Francia en la encrucijada
Los recientes asesinatos removerán el tejido social francés
Los recientes asesinatos (tres escolares judíos, su maestro, y tres paracaidistas) no solamente ya tienen un impacto en las vecinas elecciones del Francia del 22 de abril, sino que removerán el tejido social (siempre en delicada situación). Pero otros factores pueden cobrarse una nueva víctima en el contexto europeo más amplio. Mucho dependerá de cómo se comporte el dúo de candidatos principales (Nicolás Sarkozy y François Hollande), sobretodo cuando Le Pen y otros desaparezcan en la inevitable segunda vuelta del 6 de mayo.
Los incidentes racistas que han resucitado en diversos países de la Unión Europea son una amenaza contra la esencia de la rehabilitación del continente tras la debacle de la Segunda Guerra Mundial. Parece que no haya habido escarmiento. El holocausto comenzó culpando convenientemente a unas minorías de las serias crisis de la década del 20 en el siglo pasado.
Las leyes son cristalinas y se impone cumplirlas y castigar las violaciones contundentemente. La debilidad de las instituciones europeas en enfrentarse a los casos explícitos del gobierno francés fue un aviso de lo que se puede venir encima. El no haber contestado con contundencia a las deportaciones colectivas de Sarkozy decretadas hace meses contra ciudadanos rumanos fue una señal de que el crimen no paga.
De momento, solamente podemos especular sobre dos dimensiones del posible impacto de los crímenes en las elecciones. Una es el manejo que Sarkozy ha hecho las circunstancias. Resulta evidente que ha salido fortalecido al encarar de frente el reto. Otra es la actitud, prudente y correctísima, que su contrincante Hollande ha presentado, hasta ahora. A ninguno le conviene usar el grave crimen como arma arrojadiza en lo que queda antes de los comicios.
Ahora bien, si el desarrollo de la campaña revelara para Sarkozy un efecto negativo del manejo posterior de los atentados, entonces se podría meditar sobre el uso que los socialistas puedan hacer servir recordando al presidente que ciertos comentarios y acciones del pasado fueron graves con las minorías e inmigrantes. Sería entonces interesante estudiar a fondo si hechos aterradores como éstos sirven de catapulta para el regreso de los socialdemócratas no solamente a Francia, sino al resto de la Unión Europea. De momento, el sector perdedor es la familia Le Pen, y organizaciones afines, ya que su perfil nacional fundamentalista y aleja a los votantes moderados.
La facilidad con que se recurre al chivo expiatorio de la supuesta inseguridad provocada por la inmigración, sobre todo la procedente de África, representa ya un reto para la gobernanza europea en plena crisis económica que tiene un impacto considerable en el entramado institucional de la UE que se percibe como ineficaz. Las decisiones ahora se toman directamente por el tándem franco-alemán o, lo que peor, siguiendo el guión de los llamados eufemísticamente “mercados”, que son precisamente los mismos intereses que fracasaron en prever la crisis, y que ahora no logran proporcionar mejores remedios que reclamar más préstamos e insistir en las medidas de austeridad, soslayando el crecimiento.
Hollande ya ha explotado el divorcio entre la dirigencia europea y la sociedad en cuanto a la ratificación (parlamentaria, no se olvide) del minitratado para atajar los problemas derivados del sistema presidido por el euro. Su promesa de reclamar una revisión de esa decisión lo empareja paradójicamente con la actitud británica del portazo de Cameron ante el acuerdo de 25 de los 27 miembros de la UE. De ser elegido, según las estimaciones en una segunda vuelta, el candidato socialista abriría una brecha en la UE difícil de cerrar. Animaría a otros partidos defenestrados a acrecentar su oposición al tratado. Pero también se pondría en evidencia ante sus colegas socialdemócratas que abogan por una mayor dosis de Europa.
De momento, las perspectivas del cambio ya han comenzado a preocupar en Berlín. Angela Merkel ha conseguido imponer sus tesis financieras por los argumentos de su poder geopolítico y económico. Pero ha estado arropada en la alianza con su colega en el Eliseo. La desaparición de “Merkozy” haría variar la escena europea considerablemente. La respuesta, el 22 de abril o el 6 de mayo.
Joaquín Roy es Catedrático ‘Jean Monnet’ y Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami jroy@Miami.edu
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