia de Chávez se suma a la del presidente de Ecuador, Rafael Correa, que decidió no acudir a Colombia como un gesto de rechazo por no haber sido Cuba invitada -fue vetada por EE UU y Canadá- quedando el presidente boliviano, Evo Morales, como único representante del eje bolivariano en la cumbre. Precisamente la presencia de La Habana en la próxima cita, a celebrar en Panamá dentro de tres años, se ha convertido en una exigencia de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA). Así lo manifestó el viernes el propio Morales nada más pisar suelo colombiano y el canciller venezolano, Nicolás Maduro, ha llegado a lanzar el desafío de que sin Cuba no habrá más cumbres de las Américas. De hecho, esta exigencia es de momento uno de los principales motivos de desacuerdo para firmar hoy la declaración final de la reunión.

A la polémica se unió Fidel Castro con un artículo titulado La Cumbre de las Guayaberas en el que arremete contra la Organización de Estados Americanos (OEA), el neoliberalismo, "doctrina oficial del imperialismo", y recuerda el apoyo de Estados Unidos a los golpes militares en América Latina durante el siglo XX. Pero los argumentos del líder cubano han perdido eco en una región que en general en los últimos años ha recuperado soberanía, consolidado la democracia y experimentado un fuerte crecimiento económico. Del mismo modo, es de prever que la influencia de un Chávez convaleciente vaya perdiendo señal y que sin su inspiración personal la alternativa bolivariana pierda fuelle.

Algo similar ocurre con la ofensiva nacionalista lanzada por la presidenta argentina, Cristina Fernández, sobre Repsol YPF, que afecta no solo al capital español sino también a Estados Unidos, que posee más del 20% de la petrolera. La iniciativa peronista, que varios de los empresarios reunidos en Cartagena explican por motivaciones políticas y no por razones económicas, complicará la pretensión de Buenos Aires de que la declaración final de la Cumbre de las Américas recoja su reivindicación sobre las islas Malvinas frente al Reino Unido, ya que no se considera probable que EE UU entre en conflicto por esa cuestión con su tradicional aliado británico.

El nacionalismo económico, la inseguridad jurídica, el manejo caprichoso de la macroeconomía, la falta de separación de poderes, los monopolios parecen ir en dirección opuesta al rumbo tomado por los países más exitosos de América Latina como Brasil, Colombia, Chile o Perú, entre otros, que han hecho, como reiteró el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, del buen gobierno, el fortalecimiento de las instituciones democráticas, la apertura comercial, la gestión prudente de la economía y el respeto a los derechos humanos la base de su prosperidad.

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